? Do you remember the 21st night of September?
No era la noche del 21 de septiembre, como dice la canción que nos acompaña a lo largo del largometraje, pero está claro que la noche del 24 de noviembre no será olvidada por ninguno de los espectadores que acudimos a ver Robot Dreams en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Los espectadores entramos en la proyección con ninguna, o escasas, cosas en común, al menos que sepamos. Sin embargo, todos salimos compartiendo una sensación de vitalidad y ganas de comernos el mundo acompañados de nuestro amigo más fiel.
¿Cómo puede ser que sin haber escuchado ningún diálogo en toda la película tengamos todos el mensaje igual de claro? Es admirable la labor de Pablo Berger de hacernos comprender las relaciones humanas a través de un perro y un robot que ni siquiera intercambian palabra.
La respuesta es clara. El director apuesta por el papel del espectador, sigue con su línea de mutismo tras Blancanieves, y confía en esa capacidad del público de hacer suya la película. Al fin y al cabo, de eso trata el cine.
? Our hearts were ringing (Nuestros corazones estaban sonando)
In the key that our souls were singing (En la clave que nuestras almas cantaban)
Así continúa la canción, y de esa manera podríamos explicar porque el mensaje, tan autentico y hermoso como melancólico, se comprendía perfectamente. Nuestros corazones entendían las claves en las que las almas de Dog y su Robot cantaban, y las nuestras lo hacían igual. Cuando se trata de amor, las palabras sobran. Lo sabía Pablo Berger, lo sabía Sara Varon, y ahora lo sabemos nosotros.
Dirigida de la manera más fresca y amable, el cineasta nos desvela la trama, divertida e ingeniosa, ya ideada en su momento por la novelista gráfica. Ambientada en una nostálgica Nueva York de los años ochenta, abarca la magia de las relaciones humanas y su evolución gracias a (o también a pesar de) las vicisitudes de la vida.
?Only blue talk and love (Solo hablar de penas y amores)
Remember, how we knew love was here to stay (Recuerda cómo supimos que el amor estaba aquí para quedarse)
La canción sigue sonando y nuestras almas siguen bailando. Nosotros también sabíamos que el derroche de amor que ofrecía la proyección estaba aquí para quedarse. Robot Dreams es un sueño del que nadie quiere despertar.
Avanzada ya la proyección me viene a la mente la cita de Madaule, asumida por el filósofo y musicólogo francés, Vladimir Jankélévitch, “sé que voy a morir, pero no me lo creo”. Sé que la película va a terminar, pero uno no quiere creérselo. No quiere abandonar esa añorada Nueva York en la que estamos inmersos.
En una adaptación más que fiel a la novela gráfica de Sara Varon, Pablo Berger decide sentarnos a todos en una misma sala para regalarnos una lección de vida, y lo hace de la manera más divertida, al son de la canción September.
? Ba-dee-ya, say, do you remember? / Ba-dee-ya, dancin’ in September.
No sé si la recordaremos en septiembre, en marzo o también en junio, pero seguro que todos recordaremos nuestras almas bailar aquel noviembre de la 20ª edición del Festival de Sevilla. Y desde su estreno, el próximo 6 de diciembre, Robot Dreams seguirá poniendo el ritmo en muchas almas más.