Las palabras fluyen de la boca de Javier Barbero, con una cadencia rítmica, que encuentra siempre el término perfecto, la referencia adecuada. Su conversación trasluce así un pasado como adolescente rapero y una pasión por el cine, que combina el rigor de clásicos como Ozu o Kurosawa, con las autoras europeas más vanguardistas, como Sciamma o Rohrwacher.
Barbero acaba de lanzar al ruedo de festivales internacionales Los ojos de Érebo. Un cortometraje sobre la pobreza energética, protagonizado por Maribel Martínez y Ruth Gabriel. Es su particular carta de presentación cinematográfica. Y también la de Fourminds Films, la prometedora productora que fundó en Granada hace apenas unos años, junto a sus socios Sergio Llastarry y Juanmi Cristóbal.
Barbero defiende, con Los ojos de Érebo y La cuarta edad -su ópera prima en desarrollo- un cine “intimista y de autor”. No parece casualidad que su obra cuente ya con el apoyo de Pecado Films, productora de Viaje al cuarto de una madre, la multipremiada ópera prima de Celia Rico y uno de los mayores éxitos recientes del cine andaluz de autor(a).
¿Cuál es el origen de Los ojos de Érebo?
Fue viendo las noticias con mi pareja: una mujer mayor había muerto porque se le había incendiado su casa con una vela. La mujer trataba de calentar así su casa, ya que no podía pagar la calefacción. Le comenté a mi productor que quería contar una historia sobre la pobreza energética y sobre nuestro miedo a quedarnos solos. De ahí salió una primera versión de guion.
¿Qué querías denunciar con Los ojos de Érebo?
Yo he crecido en un pueblo, con una familia muy unida, y me sigue chocando que seamos una sociedad de individuos cada vez más cerrados sobre nosotros mismos. La pobreza energética es un problema social, que afecta personas que no tienen recursos suficientes para pagar la luz. Es algo que ocurre en toda Europa y que, con el aumento del precio de la luz, y más ahora con subidas de precios escandalosas, se va a agravar este invierno.
¿Cómo fue el proceso de desarrollo?
Empezamos a mover el proyecto en talleres y diferentes festivales. Con una primera versión nos seleccionaron en el New Directors New Films Festival, donde varios cineastas europeos nos ofrecieron una perspectiva muy interesante para avanzar. El siguiente paso fue en el Festival Cinejoven de Almería, donde ganamos el premio a mejor proyecto. Así pudimos grabar el teaser, que fue imprescindible para que los productores pudieran ver el tipo de cine que queremos hacer.
¿Qué otros apoyos habéis encontrado?
El mayor ha sido la ayuda para cortometrajes de la Junta de Andalucía, siendo el proyecto con más puntuación, que logramos gracias al apoyo de Pecado Films.
¿Qué ha supuesto el apoyo de la productora de Viaje al cuarto de una madre (Celia Rico)?
Lo más importante ha sido encontrar un productor que me entienda a largo plazo. Conocimos a José Alba y Odile Antonio-Baez durante la Berlinale. Le conté el argumento de la peli que estaba escribiendo en dos minutos, les mostré el teaser del corto y decidieron embarcarse en la aventura de producir Los ojos de Érebo y más adelante el largometraje (La cuarta edad).
¿Y a quién tenías en mente como protagonista de Los ojos de Érebo?
Llegamos a tener varias conversaciones con Kiti Mánver, pero, por fechas, no pudo ser, así que hicimos un casting y llegamos hasta Maribel Martínez, que nos definió el personaje perfectamente con tres frases. La conexión fue instantánea. Hizo secuencias muy difíciles y hemos quedado muy satisfechos con su trabajo, en lo profesional y personal. Por su parte, Ruth Gabriel se prestó a hacer todo lo que le propuse. Tenemos muy buen recuerdo de ella.
¿Cómo formasteis el equipo técnico?
El 90% del equipo de producción es de Granada. Del equipo técnico tengo que decir algo que reivindicamos mucho en mi productora: que en Granada hay profesionales de un gran nivel. Entre ellas, Paula Fernández, una directora de arte que fue capaz de montar una casa de una persona mayor con sus recuerdos y todo desde la nada.
