El festival de San Sebastián inicia su séptima década de existencia con un despliegue de 181 películas, una sección industrial cada vez más potente, fuerte presencia del sector andaluz en programación e Industria y, fiel a la tradición, con alguna que otra polémica.
Películas indispensables
Difícil escoger entre lo bueno y lo excelente, pero mucho ojo, a estas recomendaciones que no defraudarán a nadie. En la Sección Oficial Fingernails (Esto va a doler), del griego Christos Nikou puede dar la sorpresa final. Estrenada en el festival de Toronto, este ayudante de dirección de Yorgos Lanthimos ya sorprendió con su ópera prima, Apples. Con su segunda película, sin lugar a dudas, se supera.
La poesía visual en All Dirt Roads Taste of Salt, de la fotógrafa americana Raven Jackson; la inquietante trama de The Royal Hotel, de la australiana Kitty Green (también presentada en Toronto) y Kalak, lo último de la guionista sueca de Border (2018), de Isabella Eklöf, pueden encandilar al público…y al jurado (como también lo pueden lograr Cristi Puiu o Joachim Lafosse).
Horizontes Latinos, posiblemente la mejor selección de este año, viene cargado de joyitas. El viento que arrasa, de Paula Hernández, con Alfredo Castro siempre en la excelencia de sus magistrales interpretaciones; Pedágio, de Carolina Markowicz; Blondi, de Dolores Fonzi, El Eco, de Tatiana Huezo; Heroico, de David Zonana; Los colonos, de Felipe Gálvez; Los impactados, de Lucía Puenzo; Tótem, de Lila Avilés. Más no se puede pedir. Muy difícil lo va a tener su jurado para dar solo un premio.
No se puede definir mejor la sección panorama del festival. Perlas trae una selección impecable de diamantes y zafiros cinematográficos: La memoria infinita, de Maite Alberdi; The Zone of Interest, de Jonathan Glazer; El mal no existe, de Ryusuke Hamaguchi; la apoteósica Anatomía de una caída, de Justine Triet…
Imponente presencia del sector andaluz en el festival
Muchas de las películas andaluzas del año y algunos estrenos reafirman la fuerte posición de la producción andaluza en el festival internacional más importante de nuestro país. Entre las premières más esperadas es Amanece, de Juan Francisco Viruega, protagonizada por Aura Garrido y rodada en Almería.
Otro plato fuerte será el homenaje a Víctor Erice y la proyección de Cerrar los ojos, producción andaluza protagonizada por Manolo Solo, junto al regreso de la directora de documentales Mercedes Moncada con Hormigas perplejas, o La Singla, el documental producido por Paola Sainz de Baranda, que suma una larga trayectoria por festivales.
También en la Industria, la Consejería de Turismo, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía, en colaboración con ANCINE (Asociación Andaluza de Productoras de Cine), organizará el jueves 28 el encuentro Cine español: retos y oportunidades de un tesoro interterritorial, con productoras y productores de Andalucía, Catalunya, Euskadi, Comunidad de Madrid y Valencia.
Además, la Andalucia Film Commission organiza el lunes, 25 de septiembre, un encuentro “25 años rodando contigo” sobre la coproducción, en la que asistirán sociedades productoras de cinco Comunidades Autónomas.
Cuota de pantalla nacional
Nadie es profeta en su tierra afirma nuestro sabio refranero. Bien podemos añadir que, si es cierto en nuestro país, no lo es tanto en el cine francés. Un público y una crítica rendido a sus pies hace que Francia se coloque, año tras año, en cabeza de cuota de pantalla de su producción nacional. Casi 41% en 2022 frente al 22% español.
El festival de San Sebastián es el escaparate internacional más potente del sector cinematográfico español, pero también debería ser la ventana que dé más proyección a nuestras producciones.
A título de ejemplo, en la reciente edición del Festival de Cannes, de las 22 películas en competición de la Sección Oficial 12 eran producciones o coproducciones francesas. En el Zinemaldia de las 16 en competición sólo hay 3 españolas (fantásticas y, además, de tres talentosas directoras) … y 5 francesas.
Talento sobra para incluir más producción o coproducción nacional o, al menos, podríamos recordar a nuestros vecinos galos lo bien que nos portamos con ellos. A ver si también hacen los mismo, de vez en cuando. La no inclusión en la competición en Cannes de Cerrar los ojos es una espinita clavada en la retina de cualquier cinéfilo.
Polémica anual
Esta semana aparecían pintadas en contra de la proyección de la película No me llame Ternera, de Jordi Évole, incluida en la sección Made in Spain. Cerca de 500 firmantes reclamaron al Festival de San Sebastián no proyectar el documental, a lo que su dirección respondió ofreciendo un visionado previo. La fiscalía de la Audiencia Nacional rechazó la petición de ver el filme por no encontrar indicios de un supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo.
No podemos más que alabar y aplaudir la firmeza y rapidez del festival por rechazar la cultura de cancelación. Contamos en nuestro país con un conjunto de directores de festivales que, por su experiencia y profesionalidad, podemos asegurar que ninguno de ellos programará nada que enaltezca el racismo, el terrorismo o cualquier lacra social.
Menos defendible es que entre los 3 premios Honoríficos de esta edición no haya una sola mujer. La justificación viene dada por las huelgas sindicales en los Estados Unidos del sector, que han impedido la entrega a las dos mujeres Premios Honoríficos previstos. Dada la situación actual hubiese sido de agradecer la misma rapidez y eficacia en este tema, para mandar también desde el festival un mensaje social sobre la representación de la mujer en el cine. ¿Lo compensará el próximo año con 3 Premios Honoríficos para mujeres? Cruzamos los dedos.
Película sorpresa
Otra de las costumbres que se han instalado en el festival es hacer la quiniela de cuál será la película sorpresa de este año. Así que hay va nuestra apuesta: Priscilla, de Sofia Coppola (con muchísimas posibilidades) o Pobres criaturas, de Yorgos Lanthimos. Buen festival a todos/as.