Con la excusa de conmemorar el 8 de abril, Día del Pueblo Gitano, recogemos quince películas que aportan una mirada compleja sobre el mismo, incluso aunque a veces no puedan esquivar cierto “payocentrismo”.

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8 Abr 2019
Juan Antonio Bermúdez
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“Por el olivar venían, / bronce y sueño, los gitanos”. Los vigorosos versos de Federico García Lorca recogen y moldean la imagen arquetípica del pueblo gitano, la representación romántica que, desde la cultura popular, se ha proyectado en todas las artes, incluido el cine. Pero muchas películas han terminado por expandir esa imagen hasta hacerla estallar, reflejando otras formas de estar en el mundo hilvanadas por la identidad gitana: su memoria y sus ritos, pero también su diversidad y la reafirmación de su dignidad frente a los estigmas clasistas y racistas.

Como cada año desde 1971 (fecha en la que el I Congreso Mundial de la Unión Romaní Internacional estableció la bandera, el himno y esta misma celebración), cada 8 de abril se conmemora el Día del Pueblo Gitano. Y con esa excusa, recogemos aquí quince de esas películas que aportan, en nuestra opinión, una mirada compleja sobre el mismo, incluso aunque en ocasiones no puedan liberarse por completo de reproducir determinados tópicos y prejuicios proyectados por lo que desde cierto pensamiento crítico se reconoce como “payocentrismo“.

 

Morena clara (Florián Rey, España, 1936)

Decenas de películas que encajan en ese subgénero identificado casi siempre de forma despectiva como “españolada”, muy popular especialmente durante la Segunda República y el franquismo, están protagonizadas por personajes gitanos. Como modelo positivo nos quedamos con esta comedia musical, que tiene un toque Lubitsch (cineasta admirado por Florián Rey) y que durante décadas fue el mayor éxito comercial del cine español.

Trini y Regalito, interpretados aquí con genio por Imperio Argentina y Miguel Ligero, apuntan algunas de las claves esenciales de la representación popular de la picaresca gitana. Y sin embargo, el divertido argumento de Morena clara sirve para rebatir con inteligencia y fórmulas populares el racismo social y algunos prejuicios proyectados sobre los gitanos.

 

Encontré zíngaros felicesSkupljaci perja (Alekxandar Petrovic, Yugoslavia, 1967)

Ambientada en una aldea de la región de Voivodina, en el norte de la actual Serbia, está considerada una de las cumbres de la denominada ‘Ola negra’, prolífica corriente que renovó el cine yugoslavo en los años 60 del pasado siglo, en sintonía con los ‘nuevos cines’ que se daban en muchos otros países. Sus principales actores son de etnia gitana y sus diálogos están en romaní.

Cuenta la historia de Bora, un comerciante gitano de plumas de oca que se enfrenta a su comunidad cuando huye con la joven Tisa, prometida a otro hombre. Salvando muchas distancias, responde así a otro modelo arquetípico en la representación de los gitanos, la aventura de sino trágico, normalmente atravesada por un romance prohibido, que en esos años dio títulos notables también en España, como Con el viento solano (Marío Camus, 1965) o Los tarantos (Francisco Rovira-Beleta, 1963).

 

Los gitanos se van al cielo / Tabor ukhodit v nebo (Emil Loteanu, URSS, 1975)

Traslada a la pantalla algunos cuentos del escritor Máximo Gorki, ambientados a principios del siglo XX, en Besarabia, zona de la Moldavia natal del director Emil Loteanu. En un registro poético que parece anticipar el cine de Emir Kusturica, la trama central recae en el amor entre la hermosa bruja gitana Rada y el joven ladrón de caballos Zobar. Alrededor, un universo sensual y salvaje que intenta recrear, desde la mirada soviética contemporánea y de forma explícitamente idealizada, la vida de los gitanos moldavos bajo el Imperio Austro-Húngaro.

 

Camelamos naquerar / Queremos hablar (Miguel Alcobendas, 1976)

Título histórico del cine andaluz, este cortometraje documental producido por la legendaria Mino Films es una continuación natural en la pantalla de un espectáculo teatral homónimo con el que el poeta José Heredia y el bailaor Mario Maya marcaron, en plena Transición española, un hito en la dignificación de la identidad gitana.

Tres poderosos canales se van entrelazando en el corto: imágenes cotidianas rodadas en varias localidades granadinas que ponen de manifiesto las duras condiciones de vida de las familias gitanas; la lectura en off de varias leyes que decretaban diferentes formas de opresión y persecución, comenzando por la Pragmática decretada por los Reyes Católicos en 1499 contra los “egipcianos, vagabundos, sin señas conocidas y sin vecindad”; y la inserción de varias actuaciones del espectáculo original, con el baile de Mario Maya y el toque y el cante de otros artistas flamencos.

