El Estado contra Pablo Ibar se estrenó el pasado 24 de septiembre en el marco del Festival de San Sebastián y despertó pasiones, tantas que HBO no dudó en comprarla. La docuserie -un True Crime con todas las de la ley- ya se puede ver en la plataforma.
Se vertebra en seis capítulos y cuenta el caso de Pablo Ibar, el español que estuvo en el corredor de la muerte tras su arresto en 1994 por un triple crimen cometido en Estado de Florida. En Filmand nos pirramos por este subgénero, así que no hemos perdido la oportunidad de entrevistar a Olmo Figueredo, el máximo responsable de esta serie, para que nos cuente los entresijos de este fascinante caso.
Desconocíamos tu faceta de director…
Yo me considero productor y lo que me gusta es acompañar a los directores, pero en este proyecto decidí también ser el director. Cerré una serie de compromisos con los personajes como productor y, con un tema tan sensible como el caso de Pablo Ibar, es difícil poner tu bebé en manos de otra persona cuando has hecho toda la investigación y conoces el sumario judicial. Los familiares me abrieron sus puertas y sus corazones. No es mi intención hacerlo siempre, voy a seguir apostando por la producción porque me permite estar con cuatro proyectos a la vez.
“Se trata del primer crimen en EE.UU cometido en una casa íntegramente grabado con una cámara doméstica”
¿Este proyecto te encontró o lo buscaste?
Este proyecto llegó a través de otro, como ocurre muchas veces. En 2014 estaba rodando el corto documental The Resurrection Club, pro abolición de la pena de muerte. En una de las reuniones que se celebraban en Estados Unidos donde había muchas personas que habían pasado tiempo en el corredor de la muerte por un crimen que no habían cometido, conocí a Seth Peñalver, el coacusado en este triple crimen. Entonces me di cuenta de que el caso de Pablo había caído en el olvido: había sido condenado en el año 2000 y no había ninguna novedad reseñable en todo ese tiempo. Me enteré de que Pablo y su familia habían estado luchando por ganar una apelación en 2014 que presentaron en el Tribunal Supremo.
¿Fue en ese momento cuando contactaste con Pablo?
Sí, me puse en contacto con Pablo para explicarle el proyecto a través de una carta. Después recibí una carta suya redactada a papel y lápiz, que es la única manera que tienen de comunicarse desde el corredor de la muerte, en la que decía “adelante”. La historia me fascinó por diferentes elementos: por una parte, la relación con España y la figura de Urtain (el famoso boxeador, campeón de Europa). Urtain siempre me ha llamado mucho la atención, desde que vi el documental de Juguetes Rotos de Manuel Summers.
Esa relación que tiene Pablo con su tío y con su padre y esa maldición de los Urtain que parece que les persigue. Por otro lado, se trata del primer crimen en EE.UU cometido en una casa íntegramente grabado con una cámara doméstica. Ahora, 25 años después, estamos acostumbrados a que los medios nos enseñen las imágenes sin ningún tipo de problema. Esas imágenes hoy ya no tienen la misma fuerza. Estamos viendo un crimen tremendo en imágenes y nuestra generación no lo percibe igual.
(Y en este preciso momento a Olmo se le revienta el depósito de agua de su casa, y yo pienso que la “Maldición de los Urtain” ha traspasado al director, mientras Olmo se ríe y me dice que ya tengo mi cliffhanger para la entrevista).
¿Eres fan de los True Crimes?
Sí, me encantan. Es un género adictivo porque al final no trata sobre la verdad. Lo importante es la duda y si hay algo que ha mantenido el caso de Pablo Ibar durante 26 años es la duda razonable que nos hace estar todo el tiempo pensando a qué parte creer. La duda es misterio y la estructura dramática de thriller en el True Crime funciona estupendamente.
“He optado por hacer una narración en la que absolutamente todo lo que sale te lleva a los capítulos posteriores”
Esta docuserie ante todo es muy honesta. ¿Ha sido una máxima para ti?
Ha sido una constante. He sacrificado muchísimas cosas que eran brutales por atender a esa honestidad que comentas. “Historiones” que habrían abierto puertas, pero habrían engañado al espectador rellenando minutos para mantenerlo atento. He optado por hacer una narración en la que absolutamente todo lo que sale te lleva a los capítulos posteriores. Todos los cliffhangers están conectados. Y me ha dolido, porque obviamente lo más fácil era utilizar ese material jugosísimo. Es una pena porque tengo material de archivo muy valioso de Casimir Sucharski [una de las víctimas], porque él lo grababa todo.
¿Qué material has sacrificado en favor de esa honestidad?
Los vínculos de Casimir Sucharski con O.J. Simpson. O.J. Simpson fue detenido por el asesinato de su mujer unos veinte días antes de que Sucharski fuese asesinado. Ambos eran íntimos amigos, Casimir tuvo en Búfalo un bar y parece que ahí hubo dinero, ayuda y muchas cosas de por medio… Cuando empiezas a estirar descubres una serie de vínculos con la mafia, con la familia Gambino [una de las cinco familias que controlan el crimen organizado en la ciudad de Nueva York] y es interesantísima la idolatría que tenía la víctima con el mundo nazi. Es un personaje muy peculiar. Teníamos imágenes y audios de todos esos elementos que te generan dudas y te abren puertas a nuevas teorías conspirativas.
