Violeta Salama culmina en Sevilla el rodaje de ‘Alegría’ imprimiendo su particular punto de vista sobre las religiones, con humor y una depurada técnica cinematográfica

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25 Mar 2021
Alejandro Ávila
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Silencio. Motor. Acción. Tras acariciar la mezuzá en el quicio de la puerta, el actor Zohar Liba entra en una estancia cargada de recuerdos. Pasea con parsimonia, deteniéndose en los detalles, en los marcos de fotografía. El hermano de Alegría (Cecilia Suárez), la protagonista, regresa a la casa familiar, tras mucho tiempo ausente.  Y el operador de cámara sigue atentamente sus pasos, sus miradas, sus reacciones. Es el estilo, la visión que la directora Violeta Salama ha imprimido a su ópera prima, Alegría.

Nos encontramos en el último día de rodaje de Alegría, una producción de la productora andaluza La Claqueta y Powehi Films. La acción transcurre en una vieja casa de dos plantas, con un salvaje patio interior, en la localidad sevillana de Castilleja de la Cuesta. En un descanso entre secuencia y secuencia, Salama cuenta a FilmAnd que “la planificación de las escenas viene dada por el punto de vista de las tres protagonistas, mostrando sus reacciones y jugando con lo que ven, en fuera de campo“.

Cuestión de puntos de vista

Aunque se trata de su primera película, la cineasta cuenta con una amplia carrera el mundo del cine como script (Malaka, Adiós, Arde Madrid) y ayudante de dirección (Blancanieves de Pablo Berger o la serie Crematorio). Ese bagaje le ha permitido conectar de una manera especial con su equipo técnico, como Pau Esteve (La Peste, Westworld). Antes del rodaje, se ha documentado con él analizando películas que juegan con el punto de vista como Fuerza mayor o The Square, del director nórdico Ruben Östlund.

En Alegría -protagonizada por Cecilia Suarez, Laia Manzanares, Sarah Perles y Mara Guill-, Salama ha invertido siete años en la escritura de un premiado guion -coescrito con Isa Sánchez, que “recoge historias de mi familia y refleja la convivencia de culturas de Melilla. Cuento lo que supone pertenecer a una cultura y mantener la tradición, en una casa con una abuela sefardí, una tata amazigh y una sociedad católica. Juego con el humor y el conflicto entre religiones”.

Una Melilla vacía

Manolo Limón (Intemperie, La lista de los deseos), director de producción del largometraje, se encuentra bajo el umbral del número 12 de la Calle Real de Castilleja de la Cuesta. Desde ese punto controla el tráfico, pide silencio para el equipo de rodaje y controla todo el operativo de desmontaje de los decorados.

Para el responsable de producción, que los protocolos sanitarios hayan funcionado es uno de los mayores éxitos de este rodaje. “Los protocolos han funcionado. Solo hubo un caso, un figurante, y lo pillamos en el filtro previo”.

No ha sido el único impacto que ha tenido la pandemia sobre el rodaje: al llegar a Melilla, donde está ambientada la película, la encontraron vacía: la ciudad española ubicada en el norte de África se ha convertido en uno de los puntos más castigados por la pandemia de Europa. “Mostramos una Melilla diferente, con poco figuración, pero muy cuidada y que cuente cosas. Mostrar una Melilla vacía era un reto para producción”.

Juego cromático

Hasta en tres ocasiones han logrado vaciar la ciudad. Gigia Pellegrini, jefa de arte, destaca que “al localizar, nos encontramos una ciudad desierta por el COVID. Nos ha ayudado a que hubiera poca figuración y eso contara algo, jugando con los planos generales, los colores y dos puntos de color marcados por la figuración”.

Juegos cromáticos y densidad han transmitido un mensaje concreto: “Hemos jugado con exteriores vacíos e interiores recargados, que no respiran. Es una película muy emotiva, como la vida misma, que habla sobre las oportunidades, los reencuentros y el sosiego tras la tormenta”. Como anécdota: parte de la cubertería de la plata que aparece en la película pertenece a la abuela de la directora: sus álbumes de fotos han sido fundamentales para el equipo de arte.

La nueva producción de Clara Nieto y Olmo Figueredo cuenta, además, con un equipo técnico encabezado por los ganadores del Premio Goya Pau Esteve, Pepe Domínguez, Clara Bilbao o José Manuel G. Moyano.

Una visión clara

Cuenta el equipo de Alegría que, a través de los ojos de Salama, han descubierto una Melilla que no es de tráfico, concertinas y fronteras, sino un crisol cultural, liberal y mediterráneo.

Cecilia Suárez (La casa de las flores), que interpreta a la protagonista, Alegría, también se deshace en elogios con la directora. “El guion está tan bien escrito, que la directora te lo da todo ahí. El centro de la historia es Violeta, que tiene un enorme talento y una visión clara”.

La actriz mexicana dice sentir, en este último día de rodaje, “un poco de nostalgia porque se acabó la fantasía, esta magia entre nosotros. Eso nos hace sentir especialmente sensibles”.  Tras sus palabras, baja las escaleras envueltas en un vestido vaporoso y se encamina a su última escena. “Ha sido un rodaje especial y bonito”, concluye con nostalgia.

Fotos de rodaje: Julio Vergne.

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