 

Y los violines dejaron de sonar / I skrzypce przestaly grac (Alexander Ramati, Polonia, 1988)

El Porraimos, el genocidio que sufrieron los pueblos gitanos europeos (nombrado también por otros activistas gitanos con las expresiones “Samudaripen” o “Kali Traš”) como parte del Holocausto nazi, ha sido muy poco estudiado y como consecuencia poco representado y referido en el cine. Es doblemente relevante por eso una cinta como esta, en la que un grupo de músicos gitanos del sur de Polonia huye del ejército alemán a través de Checoslovaquia y Hungría.

Su director, Alexander Ramati, partió de las memorias de Román Mirza, superviviente del genocidio; primero las convirtió en novela y luego las llevó al cine, con algunas incongruencias apuntadas por historiadores gitanos que de todas formas no le restan cierto valor testimonial a esta aproximación pionera al Porrajmos.

 

El tiempo de los gitanos / Dom za Vesanje (Emir Kusturica, Yugoslavia, 1988)

Con un tratamiento argumental, musical y visual que ha fijado su estilo como la mejor expresión del realismo mágico a la europea, Emir Kusturica ha integrado a los gitanos en muchas de sus películas, pero esta es sin duda su mayor y más emocionante homenaje. La narración es tan anárquica y excesiva como el mundo que refleja.

Da igual, todo queda justificado por la belleza que transmite cada elemento de forma autónoma: de la inolvidable música recolectada por Goran Bregović entre clásicos del folclore balcánico hasta un diseño de personajes que sigue el patrón tragicómico del protagonista Perhan (Davor Dujmović), entrañable adolescente con poderes telequinésicos que termina enrolado en una alocada peripecia mafiosa.

 

Latcho drom (Tony Gatlif, Francia, 1993)

 

No podía faltar en esta lista la obra de Tony Gatlif, el cineasta gitano más reconocido y uno de los que ha sabido retratar al pueblo rom desde más ángulos y más películas. De hecho, podríamos incluirlas aquí prácticamente todas: desde Corre gitano (1983), rodada en España, con la participación de Mario Maya y una propuesta que parece cruzar el cine quinqui con las aproximaciones flamencas de Carlos Saura, hasta Gerónimo (2014), su hasta ahora penúltimo título, que refleja las tensiones en la convivencia interétnica de un barrio humilde de una ciudad del sur de Francia, pasando por títulos aún más meritorios como Les princes (1983), El extranjero loco: Gadjo dilo (1997), Vengo (2000) o Libertad / Korkoro (2009).

Hemos optado por el precioso documental Latcho drom, que reproduce el legendario recorrido histórico original del pueblo gitano desde el norte de la India hasta España, pasando por Egipto, Turquía, Hungría, Eslovaquia, Rumanía y Francia. Las dos claves fundamentales del cine de Gatlif se manifiestan aquí de forma cristalina: el viaje como impulso de la acción cinematográfica y la banda sonora como hilo conductor del montaje. Todo al servicio del rastreo testimonial, tan modesto como emotivo, de la identidad gitana, a través de su música y su danza.

 

Alma gitana (Chus Gutiérrez, España, 1995)

La directora granadina Chus Gutiérrez (que en 2014 fijó su objetivo también en los gitanos en el estupendo documental Sacromonte, los sabios de la tribu) se animó a plantear en este filme una historia protagonizada por una joven gitana que rompe muchos moldes sin chocar frontalmente con las tradiciones de su comunidad: estudia restauración artística, trabaja en la tienda de antigüedades de su padre y aspira a disfrutar de una vida autónoma.

La trama principal de la película, su historia de amor con Antonio, un joven camarero que sueña con triunfar como bailaor, sorprende precisamente por estar contada con la frescura indie propia de esta directora y sin la carga de dramatismo que hemos visto muchas otras veces en los romances gitanos.

 

Lola vende cá (Llorenç Soler, España, 2000)

 

A la hora de reflejar a la juventud gitana contemporánea en el contexto español, Llorenç Soler va aún más allá tanto en el contenido como en la forma. Lola vende cá es el retrato desde la ficción de una joven barcelonesa que quiere estudiar magisterio pese a la oposición de su familia y que mantiene una relación con otro chico gitano pese al rechazo de la familia de este.

Estos conflictos son apenas la excusa para mostrar una trama más amplia de relaciones y costumbres, a la que se suma además otro decisivo elemento de no ficción, las declaraciones directas a cámara de muchas personas gitanas a las que el director interpela, formando un mosaico contextual de gran valor.

 

El libro de los récords de Shutka / Knjiga rekorda Sutke (Aleksandar Manic, Serbia y Montenegro/República Checa, 2005)

Divertido e inclasificable documental que se acerca de forma muy lúdica a Suto Orizari, conocido popularmente como Shutka. Se trata de un distrito de Skopie, en Macedonia, con una población estimada que ronda los 50 000 habitantes, de los que entre el 80 y el 90% son de etnia romaní, lo que la convierte en la mayor comunidad gitana de los Balcanes y para muchos en la capital oficiosa del pueblo gitano.

