La producción andaluza es la primera película en abordar abiertamente la temática LGTBIQ+ en los Balcanes

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13 Jul 2023
Carlos Loureda
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Tras un remarcable debut en 2012 con el cortometraje, El hijo, y otras obras, como el documental, codirigido con Germán Roda, La Zaranda, teatro inestable (seleccionado en el festival de Málaga de 2020), Venci Kostov, director de origen búlgaro afincado en España, se estrena con brío y elegancia en la ficción con el largometraje Liuben.

Una historia que abordó, con mucho respeto y una pizca de temor, ante la franqueza y honestidad de lo que quería contar. El regreso a su país de un homosexual búlgaro, para poder asistir al entierro de su abuelo, y la relación que establece con un miembro de la comunidad romaní.

El director se alejó de un retrato autobiográfico directo para ir dotando a cada uno de sus personajes de parte de su historia íntima y personal. La película transmite a la perfección la nostalgia del migrante que abandonó su país, pero que aún lo lleva en su corazón, las contradicciones que no puede dejar de observar, o la impotencia ante el intento de cambiar las cosas y la imposibilidad de conseguirlo.

No solo a nivel narrativo sino también estético, el cineasta utiliza con mesura y eficacia sus recursos. Buen ejemplo de ello es la interpretación de Antonia San Juan, en el papel de madre del protagonista, que mantiene en todo momento tras la pantalla de la cámara de video o los cristales de un coche. Otra migrante que observa y desea conocer las novedades de su país, pero que siente la necesidad de recibirlas ‘tras el cristal’, protegida por la distancia física y emocional que los dispositivos le ofrecen.

La honestidad y sinceridad de Liuben, con momentos realmente impactantes, ha hecho que sea seleccionada en el mayor certamen de cine mexicano, el festival de Guadalajara, o en la sección oficial de la 20ª edición de Zinegoak, entre otros festivales internacionales.

Su realizador, ya desde el principio de la película, vivió una “experiencia que fue un camino repleto de descubrimientos personales y sorpresas inimaginables. Las coincidencias eran continuas en el rodaje. El mismo día que teníamos que filmar el incendio de un garaje nos avisaron que, a pocos metros, se estaba quemando una antigua casa. El personal búlgaro que trabajaba en la película constataba, no sin cierta superstición, que mucho de lo que rodábamos sucedía después en los pueblos en que realizábamos la película”.

Venci Kostov ha vivido “una especie de catarsis” en su propia persona. Meses después de acabar Liuben, al igual que el protagonista de su película tuve que volver a Bulgaria por el fallecimiento de su abuela. Y a través de estas intensas experiencias y sensaciones olvidadas que el rodaje ha ido aflorando, el cineasta ha podido finalizar el tratamiento de su nueva película. Una historia coral con un bebé de nueve meses, varios adolescentes entre 11 y 16 años y un joven de 30 años, que descubrirán juntos un secreto que ninguno de ellos podía imaginar.

El cineasta nos ha abierto el apetito con esta prometedora historia. En espera de su nueva película nada mejor que seguir disfrutando de Liuben, que por segunda semana continúa en varias salas de nuestro país, antes de su estreno a nivel internacional en EE.UU. y varios países de Europa.


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