José Luis Cienfuegos afronta la edición más compleja de la historia del Festival de Sevilla, defendiendo la seguridad de las salas de cine, la excelente cosecha de cine europeo de este 2020 y una apuesta complementaria por la programación online

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6 Nov 2020
Alejandro Ávila
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Fotos: Antonio de Lamadrid (Festival de Sevilla)

Night of the Kings (Philippe Lacôte) es una de las películas sobre las que el director del Festival de Sevilla, José Luis Cienfuegos, pone en el foco de esta compleja 17ª edición. Programada en la vanguardista Las Nuevas Olas, Cienfuegos percibe que los nuevos cineastas “han dejado atrás el cine contemplativo” y ansían, como en la propia película francesa, contar historias con franqueza.

Ese deseo narrativo primigenio ha quedado reflejado en una sección, Historias Extraordinarias, mientras la mirada de las nuevas generaciones de cineastas seguirá presente en Las Nuevas Olas (una selección de películas de ficción de la sección se podrá disfrutar en Filmin), los grandes títulos del cine europeo pugnarán en sección oficial por el Giraldillo de Oro, el cine español descubre sus nuevos talentos y la cinematografía andaluza se consolida inequívocamente.

Las historias vuelven, en fin, a lanzar su haz de esperanza sobre una ciudad confinada y una cinematografía europea, que resiste en las salas de cine de Sevilla. Charlamos con el director del certamen europeo sobre festivales online, militancia cultural, apuesta por las salas de cine y una programación que recoge una excelente cosecha de cine europeo.

Un festival de cine es una compleja red de obras, personas y relaciones, que se celebra en un brevísimo espacio de tiempo. ¿Qué ocurre cuando una pandemia le suma incertidumbres?

A lo largo de estos meses, hemos gestionado el alud. Hemos pasado del desconcierto a la voluntad plena de seguir adelante, intercambiando información, experiencias, estrategias y debates.

¿Con qué apoyos habéis contado los festivales?

Ha sido muy importante la labor del Ministerio de Cultura, del ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales), que desde el primer momento se situó a la cabeza, para compartir nuestras ideas, estrategias y conocimientos. Las instituciones no se quedaron paradas. Al contrario, plantearon soluciones a cuestiones tan delicadas como la justificación de unos gastos que podían o no tener lugar.

Con el confinamiento extendiendo su sombra: ¿Ves posible una sección oficial online del Festival de Sevilla?

Las películas del festival son tan recientes, que no han tenido prácticamente circulación o son premiere internacional. Por tanto, nos encontramos en la misma situación que festivales Seminci, Sitges o San Sebastián. Creo que, en el debate sobre una edición online, estamos dejando de lado el respeto a los creadores.

“Las instituciones no se quedaron paradas. Al contrario, plantearon soluciones a cuestiones delicadas”

En los últimos días, ante el agravamiento de la pandemia, festivales como Gijón o Huelva han apostado por una edición 100% online o que minimiza al máximo la parte presencial. Entendiendo que cada festival tiene su personalidad, ¿qué le impide a Sevilla seguir ese modelo, en estas circunstancias?

Lo marca el peso específico de los festivales. De la treintena de distribuidores internacionales que tienen los derechos de nuestras películas, solo había una a la que le era indiferente que fuéramos online o presencial. En cualquier caso, es una condición esencial para participar en el Festival de Sevilla: si los cines están abiertos, las películas se tienen que proyectar, ya que entran en juego el pago por exhibición o la geolocalización. Puede haber países donde esas películas se proyecten (en plataforma), pero no se hayan estrenado (en salas), de manera que podemos perjudicar su estreno con la piratería. En cualquier caso, vamos a tener 25 películas que son de estreno online.

Festivales como San Sebastián, Valladolid o Sevilla han insistido en que no pueden ser 100% online, y que, por ejemplo, no pueden proyectar la última película de Woody Allen en una plataforma digital. Explícanos por qué.

Entran en juego temas como la circulación y los derechos de las películas, así como la piratería. Por eso, tenemos que respetar el calendario y el recorrido de las películas. Después de Sevilla, es habitual que otros festivales estrenen películas de nuestra sección oficial, generando unos ingresos muy interesantes para las distribuidoras. Además, reivindicamos el respeto a la obra cinematográfica y sus autores (proyectando las películas en salas de cine). Algunos responsables de plataformas digitales son los primeros en reclamarlo así, porque quieren que las salas de cine sobrevivan y que sus películas adquieran prestigio.

¿Estamos ante una nueva era, en la que los festivales tendrán que habilitar salas de cine online, con un número limitado de pases y localidades? ¿Va a cambiar el modelo?

El modelo online no es incompatible (con la proyección en salas). Hay que mirar qué tipo de película es, en qué momento de su carrera está, si la película es inédita en el país o si no forma parte de esta retrospectiva. Creo que es una barbaridad exigir que se cuelgue nuestra sección oficial online, algo que no se le exigió a Sitges, San Sebastián ni Seminci. Una película necesita pasar por festivales, tener una carrera comercial y recibir el pago de derechos de exhibición.

