François Ozon, Ulrich Seidl, Clarie Denis y Rithy Panh impulsan una ilusionante 72ª edición bajo exigentes medidas sanitarias

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12 Feb 2022
Alejandro Ávila
the nest

El argumento, la paleta cromática, las referencias culturales. La Berlinale abrió su ansiada 72ª edición presencial con un rendido homenaje de François Ozon (Gracias a Dios) a Rainer Werner Fassbinder.

Con Peter von Kant, Ozon se adentra en el laberinto de las pasiones, los celos y las triangulaciones amorosas más enfermizas. En primer plano, la historia de un director de cine -Denis Ménochet… no se olviden de su gran (pero breve) papel en la tarantiniana Malditos Bastardos- perdidamente enamorado de su actor debutante.

El gusto por el melodrama, el expresivo empleo simbólico del azul o el rojo, las referencias cultistas y hasta las notas de su banda sonora (¿Ha contratado Ozon a Alberto Iglesias?) hacen converger a Ozon, Fassbinder y Almodóvar para siempre en Peter von Kant.

Incredible But True: El gamberreo de Dupieux

Siguiendo por la senda del humor y fuera de la competición oficial, Berlín ha apostado por uno de los cineastas más gamberros y certeros de los últimos tiempos: Quentin Dupieux. Tras el éxito de Mandíbulas, Dupieux continúa con su imbatible fórmula de surrealismo, humor y crítica social en Incredible, but true.

Aquí el gran enemigo a batir es el tiempo. Y es una tubería, al más puro estilo Mario Bros, la que rejuvenece a los afortunados habitantes de la casa cada vez que la atraviesan. Una pareja madura es la protagonista de este particular giro al género de las casas encantadas de Dupieux.

La lucha contra el envejecimiento, se convierte en una cuestión de géneros estereotipada y criticada por la mirada irónica del director: el hombre busca la virilidad (fálica) y la velocidad (automovilística) para luchar estérilmente contra el paso del tiempo, mientras que la mujer convierte la belleza y la popularidad en su fórmula de éxito personal y social. El experimento, claro está, solo puede salir mal.

Rimini: La mala hostia de Seidl

Pocos directores europeos tienen tan mala hostia como Ulrich Seidl. Una mala baba que emplea de manera inmisericorde contra sus compatriotas austriacos, a los que desnuda ante sus propias miserias.

Sea ficción o no ficción, Seidl vuelve a demostrar en Rimini que no tiene compasión con la estupidez, banalidad y crueldad de sus conciudadanos, en concreto, y con la humanidad, así en general. Aunque vuelve a apostar por algunos de los elementos que caracterizan su estilo (planos generales, encuadres perfectos y sótanos freudianos), el austriaco se centra en esta ocasión en un fracasado cantante que malvive prostituyéndose -en todos los sentidos- en una decadente ciudad costera, Rimini (Italia), que bien podría ser Magaluf, Benidorm o Torremolinos. Richie Bravo se convierte así en la cara B del refinado M. Gustave H. de Gran Hotel Budapest (Wes Anderson).

Con un protagonista sometido al chantaje de una hija a la que repudió, Seidl aprovecha este film crepuscular para retratar el lado más oscuro, más decadente, más pesimista sobre las relaciones paternofiliales.

La Ligne: finas notas de ironía

Tampoco se muestra muy optimista con las relaciones entre padres e hijos La Ligne, de Úrsula Meier. La agresión a cámara lenta de una hija (Stéphanie Blanchoud) a su madre (Valeria Bruni) es el explosivo desencadenante de la historia dirigida por la cineasta francesa.

Una orden de alejamiento de 10o metros -materializada en una circunferencia pintada sobre prácticamente tierra, mar y aire, a manos de la hermana pequeña- marca el reequilibrio de fuerzas de una peculiar familia con una (madre) pianista sorda, una (hija) cantante asmática y otra violenta (hija) guitarrista que, en vez de acariciar su guitarra, libera su ira dando hostias como panes.

Unidas y desunidas por la sangre y la música, las perfectas composiciones corales de Meier reflejan esa unión y separación constante que es, en fin, toda familia. 

Everything Will Be Ok: La Rebelión de Rithy Panh

El director camboyano Rithy Panh sigue ahondando en las raíces del mal, esto es: el autoritarismo. Si hace un par de años, apostó en Berlín por la videocreación de la compleja Irradiés para denunciar los desmanes del genocidio camboyano, en Everything Will Be Ok tira de fábula para explayarse contra todos los instrumentos posibles de manipulación, control y opresión social.

A partir de una animación basada en movimientos de cámara, figuritas de barro (con bastante encanto), videocreaciones y found footage, Panh crea su particular y orwelliana Rebelión en la granja. El cineasta camboyano arremete contra el especismo y el totalitarismo, mezclando, sin solución de continuidad, imágenes de archivos de todo tipo de dictaduras históricas con lacerantes fotogramas de maltrato animal.

Manto de gemas: la violencia narco de cada día

La violencia no termina ahí. El narcotráfico visto desde un punto de vista seco, sucio, cotidiano. Manto de gemas es la particular carta de presentación de la cineasta boliviana Natalia López Gallardo. En Manto de gemas hay una voluntad narrativa fragmentada. Es decir, su narración trata de emular la forma aleatoria, ilógica, con la que la directora considera que discurre nuestra realidad.

La película de López Gallardo es una visión desapasionada, desmitificadora del narcotráfico en las zonas rurales, fronterizas, de México. Una especie de The Wire latinoamericano, con una agente de policía, que, a ratos, recuerda a la Kate Winslet de otra serie de HBO, Mare of Eastdown.

La segunda jornada de la Berlinale terminó con otra película de violencia latente, nada ostensible, pero siempre presente, como un insidioso arroyo subterráneo. 

Both Sides of the Blade: la libertad según Claire Denis

Así es Both Sides of the Blade, de la prestigiosa cineasta francesa Claire Denis, donde la prestigiosa directora francesa vuelve a hacer tándem -como no podía ser de otra forma- con su amada Juliette Binoche. 

Una historia de celos, triángulos amorosos y convictos (excelente Vincent Lindon), que destaca, entre otras cosas por llevar, por fin,  la realidad de la pandemia a la gran pantalla (… distancia social y mascarillas incluidos. Denis ejecuta una reflexión sobre la libertad y la comunicación de la pareja, que resplandece especialmente en su explosivo tercer acto.


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