Pero no las utilizaste…
Tuve quesacrificarlo porque realmente es algo que no vuelve nunca en la historia y no me interesaba abrirlo. Habría sido tremendo, porque tengo conversaciones de Sucharski hablando con O.J. Simpson acojonantes y unas imágenes grabadas por el FBI en cámara oculta en el entierro del mismo Sucharski en el que se escuchan conversaciones de diferentes personas del mundo de la mafia. Todo ese material lo tengo pero no he podido encontrarle un hueco.
“No me parecía honesto llenar la cabeza de conspiraciones y de teorías cuando la serie no iba por ahí”
Cuéntanos algo más sobre Casimir que ahora nos has dejado con la miel en la boca.
Cristal Fisher, una de sus novias, lo dejó tres días antes del asesinato y tengo un audio en el que se escucha una paliza muy cruel que le pega Casimir. También una llamada de teléfono en el que ella le exige que le entregue sus joyas y su lencería y él le dice que ni de coña y entonces ella le contesta: “¿Quieres que te mande a Anthony?”. El problema es el mismo: son puertas que se abren a lo desconocido pero que no terminan de cerrarse en ningún momento. No me parecía honesto llenar la cabeza de conspiraciones y de teorías cuando la serie no iba por ahí.
Pero, ¿has podido hacer lo que has querido?
He podido hacer esto libremente y no suele ocurrir. Ha sido una aventura que he emprendido solo, sin ninguna plataforma, para bien y para mal. Para mal desde el punto de vista económico –ha sido un sufrimiento estar durante 6 años tirando de una montaña enorme y haciendo una inversión económica tremenda- y para bien porque no he tenido a nadie desde fuera midiendo el algoritmo, diciéndome que en el minuto 20 necesitaba despertar al espectador, con creaciones arbitrarias para mí innecesarias. He hecho un documental a la antigua, cien por cien independiente. Mi lado de productor lo ha sufrido, pero el de director lo ha agradecido.
Seis años de rodaje, ¿con qué obstáculos te has encontrado?
Hay un componente importante que es trabajar directamente con las víctimas. La historia de Pablo se conocía muy bien en general y se le ha tratado muy bien en España, pero a la familia de las víctimas se las ha tratado muy mal. Ellos no han tenido ninguna culpa de que hayan asesinado a sus familias y lo único que han buscado es justicia. Una justicia diferente a la nuestra, porque aquí no concebimos la pena de muerte. He tenido que deshacerme de concepciones adquiridas, porque obviamente estoy contra la pena de muerte, pero he tenido que hacer este ejercicio para entender a estas familias.
“La historia de Pablo se conocía muy bien en general y se le ha tratado muy bien en España, pero a la familia de las víctimas se las ha tratado muy mal”
¿Qué has entendido trabajando con las familias?
Cuando las entiendes, no les preguntas “¿Por qué queréis que Pablo debe ser ejecutado?” sino más bien “¿Cómo te sientes?” y “¿Cómo has vivido este trayecto de 25 años?” Al escucharlas, percibí que querían hablar más y me facilitaron absolutamente todo. Sin la colaboración de las hijas de las familias de las víctimas, Deborah Bowie y Alexis Sucharski, no habríamos accedido a las fiscalías y el documental habría quedado cojo. El valor de esta serie es ofrecer al espectador los hechos contados desde las dos perspectivas.
¿Es justamente por situarte al lado de las víctimas que pasas de puntillas sobre el tema de la pena de muerte?
La pena de muerte es un sí o un no. Este no es un documental sobre Pablo Ibar. He entrevistado a 52 personas antes que a Pablo. Debo tener más de 100 entrevistas y la de Pablo ha sido la última. Lo hice porque la versión de Pablo no me interesaba. Si fuera un documental sobre él sería sobre su verdad, y no me interesaba en absoluto.
¿Y qué es lo que más te interesaba del caso?
Me interesaba la duda. Cómo cada parte cuenta con distintos argumentos para intentar convencerte de una cosa o de otra. En esta serie, los blancos y negros no son importantes y sí los grises que hay entre medio. Es un análisis sobre la vida y sobre lo que significa una vida humana: cómo tres vidas masacradas en el año 94 han afectado 25 años después a tantas familias. Alexis, por ejemplo, dice que no es capaz de llorar y que no puede transmitir emociones. Quería mostrar cómo afecta el hecho de que una persona pueda ser ejecutada, pero no desde el punto de vista de Pablo, sino desde el punto de vista del sufrimiento de su padre, de su mujer, de sus hijos.
¿Esa imparcialidad ha sido decisiva para que hayan participado ambas partes en el documental?
