Seguimos conociendo a los invitados que tendremos este lunes, 11 de marzo, a las 18:00 h. en la sesión de Los Oficios del Cine que dedicaremos al doblaje. Tras entrevistar a Mercedes Hoyos, nos acercamos ahora a Ángeles Neira, sin duda una de las actrices y directoras de doblaje de referencia en Andalucía. Los Oficios del Cine es una actividad organizada por FilmAnd y la Fundación Cajasol. La asistencia a la misma es gratuita y solo hay que inscribirse a través de este formulario.
Ángeles Neira estudió Arte Dramático y trabajó con algunas de las compañías punteras del teatro sevillano de los años 80, como La Cuadra o El Globo. Formó parte de una primera generación de dobladores que empezaron a trabajar en Andalucía gracias al impulso que la creación de Canal Sur le dio a este sector. Le ha puesto voz a actrices como Lauren Bacall, Angela Lansbury, Cher o Julie Andrews y ha sido responsable de la dirección de doblaje de numerosas serees europeas y estadounidenses.
¿Cómo fueron tus comienzos en el mundo del doblaje?
Yo estudié Arte Dramático y estuve haciendo mucho teatro y algo de cine también. Había estado en grupos importantes de Sevilla, como La Cuadra o El Globo, en obras históricas como Fando y Lis, de Arrabal.
Tengo una amiga de toda la vida, que ahora mismo es una actriz muy conocida, Ana Wagener. Y también coincidí estudiando Arte Dramático con Mariano Peña. Los tres éramos ya entonces muy amigos. Fue Ana la que nos propuso hacer un curso de doblaje. Pasamos primero una prueba de lectura y luego una teórica, con códigos y cosas así, que nos pareció muy difícil, pero al final entramos en el curso y así empezamos en este mundo,.
La creación de Canal Sur fue fundamental en esa primera generación de dobladores andaluces de la que formas parte, ¿no?
Claro. En esos se sabía que iban a empezar las emisiones de Canal Sur y que eso iba a traer una gran carga de trabajos en muchas áreas, entre ellas el doblaje, para que iba a haber un cupo de grabación de series y películas. Algunos empresarios de fuera acudieron a la llamada de Canal Sur y montaron estudios, pero no había dobladores aquí, por lo que también abrieron escuelas. La primera que vino y abrió una sede en Sevilla fue una escuela de Galicia, que se llamaba Estudio 1, que es la que hizo ese primer curso en el que nos formamos nosotros.
Todo era nuevo para todos: directores, actores, técnicos… Y en cuanto empezó Canal Sur empezaron a salirnos muchos proyectos y a trabajar.
¿Dejaste entonces el teatro?
Yo seguía haciendo giras de vez en cuando, pero cuando empecé a dedicarme de forma intensa al doblaje ya era incompatible seguir con las dos cosas. Ana Wagener se fue a Madrid y siguió su carrera de actriz de imagen. Y Mariano algunos años después también, cuando lo llamaron de la serie Aida. Pero en esos años yo tenía una niña pequeña y además no me faltaba el trabajo en el doblaje, por lo que decidí quedarme aquí. Y aquí sigo.
Antes de aquel curso, ¿el doblaje te había llamado la atención de alguna manera?
Siempre me había gustado, reconocía las voces, tenía buen oído. Pero nunca había pensado dedicarme a eso, no se me había pasado por la cabeza. Lo que sí tenía claro es que quería dedicarme a la interpretación. En mi casa, siempre han gustado mucho el teatro y el cine. Recuerdo que mi madre compraba siempre todas las revistas de cine. Era ama de casa pero se conocía incluso todos los directores europeos. Veíamos en la tele siempre Estudio 1. Y en ciertas películas reconocíamos las voces de aquellos actores de Estudio 1: Fernando Delgado, Jesús Puente, María Martí, María del Puig… Todos ellos doblaban. Siempre se ha dicho que España es el sitio en el que mejor se dobla, algo que es verdad.
Pasar de la interpretación de imagen al doblaje fue entonces para ti algo natural…
Es que el doblaje es interpretación. Saber copiar, saber imitar, eso es pura interpretación. Aunque muchos lo menosprecian, el doblaje es una especialización de la interpretación. Y enseguida que lo conocí me fascinó.
¿Te parece más difícil la interpretación de doblaje que la de imagen?
En las dos, la técnica siempre va acompañada de lo artístico, de lo creativo. Pero en el doblaje si cabe van completamente unidas, no te puedes despistar en ningún momento. En teatro, un día puedes estar más inspirada o más sentimental que otro y te vas por ahí, descubres cosas nuevas. Pero aquí no, en doblaje no puedes pasarte ni un pelo en ese sentido, porque tienes el tiempo contado, el movimiento de la boca… Y además tiene que estar con el alma ahí puesta. Es muy difícil al principio pero a la vez fascinante.
