Moreno Borja, nominado por su papel en Carmen y Lola, mantiene su trabajo en una empresa de seguridad mientras empieza a acumular proyectos : “Si me tienen que encasillar y cada vez que necesitan un gitano es Moreno Borja, me vendría abajo bastante”

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1 Feb 2019
Néstor Cenizo
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La de Moreno Borja (Málaga, 1976) es una aparición tan fulgurante en el mundo de la interpretación que no se recuerdan muchas parecidas. Con dos producciones estrenadas, Carmen y Lola para el cine, Arde Madrid para la televisión, este malagueño de El Molinillo, pero afincado en Madrid desde que tenía 14 años, ya tiene una nominación a los Goya, como mejor actor revelación. Hasta hace apenas un par de años, el contacto más intenso de Moreno Borja con la actuación había sido un casting para un proyecto televisivo frustrado.

Moreno Borja lleva veinte años trabajando en la seguridad privada, y de momento, ahí sigue. Fue vigilante de una cadena de supermercados, ascendió a inspector, luego fue coordinador en Madrid y ahora es coordinador a nivel nacional. Le ha llevado veinte años llegar a ese puesto, y apenas dos para tocar con la punta de los dedos un Goya.

 

En el perfil en Twitter de Moreno Borja se dice que eres “actor por accidente” ¿Cuál?

Fue un accidente puro y duro. Llegué a casa una noche, y tenía un whatsapp de un amigo donde decía que necesitaban hombres gitanos de cuarenta a cincuenta años. Me duché, me tumbé en la cama y escribí: “Estaría interesado en participar en el casting”. Al día siguiente tenía una citación. Tengo las fechas grabadas: para el 2 de febrero de 2017. Y no fui. No fui porque estaba liado con el trabajo, se me olvidaba, no podía escaparme…

Así hasta tres veces: el 10 y el 16 de febrero. Y el 16 de febrero, me llamó la directora, que había visto la foto mía en el perfil de whatsapp, y que querían verme. “Te prometo que voy mañana”. Llegué a un centro cultural que había en Vallecas, donde se hacía el casting, y me plantaron el número 223. Llegué creyendo, por mi ignorancia, que me habían cogido. Aguanté, esperé y de ahí esta locura.

 

Pero la convocatoria te llegaría porque querías participar en castings…

No, para nada. Arantxa Echevarría llenó barrios como Orcasitas y Pan Bendito, donde hay mucha gente de etnia gitana, y empezaron a rular los whatsapp. Ese mensaje lo tenía todo el mundo.

 

¿Habías tenido curiosidad por la interpretación?

Si te soy sincero, sí. Con 18 años, antes de empezar en seguridad, estaban preparando una serie para Telecinco, Zeppelin. Buscaban al hijo del protagonista, creo que era El Hijo del Cura. Buscaban a un chico gitano, fui al casting y había muchísima gente. Me llamaron a casa y me dijeron “Enhorabuena, has sido seleccionado. Quedamos para darte el guion”. Pero a los quince días me dijeron que se había suspendido por falta de presupuesto. Yo no eché cuentas: ni me volví a presentar a un casting, seguí mi vida y me enganché a la seguridad.

Moreno Borja. Fotograma de ‘Carmen y Lola’

 

¿Qué fue lo que más te costó para interpretar tu papel en Carmen y Lola?

No hubo algo que se me hiciera superdifícil, no. Pero hubo momentos desagradables, porque mi personaje, que es Paco, no tiene nada que ver conmigo. Absolutamente nada. Y había momentos en que me costaba, por ejemplo, decir “prefiero que se vaya con un gitano canalla y le dé mala vida, a que se me vaya con un buen payo”. O la escena del descampado donde digo “no eres mi hija, no eres gitana, no eres nada”, ese desgarramiento y ese dolor tan grande, me costaba muchísimo.

 

No habías actuado hasta ahora, y recibes a una nominación a mejor actor revelación… ¿Te ha afectado en algo todo esto?

La verdad es que ha habido momentos en que he tenido que sentarme en casa, porque yo tengo mi vida organizada. Tengo mi trabajo estable, estoy fijo, llevo muchísimos años en la misma empresa… y verte de repente con todo esto ha habido momentos que me ha incomodado un poco. No la interpretación, porque me encanta: llegar al set a rodar me vuelve loco. Pero sí el tema de las entrevistas, y muchas cosas que me están pasando, como la nominación y otras, sí me incomodan. Ha habido momentos que he dicho: “¿Dónde quiero llegar y por qué estoy aquí?”. Pero luego lo compenso a la hora de llegar y rodar.

 

¿Es el peaje que hay que pagar?

Yo no estaba acostumbrado a nada de esto. Nunca. Jamás. En mi vida. Cuando yo hago Carmen y Lola, para mí es una experiencia más. Tener una película ahí para mis nietos. Pero de repente me llaman para Arde Madrid. Salgo y me meto en La Peste. Y no acabo La Peste cuando ya he empezado un proyecto, que no puedo adelantar, pero es un superproyecto que me encanta, ayer mismo hemos estado ensayando, es una película. Pero es que aparte hay otra cosita ahí. Y ya lo de la nominación… Buf. Ha sido brutal.

 

¿Cómo te enteras?

