En la segunda y magistral película de Carla Simón conviven, al menos, dos grandes historias. Una narrativa, la de la familia de cultivadores de melocotones en su última cosecha, y otra, mucho más metafórica, la de la benjamina de la casa: una niña de unos 8 años llamada Iris. En la sublime apertura de Alcarrás, ella se divierte en un coche destartalado, jugando con sus primos a despegar hacia otro planeta. Lo que ignoran, centrados en sus juegos infantiles, es que la realidad les va a cortar las alas en unos minutos. Les van a limitar la posibilidad de imaginar otras realidades. A Iris le van a robar su futuro.
Más tarde, en busca de nuevos terrenos de juego, la pandilla de niños encontrará su refugio en un antiguo bunker de la guerra civil. Desconocen que en ese lugar la memoria histórica intenta narrarles el pasado. Este espacio acabará desapareciendo porque nadie les ha contado que ocurrió allí. Casi con total seguridad, también acabará enterrado por una hilera de placas solares que reflejen la luz, pero que ocultará la oscuridad que se vivió en ese momento. A Iris también le ocultan su pasado.
Con el tiempo, cuestión de semanas, los terrenos de aventuras se van reduciendo. Iris y sus primos buscan nuevas posibilidades para crear el que será su último refugio. Nosotros, los adultos, también buscamos, años más tarde al igual que ellos, lugares donde instalar nuestros abrigos personales. A los niños les quedan ya pocas posibilidades. Iris no puede ser más feliz cuando descubre que las cajas de madera, utilizadas por su familia para la recolecta de melocotones, son el material ideal para construir el perfecto refugio. También estas cajas le son arrebatadas por su familia. El verano avanza, no hay tiempo para juegos corre y la cosecha debe ser recogida cuanto antes. Aunque ella no es consciente de ello, a Iris le están destruyendo su presente.
Hace solo tres años, otra película. O que arde, de Oliver Laxe, que también contaba con una destructora grúa como personaje del filme, entró en nuestra historia del cine. También otra grúa arrasará con todo en Alcarrás, incluidos nuestros sueños. Una de nuestras películas que, sin lugar a dudas, entrará en la historia del cine (con un Oso de Oro de Berlín, incluido).
Carla Simón ha escogido a actores naturales como protagonistas de su película. Una selección, entre 9000 personas desconocidas del público, para lograr la distanciación necesaria con los actores profesionales y que cualquiera de nosotros se pueda identificar en ellos. Una familia tan real en pantalla que cuesta crear que no lo sean de verdad en la vida.
En esta sublime ‘ficción documentada’, fotografía como una verdadera maestra de luz por Daniela Cajías, (mañana en el artículo dedicado a Mi vacío y yo -gran obra presentada también en el festival de Málaga- desarrollaremos con más extensión este concepto) la cineasta logra un perfecto equilibrio entre la descripción minuciosa de un sistema que finaliza y la afirmación de la unidad familiar como último y necesario refugio.
Esta niña, a la que le han robado todo, se llama Iris. No creo en las coincidencias en el cine, donde hasta el más mínimo pasa por decenas de manos. Una primera lectura es evidente: Iris será la testigo, la que verá todo el desarrollo de la historia (hasta en un momento llega unas gafas de sol medio rotas), pero ese nombre también es el de la diosa del arcoíris, encargada de hacer llegar los mensajes de los dioses a los seres humanos. El mensaje es muy claro y potente. Ahora está en nosotros escucharlo.
En la mayoría de los casos los adjetivos son innecesarios, pero en esta película se convierten en superfluos. Por ello, lo mejor es reconocer que Alcarrás es una de las películas del año, Carla Simón arrasará en los Goyas y demás premios, y que produce tanto placer y emoción que hay que verla, una y otra vez, en una sala de cine.
Largometrajes Sección Oficial Fuera de Concurso del 25º Festival de Málaga
Título original: Alcarrás. Dirección: Carla Simón. Reparto: Josep Abad, Jordi Pujol Dolcet, Anna Otín, Xènia Roset, Albert Bosch, Ainet Jounou. Fotografía: Daniela Cajías. País: España, 2022. Duración: 120 minutos. Distribución: Avalon, Elástica Films. Estreno: 29 de abril de 2022
Sinopsis: Después de ochenta años cultivando la misma tierra, la familia Solé se reúne para realizar juntos su última cosecha. En palabras de su directora: “Se trata de una historia sobre la pertenencia a una tierra, a un lugar. Un drama sobre las perpetuas tensiones generacionales, la superación de antiguas tradiciones y la importancia de la unidad familiar en tiempos de crisis”.
Publicado originalmente: 22 de Marzo 2022