“Una película necesita pasar por festivales, tener una carrera comercial y recibir el pago de derechos de exhibición”

Defiendes el modelo presencial como un ejercicio de responsabilidad. ¿Por qué el cine en salas es, hoy en día, un acto de responsabilidad?

Los cines están abiertos y en las actividades culturales no ha habido brotes significativos. Además, hay una campaña del Ministerio de Cultura defendiendo que el cine es seguro. Por no hablar de que hay unos compañeros, directores de festivales, que han hecho un trabajo ejemplar: Málaga, San Sebastián o Seminci, que han llevado a cabo su trabajo con rigor y seriedad. Se han echado muchas horas extras para mantener unos protocolos de seguridad, de cara al espectador y los trabajadores.

¿Y los puestos de trabajo?

Sí, hay una cuestión fundamental, que es la de los puestos de trabajo. En el Festival de Sevilla hay cien personas trabajando. Un rodaje genera puestos de trabajo, pero un festival también. No es algo residual. Además, ha habido un apoyo decidido para mantener la agenda cultural por parte del Ayuntamiento de Sevilla, que ya ha sacado adelante, con éxito, la Bienal de Flamenco. Por no hablar de que las ayudas de los festivales para la exhibición y la distribución, a través de sus premios, permiten que las películas circulen y se vean.

“Los festivales de Málaga, San Sebastián o Seminci han llevado a cabo un trabajo ejemplar”

El jurado de sección oficial acude a Sevilla para ver las películas en salas de cine. Si hay confinamiento antes de que acabe el festival, ¿tendremos palmarés?

Que los premios se van a otorgar es algo que está claro. Además, estamos trabajando en planes que llevamos desarrollando desde hace mucho tiempo. Ya estábamos trabajando en ofrecer nuestras películas a través de Filmin, pero tienes que dar unos argumentos sólidos para que esas películas vayan online: el riesgo de confinamiento o el cierre perimetral. Cuando esos argumentos son inapelables, las cosas fluyen. No somos de los que nos quedamos parados: hemos adaptado la sección de industria a formato online y tendremos presencia de películas españolas de sección oficial en la Academia de Cine española, gracias a la generosidad de la Academia y tras una conversación con el ICAA.

¿Qué películas le recomendaría a sus espectadores el director del festival?

Hemos disfrutado mucho con la nueva sección de Historias Extraordinarias. Lástima que lo hayamos arrancado en un año como este, pero le da aire fresco al festival, permite que respire. Lo que antes hacíamos con dos o tres películas de programación, la hemos convertido en una sección: películas que te cuentan historias de una manera directa, muy sinceras. No somos muy dados a los sentimentalismos, pero son películas que nos han emocionado.

Hay varias películas procedentes de la Berlinale, probablemente la mejor edición que hemos visto en la última década. ¿Goza de buena salud el cine europeo de este año?

 Tenemos Ammonite (Francis Lee), una obra monumental como DAU Natasha (Ilya Khrzhanovskiy, Jekaterina Oertelo) Gagarine (Fanny Liatard, Jérémy Trouilh), que estaba llamada a ser la película revelación de Cannes. Y a autores como Christian Petzold (Ondina) o Gianfranco Rosi (Notturno). El programador, Javier H. Estrada, bromeaba con eso: “Lo mejor que podemos decir de la programación es que no parece que sea de 2020”.

El programador, Javier H. Estrada, bromeaba con el nivel de este año: “Lo mejor que podemos decir de la programación es que no parece que sea de 2020”

Tras ver cientos de películas, todos los años encontráis un hilo que une muchas de ellas. ¿Habéis encontrado algún punto de conexión este año?

Los nuevos modelos familiares, vinculado a la temática LGTBI. El tema de las fronteras que es recurrente y no sé si llamar cine político, cine que reescribe que reflexiona sobre la historia contemporánea de Europa.

Si tenemos que hablar de vanguardias, en secciones como Nuevas Olas, ¿qué tipos de innovaciones narrativas, estéticas o de otro tipo has encontrado en estas nuevas generaciones del cine europeo?

Me ha llamado la atención que se ha dejado atrás ese cine contemplativo, ese cine de la mirada. Lo que algunos llaman el cine de festival. La mejor prueba es la sección de Historias Extraordinarias, en las que está el deseo de contar historias, de narrar. Una de las que más nos gusta es Night of the Kings, que habla precisamente sobre el deseo de contar historias.

El cine andaluz ha ido adquiriendo más peso, se ha hecho competitivo, ha logrado enhebrase con la línea de programación del festival: ¿Cómo has visto su evolución en los ocho años que llevas dirigiendo este festival?

En los últimos años sí que ha habido unos caminos de unos cines más libres, sobre todo en el ámbito del documental. Me alegro de que haya cine militante, con un peso ideológico, ya que se hace menos cine político del que deberíamos. Y este año había una voluntad de reivindicar cineastas de verdad, aunque se manejen en un ámbito tan independiente como Rocío Huertas, que es una grandísima cineasta, con una mirada particular.

Una de las películas que más nos gusta es Night of the Kings, que habla precisamente sobre el deseo de contar historias

¿Qué nos puede aportar a los espectadores el festival en un momento tan complejo como este?

La vida está ahí y hay que seguir peleando por la cultura, reivindicando a los creadores. Es una labor de militancia.


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