Me entero por mi representante, Teresa Barrios, que es maravillosa. Teresa te lo dice todo en el mismo tono: “Amor, a las doce he bajado a comprar pan, y a las 12 y cuarto se ha tirado el vecino por la ventana”. Todo en el mismo tono. La noche anterior a la nominación estuvimos hablando de trabajo. Por la mañana me levanté y estaba con mi niña en el médico y de ahí me marchaba a trabajar a la oficina. Me llama estando en la sala espera, y me pregunta dónde estoy y me dice: “Pues vete a la Academia que te acaban de nominar”. Ella se ha encargado de que esté con los pies en el suelo.

Carmen y Lola

 

¿Sigues trabajando en la seguridad privada?

Sí, de hecho, antesdeayer he estado en la oficina poniéndome al día, ayer estuve viajando con la película que empezamos en febrero, y hoy estoy con las dos cosas, con el teléfono currando con la empresa de seguridad y tengo varias cosas que hacer respecto a los Goya, ir a por el smoking… Compaginando.

 

Puede llegar un momento en que, si las cosas siguen yéndote bien en la interpretación, sea difícil compaginarlo…

Sí. De hecho, es la primera vez que en estos dos años que me está empezando a ser complicado. Porque ahora hay varios proyectos muy agarrados, me va a ser un poquito imposible llevar las dos cosas, y me estoy planteando coger una excedencia.

 

Has pasado de rodar con Arantxa Echevarría, que debutaba en el largo, a con alguien consolidado como Paco León. De una película con vocación casi independiente, a una producción para Movistar con estrellas en el reparto. ¿Te costó adaptarte al cambio?

Me sorprendió. No es que me costara adaptarme, pero es cierto que Carmen y Lola era una película como muy chiquitita donde se creó una familia brutal. Fueron meses de ensayos y era todo nuevo, y es cierto que lo que hubo fue muy especial. De repente llego a Arde Madrid, con Paco León, Inma Cuesta, Debbie… Miren Ibarguren, con la que he hecho una amistad tremenda, y te entra ese miedo. “Cuidado, que esto no es Carmen y Lola”. Tienes que ir con el guion aprendido no, lo siguiente. Pero luego te das cuenta de que Paco es una maravilla de ser. Cuando vi la onda me empecé a sentir a gusto. A nivel de producción era increíble, en el rodaje podía haber 200 personas, y de figuración podía haber 100 o 150, como en una de las fiestas.

 

De momento, te hemos visto en papeles marcados por el hecho de tratarse de personajes gitanos. ¿El siguiente paso es un papel que no tenga que apoyarse en el que ese rasgo no sea parte de la trama?

Eso espero. En La Peste no hago de gitano, pero luego hay un proyecto en el que sí. Tengo que hablar con mi representante de este tema porque no me gustaría… Si es así, si me tienen que encasillar y cada vez que necesitan un gitano es Moreno Borja, me vendría abajo bastante. Y me he llegado a plantear que no lo hago. Creo que puedo hacer muchas otras cosas. Pero vamos a ver cómo respira esto, qué es lo que sale y qué pasa.

 

¿Qué percepción has tenido tú respecto a la acogida de Carmen y Lola?

Antes de estrenarse la película me puse el tráiler en Youtube y había comentarios que no merece la pena ni comentarlos ahora, muy despectivos, y que dejé de leer porque ni me interesaban ni traían nada bueno. Amenazas incluso. Pero en cuanto han visto la película y se ha estrenado, que creía que la gente se iba a rebelar y nos iban a escribir por las redes… Pues no. A día de hoy, lo único que he sacado son felicitaciones y enhorabuenas de gente de etnia gitana y no gitana.

 

¿Qué pasó con el tráiler?

Entendieron mal una secuencia donde salen Carmen y Lola bailando. Es una pedida, que es con Rafa, el novio de Carmen. Pero la escena es Carmen y Lola bailando. La gente se adelantó y llegó a entender que nosotros estábamos celebrando la pedida de mano de las dos. Es cierto que a día de hoy eso no pasaría, por respeto a los mayores. Pero también hace 20 años no podíamos hablar de esta película y de que los gitanos la hiciéramos. A día de hoy esto no pasaría, por respeto a los mayores, pero ¿quién sabe si dentro de 20, 10 u 8 años se puede normalizar todo? Ojalá.

 

¿Y entre la gente más cercana a ti?

Hace poco, mi suegra por un problema familiar no pudo estar en el estreno. Es una gitana ya mayor. Y hace como dos semanas me fui a verla con ella al cine. No te hablo de una persona joven, más abierta y con más información. Pues mi suegra salió llorando y está enamorada de la película, de la historia, de la trama… Y eso para mí… Si la película ha cambiado el pensamiento de una sola persona, de una sola, te doy mi palabra de honor de que estoy más que satisfecho y ha merecido la pena.

 

Si el sábado te dan el Goya, ¿qué haces?

No me he parado a pensarlo porque no he querido imaginar nada. Es más, yo tengo todas conmigo de que no lo voy a ganar. Que sale, pues muy bien. Lo importante es trabajar, trabajar. Estoy disfrutando la nominación muchísimo, quiero disfrutar de la gala muchísimo. Que lo gano: pues qué bien, y seguramente arderá Sevilla, en vez de Madrid. Pero ni me he preparado nada… Yo soy mucho de improvisar. No me gusta ir con nada aprendido, porque luego no digo nada de lo que tengo escrito.


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