Ya consolidada como una de las principales referencias del cine dirigido por mujeres, un punto de anclaje que ella nunca pudo tener, la directora de Cerdita comentó su camino por el cine de género. “En España parece que hay una clara distinción entre lo que es el cine serio y el que no, y el cine de género no está considerado como cine serio”.
Si algo ha enseñado este encuentro es que la fuerte personalidad de Carlota Pereda no se dejó intimidar en ningún momento por la escasa presencia femenina en el ámbito de la dirección cinematográfica.
Desde un principio tuvo claro su objetivo, “quería hacer un cine que a mí me gustaría ver. A medio camino del cine de autor y el comercial”. Ella sabía lo que quería. Visto su éxito de crítica y público ella no era la única que quería ver algo así. Desde luego no se iba a hacer a un lado en su lucha de hacer ver su visión de la realidad.
La franqueza con la que la cineasta desvela su experiencia es admirable. Ante el latente rumor de que a veces en el cine hay que sacrificar parte de uno mismo para triunfar, ella viene a demostrarnos que no ha perdido un ápice de su esencia. Vemos la obra de Carlota Pereda y la tenemos a ella en estado puro. Y así queremos seguir viéndola. “Da la sensación de que sólo se puede hacer cine de lo que has vivido en primera persona, pues no”, remata diciendo.
A pesar de la definida y clara personalidad de la directora de La Ermita, a la hora de trabajar en equipo habla de la importancia de una comunicación bidireccional para hacer que todo funcione, como por ejemplo en el caso de Cerdita. “Laura Galán y yo hablábamos de Sara como una persona más”.
O en su último proyecto La Ermita, una película en la que sigue la línea del género del terror y en la cual la protagonista es una niña de nueve años (Maia Zaitegi): “era importante que ella se sintiera segura… acabamos todos bailando Despechá de Rosalía, incluso el monstruo”.
Silvia Hidalgo lo describe muy acertadamente como empatía, además de comunicación bidireccional. La cineasta bromeaba diciendo “esto es una dictadura, pero es una dictadura amable”, refiriéndose a que, aunque sea ella la que tome la decisión final, acepta las opiniones de todo el que se preste a aportar. La directora deja claro que el resultado final de sus proyectos son el resultado de una gran comunicación y confianza.
Uno de sus objetivos ha sido dejar algo suyo en cada proyecto que realizaba, al menos así lo ha expresado al responder a Silvia Hidalgo, sobre cómo afronta un proyecto de encargo. “Considero que al final la película tiene cosas muy mías. Será un encargo, pero también soy yo”.
Esto fue lo que le sucedió con Cerdita porque, al final, “es un honor que crean en tu visión para realizar un proyecto de tal magnitud, que crean en tu forma de ver las cosas”. En este caso se creyó en la forma de ver las cosas de Carlota Pereda y el público lo agradeció acudiendo en masa a las salas de cine.
En lo relativo a sus referentes, la directora lamenta no haber tenido en toda su carrera de cine un referente de directora. “Teníamos más el referente de mujer creadora, como Carmen Martín Gaite aquí en España, pero no teníamos referentes de mujeres”.
Supone una lamentable pena que grandes mujeres talentosas hayan sentido esta soledad a la hora de luchar por sus ideas y su forma de ver las cosas. Hoy, Carlota Pereda, ya se consolidada como referente para todas nosotras, es un claro ejemplo de creer en tu talento y trabajo.
El turno de palabra de las asistentes reafirmó la amabilidad y cercanía de la directora y se plantearon candentes cuestiones como su paso de la televisión al cine. Respondió de manera inspiradora: “estaba harta de esperar mi oportunidad, así que me la di yo misma”. Ante la necesidad de incluir el cine en la educación, planteamiento que Carlota Pereda y Silvia Hidalgo compartían, la directora concluyó diciendo que “el cine es actualmente el lenguaje hegemónico, quizás deberíamos prestarle atención”.
Al finalizar el encuentro, alguna de las asistentes solicitó un consejo para aquellas que estábamos empezando y queremos dedicarnos al sector cinematográfico. Con su abrumadora sinceridad respondió: “solo os puedo decir que confiéis en vuestra resiliencia y trabajo”.
El tiempo ha ido pasando poco a poco y ahora muchas mujeres andaluzas, y futuras cineastas, ya pueden mirar a Laura Hofman, Paz Jiménez, Celia Rico Clavellino, Rocío Mesa, María Gisèle Royo, Julia de Castro… o un poco más lejos, Clara Simón, Estíbaliz Urresola, Isabel Coixet, Icíar Bollaín, Neus Ballús… Y esto solo acaba de empezar.