Una obra hipnótica, en la sección de Documentales Cortometrajes, que es uno de los momentos más bellos e intensos del festival de Málaga.

https://filmand.es/wp-content/uploads/2022/03/Loureda.png
17 Mar 2023
Carlos Loureda
the nest

Un puñado de cineastas españoles, entre los que podríamos citar a Óliver Laxe, Mauro Herce, Lois Patiño (con la inexplicable ausencia en el festival de Málaga de su última obra, Samsara), Irene M. Borrego, o el propio Manuel Muñoz Rivas, utilizan el cine como un medio, casi como un instrumento de trance o hipnosis, para llevar al espectador hacia otros territorios narrativos o para crear en el público experiencias distintas del entretenimiento.

La experiencia cinematográfica pertenece de cabo a cabo a la espectralidad, afirmaba el filósofo y cinéfilo Jacques Derrida, porque el cine puede poner en escena la fantasmalidad, casi frontalmente. Todo espectador, durante una función, se pone en contacto con un trabajo del inconsciente que, por definición, puede ser asimilado al trabajo de la obsesión, según Freud. De hecho, Walter Benjamin aproximó desde sus primeros escritos ambos procesos, el análisis cinematográfico y el psicoanalítico.

En la hipnótica Aqueronte, de Manuel Muñoz Rivas, asistimos a una travesía que cruza a pasajeros y vehículos, de una orilla a otra de un río. En la barca se reúnen personas dispares sin parentesco o relación alguna, que comparten ese viaje por primera y última vez, creando durante el trayecto una comunidad efímera, en la que se cruzan sus historias.

Un momento naturalista que cambia, por completo, de significado si recordamos que Aqueronte, en la mitología griega, era uno de los cinco ríos del inframundo, morada final de muertos y espíritus. En sus aguas nada flotaba salvo el navío de Caronte, marinero que cobraba su travesía para pasar esas almas en su último viaje, con unas monedas de ceniza puestas en los ojos de los muertos.

El marco cambia por completo y las briznas de conversación que escuchamos en el trayecto despliegan todo su significado. El cineasta trabaja con extrema sutilidad el segundo plano, con lo que la riqueza de significados se multiplica. La ardiente pareja en el interior de un coche choca con la imagen de un solitario pasajero con un triste ramo de flores en la mano, un lamento cobra importancia por la mirada de otro viajero… Todo un viaje de contrastes, sensaciones y sentimientos que afloran, desaparecen y vuelven a nacer, bajo el meditativo estado que provoca el suave balanceo sobre el agua.

Manuel Muñoz Rivas ha filmado una de las obras más hipnóticas y sensuales de la cosecha del año. En un Guadalquivir de una belleza abrumadora, el sentido de la vida cobra significado cuando se avanza en una barcaza que, en sí misma, es el perfecto dispositivo cinematográfico: giros, planos y travellings… Uno de los momentos más bellos e intensos del festival de Málaga.

Documentales Cortometrajes Sección Oficial – 26ª Edición del Festival de Málaga  


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.