'Los abrazos rotos'

En una serie de artículos sobre la cuarentena, Pedro Almodóvar ha logrado ponerle palabras a la dura situación que atravesamos mejor que nadie, despojándose de artificios, apelando al humor y conectando con nuestra más desnuda humanidad

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6 Abr 2020
Alejandro Ávila
the nest

El cine no solo hay que verlo. Hay que hablarlo, debatirlo, leerlo, compartirlo… Y pensarlo. Esto último no es una frase mía, sino del profesor José Luis Sánchez Noriega. Gracias a él, aprendí a amar el cine de Pedro Almodóvar.

Sí, ya me encantaban Volver y Mujeres al borde de un ataque de nervios. Sí, ya había visto La mala educación o Julieta. Pero aún quedaban muchas por ver. Aún no lo amaba como lo amo ahora y como estoy seguro de que lo ama José Luis.

Gracias al libro de Sánchez Noriega, Universo Almodóvar. Estética de la pasión de un cineasta posmoderno, descubrí dos ideas fundamentales del cine almodovariano: que su filmografía trasciende, como conjunto, a la suma de sus partes y que hay en su cine una pasión, una obsesión por los sentimientos y las emociones más puras. Una visión desprejuicida sobre el amor y las relaciones, que según mi amigo Pascal Edelmann abonó el terreno para que los españoles nos regaláramos la ley de matrimonio igualitario más avanzada del mundo.

'Hable con ella'.

‘Hable con ella’.

Una verdad revelada

Fue una verdad revelada que me hizo mirar con otros ojos cada plano, cada personaje, cada decorado, cada referencia y, en definitiva, cada película de Almodóvar. Estos días he descubierto con un enorme gozo que a nuestro gran director patrio no solo hay que verlo, sino también leerlo. Y lo hago, para mi grata y enorme sorpresa, en eldiario.es.

En dos artículos maravillosos, descubro a un ser humano solitario, cálido, chismoso y divertido. Encuentro a un escritor extraordinario, pero también a una persona generosa. Almodóvar nos revela sus intimidades, pensamientos, miedos y emociones, compartiendo con todos nosotros uno de los secretos mejor guardados sobre Madonna, La Reina del Pop. Un incidente, lleno de anécdotas, de las que él fue testigo (y víctima) de primera mano.

Mujeres al borde de un ataque de nervios

En estos días de confinamiento, aquellos días en los que la pesadumbre no me vence, he llegado a la conclusión de que aquellos que, anímica o físicamente, nos encontramos en forma tenemos el deber -casi militante- de reconfortar, acompañar y entretener a nuestros amigos, vecinos y familiares. Que aunque estemos encerrados entre cuatro paredes, la calle se ha convertido en una plaza pública que nos une y responsabiliza a todos con todos.

Pedazos de intimidad

Me da la sensación de que Almodóvar ha llegado a esa misma conclusión. Y que por eso nos regala estos textos maravillosos que expresan con tanta precisión lo que todos sentimos en esta cuarentena. Sus textos están escritos de manera amena, sencilla y profunda, regalándonos, ahora sí, pedacitos de su intimidad que sabe que nos van a regocijar.

Pienso en estos artículos como actos valientes, generosos y humildes. Un paso adelante que lo encumbra como el gran maestro contemporáneo del cine español. Por sí aún había dudas…. Y es que, desde hace tiempo, tengo la sensación de que todo homenaje a Almodóvar es poco, ya que más allá del cine de culto, autor o género, fuera de nuestras fronteras el cine español tiene, de momento, un único nombre propio: Pedro Almodóvar.

Es un buen momento para celebrar y homenajear a un cineasta que no es solo maestro de su oficio, sino una persona generosa, que ha sabido ponerle palabras a este momento oscuro y regalarnos reflexiones tan certeras como estas: “Por primera vez el lenguaje no es una convención banal y las palabras tienen significado. Me tomo muy en serio lo de contestar y cada noche hago una ronda para enterarme de cómo están mi familia y los amigos”. Cómo no sentirse identificado con él.

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