Sí. Una de las cosas que hablamos desde el principio con todos los implicados es que yo no me iba a posicionar. A cualquiera que me pregunte ahora mismo si Pablo es inocente o culpable, no le voy a expresar mi opinión…
… me acabas de joder mi última pregunta…
Pues ya te adelanto que no me posiciono de ninguna manera. Hay muchos tipos de True Crimes y este es judicial puro. Excepto los dos primeros capítulos, que explican el contexto de los siguientes, el resto es un True Crime judicial en el que he decidido tratar al espectador como si fuera uno de los doce miembros del jurado. Hombres y mujeres que tras escuchar los detalles contados por la defensa y por la fiscalía, tienen que tomar una conclusión.
“El ejercicio era narrar toda la historia como si yo fuese el juez. Un árbitro que decide lo que entra y lo que no en el juicio”
Para mí, el ejercicio era narrar toda la historia como si yo fuese el juez. Un árbitro que decide lo que entra y lo que no en el juicio, pero no toma la decisión con respecto a si Pablo es o no culpable. Era importante trasladar al espectador a esa sala y darle todos los elementos para que lo viva como si estuviera en la corte.
¿Has dejado de entrevistar a alguien que te pareciera importante?
No, a nadie. Entrevistar a la fiscalía ha sido un trabajo enorme de varios años. Cuando estábamos en la corte, pasábamos mucho tiempo con los abogados de Pablo, y los fiscales temían hablar con nosotros y que pudiéramos contar la estrategia a los defensores y viceversa. Convencimos al juez de que tenía que permitir que metiéramos hasta seis cámaras dentro de la corte y que pudiésemos microfonar a todos, incluido él. A la vez, el propio Pablo tenía dudas en cuanto a nosotros, nos veía hablando de manera muy cercana con Deborah o Alexis.
La imparcialidad…
Por eso era muy importante que todas las partes tuvieran el mismo trato y que todos pudiesen hablar y expresarse. Obviamente, hemos podido grabar más a la defensa porque fueron los primeros que nos permitieron estar ahí, pero no hemos dejado de entrevistar a nadie. Es más, pudimos entrevistar a más miembros del jurado y no lo hicimos. Es posible que lo haga en un futuro, porque tengo los contactos. Hemos tenido mucha suerte.
¿Crees que habrías tenido la misma suerte rodando un documental así en España?
Probablemente si esto hubiera sido en España no habríamos tenido el mismo nivel de acceso. El estado de Florida es uno de los más transparentes de EE.UU y esto nos ha ayudado mucho para conseguir los materiales, ya que son públicos. En Florida puedes saber cuántas multas le han puesto al juez. En el momento en que hablamos con el juez y le dijimos que se trataba de no intervenir y de respetar, aceptó las cámaras y enseguida vio que formaba parte del ejercicio de transparencia que tiene que haber en una corte. No ha sido fácil porque somos españoles y de alguna forma ya pensaban que vas a ser partidista.
“Probablemente si esto hubiera sido en España no habríamos tenido el mismo nivel de acceso”
Has hecho un buen ejercicio periodístico
Nosotros no hemos ocultado nada. A Cándido (el padre de Pablo) lo quiero y conoce a mi familia y me he abrazado en público. Pero también he tomado copas con Alexis y he cenado con Deborah. La realidad es que esta es una historia de mierda. Una historia horrible. 25 años de odisea judicial que han demostrado la capacidad que tiene el ser humano para defender aquello en lo que cree. Sea Cándido o Tanya por salvar a su hijo y marido, o Deborah y Alexis por demostrar la culpabilidad de una persona y que pague por lo que ha hecho. Todas son personas dignas de admirar.
“Los 25 años de odisea judicial han demostrado la capacidad que tiene el ser humano para defender aquello en lo que cree”
¿Cómo afectó al proyecto la repentina muerte del abogado Alan Ross?
El caso de Pablo parece una pesadilla porque es un retraso detrás de otro. Recuerdo que estaba celebrando la nochebuena con mi familia y de repente me llamaron y me dijeron que a Alan le habían detectado cáncer. Por una parte fue muy duro emocionalmente y por otra egoístamente se vino todo abajo, porque vi un nuevo retraso. Empecé a pensar en mí y es lo mismo que lo ocurrió a Tanya y a Cándido, que de repente se preguntaron “¿y ahora qué?” A Alan no volvimos a entrevistarlo, prefería no tomar parte del documental y luego lamentablemente falleció. Vivimos el proceso de la contratación de los abogados y un acontecimiento tan desafortunado pues obviamente se convierte en un giro de la serie. La vida es a veces mucho más complicada que la ficción.
¿Habrá una segunda parte de El Estado contra Pablo Ibar?
Pues no sabemos… pero el caso de Pablo es infinito y no me sorprendería que en unos años tengamos alguna sorpresa que sería muy agradable para la familia Ibar pero muy desagradable para las víctimas. Yo no voy a perder el ojo y voy a estar pendiente. Si de repente en el futuro se reabriese, allí estaremos.
Y para finalizar, tu True Crime favorito es…
Mmh… diría que The Staircase. También me gustó The Yinx y The Sleepers. Pero The Staircase tiene muchos elementos parecidos a El estado contra Pablo Ibar. Además es una producción europea, así todo queda en casa.