Entrevistamos a Jota Linares, que ha rodado su primer largo, ‘Animales sin collar’, grabado en Sevilla con producción de La Canica Films. Una película que ha cumplido su sueño de hacer cine con un gran reparto (encabezado por Natalia de Molina y Daniel Grao) y “con un equipo que cobre”

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21 Oct 2018
Juan Antonio Bermúdez
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Entrevistamos a Jota Linares (Algodonales, Cádiz, 1982), minutos después de bajar la última claqueta de su primer largo, Animales sin collar. Seis semanas de rodaje en Sevilla y Carmona que tuvieron otras seis semanas previas de preparación. Tras llamar la atención con Ratas, 3,2 (lo que hacen las novias) y Rubita, tres cortometrajes que suman muchas selecciones y premios, Linares ha debutado en el largo como deseaba: con un reparto notable (encabezado por Natalia de Molina y Daniel Grao) y una producción “en la que al equipo se le paga por su trabajo”, gracias a la implicación de Beatriz Bodegas y La Canica Films, una de las productoras españolas de referencia desde su éxito el año pasado con Tarde para la ira, otra ópera prima.

 

Juan Antonio Bermúdez (JAB): ¿Cuáles son las sensaciones ahora mismo, justo al terminar el rodaje de tu primer largo?

Jota Linares (JL): Está todo muy revuelto emocionalmente. Tengo en el equipo muchos amigos. Cuando terminas la peli y los abrazas, te das cuenta del viaje emocional y profesional que has vivido, es muy bonito. Ahora mismo te diría que ha sido la aventura de mi vida. Es una gran experiencia y son muchas sensaciones juntas, todas positivas.

 

JAB: ¿Qué queréis contar con Animales sin collar?

JL: Es la historia de cinco personas que están buscando su identidad, su lugar en el mundo. Habla sobre la culpa, sobre el perdón, sobre la ambición y sobre las segundas oportunidades, que a veces son las últimas. Todo esto protagonizado por un joven político, que está a punto de tomar posesión como presidente de la Junta de Andalucía, y por su mujer. Ella sabe que tiene un secreto que puede cambiarlo todo, dinamitar su vida. Justo tres días antes de que sea investido presidente, aparecen tres amigos de un pasado común que tienen secretos y todo se precipita hacia una situación en la que sale lo mejor y lo peor del ser humano.

 

JAB: No es frecuente que el cine español hable sobre la política y los políticos de forma tan explícita, me parece valiente que tú te hayas atrevido.

JL: Me interesa lo que se ha dado en llamar “la nueva política”, pero la película no habla exactamente de eso. Uno de los protagonistas (al que interpreta Daniel Grao), es un político de nueva hornada, un joven idealista que cree que puede cambiar las cosas y luchar contra el orden establecido. El personaje es ese, pero la película no va exactamente de eso. Lo que ocurre es que la política me parece un contexto apasionante porque junta dos conceptos que me interesan mucho: la esperanza y la desilusión.

 

JAB: ¿Y por qué te interesó concretamente centrar la historia en unas elecciones autonómicas andaluzas?

JL: Las elecciones autonómicas de 2015, que es el contexto ficticio en el que está ambientada, me interesaron mucho como persona, como ciudadano. Había una mezcla extraña de emociones. Había la idea de que se pueden hacer las cosas bien y, si se hacen mal, van a tener su consecuencia. Y a la vez se pensaba: ¿cómo va a ser esta gente?, ¿se van a corromper?, ¿van a ser igual que los otros?, ¿van a ser de verdad gente buena? Ese es el contexto, pero la película va sobre otras muchas cosas.

 

JAB: Venías de haber rodado cortos de éxito y tenías muy claro que querías hacer tu primer largo en condiciones, digamos, “dignas”, que “al equipo se le pague por su trabajo”, en tus propias palabras en otra entrevista. Me parece importante que un director debutante reclame eso en un momento en el que parece que hacer cine, como técnicamente puede ser algo más fácil que hace unos años, se hace “por amor al arte”.

JL: Es que ese es un gran error. Hay que pensar en la cantidad de gente que trabaja en una película y la cantidad de familias a las que alimenta el cine. Hacer una película es muy complejo. Alimenta a mucha gente, hace que se cotice mucho a la seguridad social. ¡Es un trabajo! Yo no podría hacerlo sin cobrar, por mucho que me guste o por mucha pasión que se le ponga. Tú trabajas, cotizas, pagas tus impuestos y consigues un sueldo. Otra cosa es que el trabajo te apasione. Yo no podría hacer una película sin cobrar porque tengo un alquiler que pagar, tengo un perro que a veces se pone enfermo y debo llevar al veterinario, tengo la costumbre de comer tres veces al día… Y hacer una película te absorbe de tal manera… Es muy sacrificado, son muchísimas horas al día en la preparación, en el rodaje y en lo que viene después. Yo no puedo estar compaginándolo con otro trabajo, este es mi trabajo.

Jota Linares y Natalia de Molina en el rodaje de 'Animales sin collar'

Jota Linares y Natalia de Molina en el rodaje de ‘Animales sin collar’

 

JAB: Me imagino que sientes una gran responsabilidad al trabajar con Beatriz Bodegas y con La Canica, la productora de la película revelación del año pasado (Tarde para la ira). 

JL: ¡Muchísima! Y además todo el mundo te la recuerda constantemente.

 

JAB: ¿Y cómo la convenciste para el proyecto?

JL: A través de un amigo común. Contacté con ella y en ese momento estaban montando Tarde para la ira. Organicé un pitching, ahí le presenté el proyecto y le gustó. Yo tengo una deuda de gratitud enorme con ella por apostar por un director joven al que no conocía. Y me ha cambiado la vida, claro.

 

JAB: Eres uno de esos cineastas andaluces que viven en Madrid, ¿cómo ha sido rodar en Andalucía?

JL: Hemos rodado en Carmona y en Sevilla capital. Vivo en Madrid porque es verdad que mi trabajo se mueve allí. Pero yo soy muy andaluz, me encanta mi tierra, mi acento, la luz… La fotografía que se consigue rodando aquí, con esta luz, no es fácil de encontrar en otros sitios. Es una pasada. Ahora, cuando hemos estado rodando exteriores en el campo de Carmona, parecía que estábamos en un western, es impresionante. Yo soy de Algodonales, en la provincia de Cádiz. Estudié en Málaga la carrera y luego me fui a Madrid. Y tenía claro que quería rodar en Andalucía, con acento andaluz. Soy de aquí y me gusta.

 

JAB: ¿Qué expectativas tenéis ahora? ¿Manejáis ya una fecha para tener listo el montaje y estrenar?

JL: Ahora mismo las expectativas son terminar bien la película, el montaje y todas las fases que quedan. A partir de ahí, ya hay muchas cosas que se escapan de mi control y pensar en ellas ahora mismo solo me sirve para enturbiar mi trabajo. Estoy muy contento con el material, estoy muy contento con el rodaje, estoy muy contento con el equipo… Y ya, a partir de aquí, es la productora de la película la que debe marcar el camino. Esperamos estrenar el año que viene, pero no puedo pensar ahora mismo en nada más. Lo primero era el rodaje, lo hemos terminado hace una hora y ahora viene otro proceso diferente que, como la vida, que es maravillosa, espero que me vaya sorprendiendo.


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