¿Ha cambiado mucho el doblaje desde que empezaste a hasta ahora con las innovaciones tecnológicas?
Ha cambiado, para mejor, la técnica: la mezcla, el registro de sonido… Antes la cosa iba por bobinas. Para pasar del principio de la película al final tenías que cambiar las bobinas, como en el cine antiguamente. Y si fallabas tenías que retroceder hasta un momento justo en el que hubiese una pausa grande en la que el técnico pudiera pinchar. Ahora mismo puedes pasar del minuto 1 al 48 en segundos, por lo que se ha ganado mucho tiempo. Y si te equivocas el técnico puede pinchar en medio de una sílaba.
La parte artística no ha cambiado. El actor tiene que ensayar y doblar igual. Quizá lo único que ha cambiado para el actor es que tiene que esperar menos, hay menos tiempos muertos.
¿Has llegado a conocer a las actrices a las que doblas?
No, no llego a conocer ninguna. Ahora mismo doblamos muchas tv movies y muchas veces son actrices nacionales de televisión, que no son conocidas fuera de su país. Y tampoco he doblado cine en español, algo que era muy habitual antes de que se utilizara el sonido directo.
Solo alguna vez me ha tocado doblar alguna película española, porque era antigua, tenía el sonido deteriorado y querían emitirla. Y desde luego doblar a un actor en mi propio idioma me ha parecido lo más difícil, ahí sí que no puedes engañar.
¿Con cuál de los trabajos que has hecho te sientes más realizada?
Uf, no lo sé, hay tan buenas actrices y trabajos tan bonitos. Me ha gustado mucho doblar las series británicas. Son verdaderos monstruos. Cuesta mucho trabajo doblarlas precisamente porque te lo dan todo hecho, lo ves muy fácil, pero cualquier momentito que se te vaya canta una barbaridad. Imagínate ponerle la voz por ejemplo a Judi Dench, que se la he puesto. Esta mujer te lo da todo hecho, pero es muy difícil.
No podría quedarme solo con un trabajo, hay comedia, hay series dramáticas… Y hay momentos que aparentemente son muy normales pero tú te descubres sintiendo cosas que no te esperabas. Y eso a mí luego me reconforta bastante. Siempre estás imitando pero cuando te toca el corazón una interpretación y lo sientes e intentas imprimir esos sentimientos al personaje, te reconforta mucho. Te demuestra que el doblaje no es algo mecánico. Esta profesión funciona por corazón y por sentimientos.
Al trabajar solo con la voz, puedes hacer personajes muy diferentes a ti físicamente, ¿no?
Claro, pero eso sí que es un disfrute. Tú no puedes hacer un niño en teatro en un registro realista, pero en doblaje sí. Los personajes que son muy diferentes a ti en teatro o en cine requieren un artificio, un maquillaje que te puede estorbar muchísimo. Y en doblaje estás muy libre para ese juego, es maravilloso. No te ven y puedes doblar personajes muy diferentes. Con la voz das vida a personajes que no tienen nada que ver contigo.
¿Tienes algún referente en el mundo del doblaje? Alguien que consideres un modelo.
Sí, yo tengo varios. María del Puy, que ha muerto hace poco. Y otra actriz que también murió, que se llamaba Elsa Fábregas. Fue la que dobló a Escarlata o Hara en Lo que el viento se llevó, e hizo otros papeles importantes en películas como Descalzos en el parque o Las amistades peligrosas. Trabajó durante décadas, pero su voz nunca sonaba antigua. Y también dirigió doblaje hasta que tuvo 70 años.
Y otra actriz, que está hoy en vida y tiene unos matices increíbles, es María Luisa Solá.
Para terminar, una pregunta típica que seguro que os hacen a los dobladores: ¿reconocen muchas veces tu voz?
Sí, y es sorprendente. No te lo explicas. Muchas veces he llegado a una tienda, a una panadería o a una frutería, donde además tú no estás colocando tu voz de ninguna manera, y me han llegado a decir, “perdona, ¿tú voz sale por la tele?”. A mí me da un poco de apuro.
Y también me han reconocido mucho por mi personaje de Krilin, en Bola de Dragón. Una vez estaba de gira teatral con La lozana andaluza, la dirigía Josefina Molina, y estábamos en Toledo, y unos chicos me estaban esperando en el camerino porque querían conocer a la actriz que le ponía voz a Krilin. Me pidieron firmar con el nombre de Krilin. Habían ido a ver la obra por eso.