¿Cuánto duró el rodaje y cómo fue la experiencia?
El rodaje duró cuatro días y se llevó a cabo en una casa de Maracena (Granada). A nivel de dirección, buscaba un solo espacio para que la actriz pudiera meterse en el personaje. Cuando encontramos la casa, estaba vacía y hubo que darle vida mediante un trabajo de arte precioso. Fueron jornadas muy intensas, en las que el equipo, de 30 personas, lo pasó muy bien.
¿Qué distribución ha tenido Los ojos de Érebo hasta la fecha?
El cortometraje empezó su distribución hace tan solo cuatro meses y ya ha sido seleccionado en cinco festivales, como el Festival Triste para Siempre de Portugal, el Festival de Festimatge de Barcelona, el DecortoAn de Jaén y el Certamen Miradas de Luxemburgo.
¿Cuáles han sido tus influencias en este cortometraje?
Con mi director de fotografía, Juanmi Cristóbal, trabajé mucho en los esquemas de iluminación presentes en la película Ida (Pawel Pawlikowski) y pinturas como La lechera de Johannes Vermeer, ya que ambas hablan de la vida sencilla y austera. Sin embargo, Amour (Michael Haneke) fue clave para enfocar la historia que queríamos ver, aportándonos el sentido narrativo y creativo que buscábamos.
¿Qué cineastas dirías que han influido más en tu visión del cine?
Me apoyo mucho en lo que me transmite Yasujiro Ozu o Akira Kurosawa, que tuvo una época muy intimista con películas como Vivir. También hay bastante del Ingmar Bergman de Fresas salvajes. Es un universo en el que me siento cómodo. De las directoras de la nueva ola, como Alice Rohrwacher o Celine Sciamma, me gusta su capacidad para que con uno o dos personajes ya puedas contar la película. También me gustan mucho los ritmos pausados, como los que practica Manuel Martín Cuenca en Andalucía. No hacen falta grandes giros ni diálogos.
Martín Cuenca rodó precisamente en Granada Caníbal: ¿Qué ventajas dirías que tiene rodar aquí?
Rodar en Granada, una de las ciudades más bonitas de Andalucía, es una delicia. Al ser una ciudad pequeña, todo queda en familia. A nivel de industria está poco explotada, pero cada vez vienen más producciones, que no solo encuentran aquí localizaciones perfectas, sino equipos técnicos que lo ponen todo muy fácil. Granada es una ciudad preparada para venir a rodar y hay productoras como la nuestra que lo demuestran.
¿Y qué papel está desarrollando tu productora en esta industria del rodaje en Granada?
Fourminds Films se está posicionando como un gran aliado para rodar en Granada. Estamos demostrando que no solo sacamos proyectos propios, sino que podemos trabajar con nuestros socios de ANCINE, en producciones como Secaderos, el corto del director sueco Hussain Currimbho Alhambra, La Unidad o El refugio. Los rodajes afloran en Granada y están proporcionando una solidez industrial que va a prosperar: los rodajes han llegado para quedarse.
¿Cuál es tu próximo proyecto?
Estoy con tres proyectos paralelos. Por un lado, un corto documental sobre mis abuelos que he rodado durante seis años y se distribuirá en enero. Su título provisional es Aurora y Antonio. Por otro lado, llevo varios años trabajando en el guion de un largometraje, La cuarta edad, que ha estado seleccionado en varios talleres de desarrollo de guion, como el Zagreb Film Festival y Sources 2 de Europa Media Creativa. Gracias a estos talleres la historia ha avanzado muchísimo. La película habla sobre la relación de una nieta con su abuelo, cuando esta vuelve al pueblo donde se crio de pequeña. Cuenta con la producción de Pecado Films y se rodará entre 2023 y 2024 en La Alpujarra de Granada.
¿Qué otros proyectos estáis desarrollando desde Fourminds?
Estamos trabajando en la película Secaderos (Rocío Mesa, La Claqueta PC) como productora colaboradora, y tenemos un proyecto de cortometraje para rodar en Sevilla el año que viene que se titula La humildad, que acaba de recibir las ayudas de la Junta de Andalucía a producción de cortometrajes.
Fotos: María Juárez