El documental de Guillermo de Oliveira es una magnífica revelación, un ejercicio de arqueología cinéfila, que nos muestra el enorme calado sociológico de ‘El bueno, el feo y el malo’

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21 Oct 2018
Juan Gabriel García
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Este fin de semana se estrena en cines el documental Desentarrando Sad Hill, una producción de Zapruder Pictures, distribuida por Con un pack, y que dirige Guillermo de Oliveira. Cuenta la historia de la reconstrucción del cementerio de Sad Hill, una de las localizaciones más importantes de El bueno, el feo y el malo, el western de Sergio Leone rodado en 1966 con el que cierra su famosa trilogía del dólar.

La localización real en la que transcurre el final de la película, con el notorio triello entre Clint Eastwood, Lee Van Cleef y Eli Wallach, se encuentra en el Valle de Mirandilla, en Burgos, y el documental se centra en la historia de un grupo de admiradores que un día decidieron desenterrar el cementerio, que había quedado bajo tierra debido al paso del tiempo y la erosión. En cuarenta años prácticamente nadie había pasado por este lugar.

Amor y pasión son los principales sentimientos que desprende esta historia, un documental entretenido, didáctico y emocionante. Su esencia se cimienta en esa magia inenarrable que convierte al cine en un arte tan especial, tan importante para muchas personas a las que una película, o una secuencia como en este caso, marca sus vidas para siempre.

Desenterrando Sad Hill

Desenterrando Sad Hill

El elenco de expertos con los que cuenta el documental ya hace que resulte atractivo sumergirse en él. Algunos de los cineastas implicados en la creación de la inolvidable secuencia, como el músico Ennio Morricone, el montador Eugenio Albiso, el operador de cámara Sergio Salvati, o el mismísimo Clint Eastwood, comparten sus recuerdos y sensaciones.

Álex de la Iglesia, Christopher Frayling, el director Joe Dante o James Hetfield, cantante de Metallica, grupo que durante más de treinta años ha abierto sus conciertos con las imágenes y la música de la secuencia de Sad Hill, entre otros muchos, contribuyen a engrandecer el completo repertorio de expertos.

Pero los grandes protagonistas de esta historia son los integrantes de la Asociación Cultural Sad Hill, esos incondicionales de Leone casi anónimos que juntaron sus fuerzas para trabajar por un ilusionante proyecto, recuperar el cementerio de la forma más parecida posible a como lució en la gran pantalla en 1966. Su pasión, esfuerzo y entrega no han tenido límites. Resulta imposible, para cualquiera que tenga un poco de empatía, no emocionarse con estos hacedores de sueños.

Desenterrando Sad Hill

Desenterrando Sad Hill

El Valle de Mirandilla se ha convertido en un punto de peregrinaje para todos los admiradores de esta película, que cada vez son más en todo el mundo. Desenterrando Sad Hill también habla de Almería, la otra gran localización española de la película, y ofrece un ingente muestrario de imágenes con un tratamiento visual muy atractivo.

Entre las frases célebres que aportan los entrevistados en esta obra, podemos mencionar la reflexión de Joe Dante, cuando valora que las personas que se han sumado a la reconstrucción del cementerio buscan “sentirse parte de algo eterno”. O la opinión de Chritopher Frayling cuando afirma que la historia de Sad Hill aporta “algo de magia a tu vida”.

Desenterrando Sad Hill es una magnífica revelación, una historia que habla de una película que une a padres e hijos, en una especie de ejercicio que podríamos denominar como arqueología cinéfila, una obra que nos muestra el enorme calado sociológico de El bueno, el feo y el malo, una honesta visión que nos llena de argumentos para afirmar sin complejos que Sergio Leone es uno de los mejores y más influyentes directores de la historia del cine.


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