Tras obtener el primer premio en el Festival de Cine Andaluz de Burguillos, Rocío Morato nos presenta su cortometraje ‘Las casas que nos quedan’

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13 Abr 2019
Ignacio Gutiérrez Torrejón
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La directora sevillana Rocío Morato obtuvo el primer premio del Festival de Cine de Burguillos con su cortometraje documental Las casas que nos quedan, un retrato íntimo sobre su familia que pasa por los cuidados, la empatía, las relaciones intergeneracionales y el síndrome de Asperger.

Estudió Comunicación Audiovisual en Sevilla y actualmente vive en Madrid donde cursa el máster LAV: Laboratorio audiovisual de creación y práctica contemporánea. Morato define su trabajo como una “búsqueda personal y social a través del género documental”.

 

Tras ver Las casas que nos quedan parece que solo con retratar la cotidianidad se ponen de manifiesto algunas situaciones conflictivas que se dan en nuestra sociedad, ¿cuál era tu intención y tu objetivo al rodar este cortometraje documental?

Las casas que nos quedan fue mi proyecto de fin de grado de Comunicación Audiovisual. Desde hacía tiempo quería realizar un documental sobre mi hermano pequeño, Pablo, síndrome de Asperger, para aportar una visión personal porque no me sentía muy identificada con lo que veía en otras cosas que se han hecho sobre el tema. Mi intención era retratarle en su cotidianeidad de la manera más sincera posible para mostrar que el Asperger no debe limitarse a etiquetas ni clichés sociales.

Una escena de 'Las casas que nos quedan', de Rocío Morato.

Una escena de ‘Las casas que nos quedan’, de Rocío Morato.

¿Cómo fue el rodaje de este documental?

Me interesa el cine doméstico y me apetecía mucho trabajar en un proyecto donde pudiese ponerme a prueba, ya que para lo que quería hacer no podía utilizar un equipo técnico porque rompería la intimidad y la naturalidad de grabar en mi casa. Utilicé mi cámara réflex para grabar diariamente dejándome llevar, disfrutando del proceso y sin demasiadas presiones técnicas.

 

 ¿Y cómo te planteaste la técnica y el estilo?

El rodaje comenzó y terminó sin guiones técnicos ni literarios. Dado que no sabía cómo iba a reaccionar mi hermano ante la cámara. Empecé a grabar de forma intuitiva el primer mes y tras ver el resultado seguí por ese camino. En el proceso de montaje fue similar, iba viendo el material que se generaba y seleccionando los temas que me iban pareciendo interesantes conectándolos entre sí y dándole forma. Fue muy importante la constancia de grabar cada día y ordenar todo ese material por carpetas según las fechas y momentos.

'Las casas que nos quedan' es un retrato íntimo de la familia de la directora Rocío Morato.

‘Las casas que nos quedan’ es un retrato íntimo de la familia de la directora Rocío Morato.

¿Qué encontrará el público en Las casas que nos quedan?

Las casas que nos quedan no es una historia feliz. Trata temas delicados como los cuidados de personas dependientes, los roles de género o de qué manera llegar a conocer y entender un síndrome como el Asperger. Cualquiera que vea el cortometraje se encontrará de lleno con mi familia, con mi hermano, mi madre, mi padre y mi abuela materna. Inicialmente el proyecto estaba enfocado en mi hermano, pero al grabar diariamente en mi casa fue inevitable que cobraran protagonismo otras cuestiones, sobre todo cuando mi abuela llegó para vivir con nosotros.

 

 

El corto también retrata la vida en comunidad y cómo se organizan un grupo de personas que conviven en un mismo lugar. No obstante, se plantean conflictos muy íntimos, ¿ha sido fácil para ti? ¿Qué has descubierto durante todo el proceso?

Gente que ha visto el corto me felicita por la valentía del proyecto, pero yo siempre contesto que los valientes son mi familia, por regalarme su intimidad y su cotidianeidad. Ellos están acostumbrados a la presencia de mi cámara y eso facilitó la invisibilidad de la misma. Aunque los conflictos y el planteamiento del corto se basen en la intimidad, creo que cualquier persona puede conectar de alguna manera tanto con los temas que se plantean como con las relaciones familiares.

 

¿Cómo fue el trabajo con tu familia y cómo fue su reacción al ver el resultado?

Con mi hermano fue más complicado, aunque entiendo que no siempre uno tiene ganas de que le graben en pijama, desayunando o estudiando… Mis padres me apoyaron en todo momento y no puedo estar más agradecida. Pablo no quiso ver el resultado, pero en el último momento se apuntó al estreno en el Festival de Cine de Sevilla y su reacción fue buena aunque centrada en sí mismo. Por ejemplo, me comentó que después de escucharse se dio cuenta de que tenía que vocalizar mejor.

 

Una escena de 'Las casas que nos quedan' de Rocío Morato.

Una escena de ‘Las casas que nos quedan’ de Rocío Morato.

¿Cuáles son tus referentes?

Agnès Varda dijo que “no se puede competir con la vida, solo recrearla”. Desde siempre me ha inspirado el cine que tiene que ver con el hecho de hacer cine, porque a veces la única manera de compartir las experiencias personales es dejando que la fragilidad y las ganas salgan a la luz. Si tengo que hablar de referentes tengo que nombrar a Eric Rohmer y a Jonás Trueba, con quienes empecé a sentir y a pensar el cine. También Margaret Tait, Chantal Akerman y Celia Rico, cineastas importantísimas al igual que Carlos Rivero, Rocío Montaño y Julia Cortegana, amigos cineastas que me enseñan y recuerdan cada día por qué estamos haciendo esto.

 

¿Dónde podrá verse el documental?

Aún estoy alucinando con que el próximo 5 de mayo pueda verse dentro de la sección de cortometrajes en IberoDocs en Escocia. El resto aún no lo puedo decir, pero sí adelanto que se podrá ver próximamente en Madrid…

'Las casas que nos quedan' de Rocío Morato.

‘Las casas que nos quedan’ de Rocío Morato.

¿Cuáles son tus proyectos actuales?

Actualmente estudio en Madrid un máster de creación audiovisual y práctica contemporánea (Máster LAV). Allí han surgido varios proyectos que comienzan como tentativas y alguno como En búsqueda del rayo, que ha podido verse en Cineteca (Madrid). Otros están aún en desarrollo, pero tengo muchas ganas de seguir haciendo cosas.

 

¿Cómo ves el presente y el futuro del audiovisual en Andalucía?

Cada día vivo las dispares emociones que genera el cine, tanto su creación como su consumo, sobre todo en mi entorno de amistades más cercanas. Lo que tengo claro es que necesitamos apoyarnos y apostar por el cine que nos hace felices, un cine que nos despierte emociones y que nos muestre una realidad con la que podamos relacionarnos, pensar, sentir, actuar. Un cine con un contenido social, político, bello.


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