En 1908, tras los primeros balbuceos de un cinematógrafo naciente, Francia decidió concebir un proyecto que utilizase las imágenes del nuevo descubrimiento, en un principio más científico que artístico, como la maquinaria perfecta para conservar no solo grandes acontecimientos y personajes sino también ámbitos personales mucho más íntimos.
La idea era instalar en los cementerios equipos profesionales de cinematógrafos que captasen el último acto público de cada individuo, para que las familias de los fallecidos pudiesen conservar para siempre su recuerdo. El séptimo arte, aunque en realidad esta definición llegaría un lustro después, nace como vocación de memoria y no de ficción.
El último cine, el más anclado en la realidad, el más arriesgado y, de hecho, el más interesante, ha regresado a la función original del cine. Aún más, se ha transformado en el arma de combate que equilibra una historia oficial incompleta, escrita de una manera sesgada, bajo las ideas dominantes de su tiempo.
Paloma Zapata presenta su tercer largometraje, justo después de su paso por el festival de Thessaloniki, La Singla, tras su ópera prima Casamance, la banda sonora de un viaje (2016), y Peret: yo soy la rumba, película de clausura del In-Edit Festival Internacional de Cine Documental Musical de 2018.
Justo cuando estaba preparando su obra sobre el cantautor y guitarrista Peret, la cineasta descubre al extraordinario personaje de La Singla. Recogiendo la tradición de un cine como contra historia (concepto de 1976 del historiador y cineasta francés Marc Ferro, fecha casi exacta en la que La Singla desaparece de la escena), Paloma Zapata decide crear un dispositivo en que aglutina imágenes reales y ficción documentada en una de las películas total flechazo del Festival de Málaga.
50 años después la directora nos cuenta la historia de Antonia Singla. Una joven de 17 años, considerada en 1965 por la prensa alemana como la mejor bailaora de flamenco del mundo, mientras era prácticamente desconocida en nuestro país.
Lo mejor que te puede pasar con La Singla es que no escuches nada (literalmente) de su historia. La Singla es una película en la que hay que hacer oídos sordos de los que desvelan historias, destripan intrigas y se limitan a glosar sinopsis.
La Singla es pura realidad, un excelente thriller de suspense y un doble descubrimiento. El de una mujer de unas impresionantes alas que rompe con su tiempo y el de la certeza de que el cine sirve para restituir olvidos que prefieren silenciar a afrontar la verdad. La Singla hay que sentirla en la piel y verla desde el interior porque es de las películas que transforman al espectador cuando sale de la sala. Escucharás, por fin, la historia, porque no hay peor sordo que el que no quiere oír.