La película va desgranando una serie de récords o curiosidades, a través de entrevistas al más rico y el más pobre del lugar, el mayor intelectual, estrellas de la canción, coleccionistas de música, cazavampiros, sacerdotes derviches y otros muchos personajes variopintos que van siendo presentados por un maestro de ceremonias tan peculiar como ellos, el pescador Severdzan Bajram, uno de los protagonistas del filme de Emir Kusturica Gato blanco, gato negro (1998).

 

Papusza (Joanna Kos-Krauze, Krzysztof Krauze, Polonia, 2013)

Fascinante biopic de la poeta y cantante polaca de etnia gitana Brolislawa Wajs, conocida como Papusza (que podría traducirse como “muñeca” del romaní). Nacida en una familia de nómadas, Papusza recogió en su obra la palpitante vitalidad del pueblo gitano, el dolor de su experiencia directa en la Segunda Guerra Mundial y su amor por la naturaleza.

Paradójicamente, fue repudiada por su propia comunidad, que consideró que había traicionado los secretos de su pueblo. En la película, la bellísima fotografía en blanco y negro de Krzysztof Ptak sobresale por encima de cualquier otra consideración.

 

La mujer del chatarrero / Epizoda u zivotu beraca zeljeza (Denis Tanovic, Bosnia-Herzegovina/Francia/Eslovenia, 2014)

El cineasta bosnio Denis Tanovic se dio a conocer internacionalmente en 2001 con la dura En tierra de nadie, que abordaba entre la tragedia y el esperpento la Guerra de los Balcanes. Su carrera, siempre interesante, dio una vuelta hacia un estilo absolutamente despojado, limítrofe con la imagen documental, en esta certera crónica de una familia gitana que vive de la chatarra, rodada en nueve días y con actores no profesionales.

La mujer a la que hace referencia el título sufre un aborto espontáneo y, como no tienen cobertura sanitaria, deberán pasar una odisea para que pueda ser atendida en el hospital. Las vergüenzas del capitalismo salvaje quedan al descubierto en este mínimo episodio que no cede ni un solo plano al efectismo. La compasiva y modesta cámara digital de Tanovic no lo necesita.

 

Zaneta / Cesta ven (Petr Václav, República Checa/Francia, 2014)

Las dificultades que encuentran Zaneta y David, una joven pareja gitana, para llevar una vida digna y que la sociedad reconozca como “normal” traza el hilo argumental de esta dura película que se distribuyó también en España por su título en inglés: The Way Out.

La voluntad de los dos jóvenes, padres además de una niña pequeña, no les resulta suficiente para liberarse de la exclusión, los prejuicios y el racismo. El único camino que les muestra una salida de la marginalidad linda con la delincuencia, un conflicto clásico en muchos de los dramas cinematográficos protagonizados por gitanos que aquí se presenta con una enorme modestia formal.

 

Aferim! (Radu Jude, Rumania/Bulgaria/República Checa/Francia, 2015)

El cine rumano vive en los últimos tres lustros una época de gran esplendor gracias a directores como Cristian Mungiu, Cristi Puiu, o Adina Pintilie. Sin embargo, siguen siendo muy pocas las películas rumanas que fijan sus argumentos en el pueblo gitano, algo que puede verse como una paradójica carencia en la cinematografía de uno de los países con un porcentaje más alto de población romaní. Aferim! es así una feliz rareza.

En blanco y negro, con el sorprendente molde del western y desde un punzante registro cómico, se aproxima a una realidad histórica silenciada durante mucho tiempo, la esclavitud que sufrieron muchos gitanos en la Rumanía del siglo XIX en la que se ambienta la película, y a su correspondencia con otras situaciones de marginación y abuso que se siguen viviendo en el presente.

 

El amor y la Ira. Cartografía del acoso antigitano (José Heredia Moreno, España, 2015)

Cerramos esta selección con un documental que pese a (o quizá también por) sus limitaciones técnicas y su distribución alternativa nos parece que tiene un valor especial. Se trata de una obra rodada por el sociólogo, activista y cineasta granadino de etnia gitana José Heredia Romero (hijo de José Heredia Maya, al que ya nos referimos más arriba al hablar de Camelamos naquerar) y es así uno de los poquísimos intentos que se han llevado a cabo en el contexto español de hacer una suerte de autorretrato o autorrepresentación colectiva del pueblo gitano.

Tomando como caso práctico el gueto gitano de El Palmeral, en Elche, la cámara de Heredia Romero le da la voz a los propios gitanos para que cuenten las distintas formas de marginación institucional y personal que se concretan bajo la etiqueta del antigitanismo: de la discriminación laboral al acoso policial, pasando por muchas otras como la segregación escolar, los prejuicios vecinales o la estigmatización mediática.


5 comentarios sobre “Mucho más que bronce y sueño: quince películas sobre el pueblo gitano

    • Eso es lo que usted piensa, hay muchos no gitanos que apoyan al pueblo gitano y nuestro tema es muy importante ya que somos más de 14 millones en el mundo así que no salga con sandeces, OPRE ROMA!!!

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