Fulgencio Martínez

Fulgencio Martínez ha ganado con su obra ‘Luminiscencia’ el Premio Sin Fin en el Festival Internacional de Jóvenes Realizadores (FIJR) de Granada

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12 Abr 2019
Ignacio Gutiérrez Torrejón
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Tras una carrera dedicado a la dirección de fotografía en países como Inglaterra o Marruecos, Fulgencio Martínez ha ganado con su obra Luminiscencia el Premio Sin Fin en el Festival Internacional de Jóvenes Realizadores (FIJR) de Granada, una sección que planteaba apuestas visuales de corta duración en homenaje a los planteamientos creativos y técnicos del director de cine José Val del Omar. En esta entrevista, Martínez nos habla sobre su carrera profesional, sus proyectos como director y su admiración por el director de Aguaespejo granadino.

 

Tienes mucha experiencia en el audiovisual en general y como director de fotografía, especialmente en el extranjero. ¿Cómo empezaste a trabajar en este sector?

En el 99 acabé un módulo superior de Realización Audiovisual y comencé a hacer pequeñas cosas. Hice las prácticas en Málaga y allí contacté con Pedro Temboury que estaba rodando Karate a muerte en Torremolinos. Fue mi primera película como director de fotografía.  Era una locura, una película muy serie Z que tuvo mucha repercusión y todavía me persigue. Después, entré en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM). Lo que más he hecho ha sido dirección de fotografía. También tengo algún cortometraje y he realizado videoclips.

una escena de 'Zohra: A Moroccan Fairytale' (2011).

una escena de ‘Zohra: A Moroccan Fairytale’ (2011).

Creo que has trabajado bastante en Marruecos en ficción y en publicidad.

La primera vez que trabajé en Marruecos me llamarón porque buscaban un director andaluz, quizás por la cercanía geográfica y artística. Allí rodé un telefilm y este trabajo me llevó a realizar una película de Barney Platts-Mills, un director muy reconocido en el underground. Estaba en el rodaje y me ofreció participar con él como director de fotografía en la película Zohra: A Moroccan Fairytale (2011), que se estrenó en el Festival de Rotterdam.

 

¿Crees que se mira poco hacia Marruecos desde el audiovisual español?

Creo que debería haber más conexiones. En España hay algunos problemas de cooperación artística con ciertos países, y Marruecos es un ejemplo.  No soy un experto, pero creo hay un convenio que todavía está en pesetas. Está totalmente desactualizado y nunca se aplica. Económicamente parte de una base totalmente alejada de lo que es una película marroquí y desgraciadamente lejos también del cine español estándar, porque después de la crisis, aquí no se levanta cabeza.

Fulgencio Martínez durante un rodaje en Marrakech.

Fulgencio Martínez durante un rodaje en Marrakech.

¿Qué te ha aportado Marruecos profesionalmente?

Para empezar me ha abierto a una forma distinta de entender el cine muy interesante y me ha dado una posibilidad de trabajar que en mi tierra no me daban. A veces tenemos una visión demasiado turística del país y pensamos que en Marruecos el cine es una cosa anecdótica. Pero el cine marroquí tiene autores muy interesantes como Abdeslam Kelai, con el trabajo muy a menudo. Gente que tiene mucha fuerza visual, un cine cada vez más moderno y con propuestas personales muy interesantes.

 

¿Qué nos puedes contar sobre tus proyectos como realizador?

Hice un documental sobre música gitana en Europa que se llama Letcho Gourko. Una Canción Romaní. Mis proyectos como director siempre son un poco complicados, porque levantar una película es muy difícil. Exige invertir mucho tiempo en contactos y conexiones que van más allá de lo artístico o lo profesional. Lo bueno de ser cineasta en Granada es que se viaja mucho, porque como no puedes trabajar en Granada tienes que estar viajando y te formas en el exilio, pero esta situación influye en tus proyectos personales.

Hella Deng y Paul Lapidus durante el rodaje de 'Z' de Fulgencio Martínez

Hella Deng y Paul Lapidus durante el rodaje de ‘Z’ de Fulgencio Martínez

¿Qué te interesa más como director, la ficción o el documental?

Me interesan mucho las dos cosas. Hace unos años hice un cortometraje que se llama Z para ver si era capaz de desarrollar el trabajo de dirección de actores. Estoy contento con el resultado y me gustaría volver a hacerlo. No sé si soy más fan de la ficción o del documental, pero puedo decir que como operador de cámara y fotografía me gusta más la ficción.

 

¿Qué proyectos tienes en preparación ahora mismo?

Tengo unos guiones de largometrajes que buscan financiación. A veces parece que va a ocurrir y otras van para atrás. Siempre tengo ideas para hacer pequeñas piezas más o menos artísticas, aunque la verdadera palabra es ‘amateur’ porque como no precisan una cantidad económica importante la puede llevar uno de manera más libre. Es el gran problema del cine, que estás expuesto a unas condiciones económicas que muy complicadas y que a veces nos atan.

 

¿Qué importancia tiene Val del Omar en tu carrera? ¿Cómo crees que te ha influido?

Yo siempre he sido un gran fan de Val del Omar desde que lo descubrí. Me di cuenta de que aquello me fascinaba. En Zohar hubo una secuencia preciosa cuando se encuentran los dos amantes por primera vez. Ella ve al chico reflejado en el agua. Todo esto fue una inspiración valderomarística directa. En realidad, fue un pequeño robo, un pequeño regalo que me hizo Val del Omar y que aparece en obras que no son precisamente de arte y ensayo o de experimentación. Esa inspiración te puede solucionar cualquier un aspecto artístico o técnico.

¿Qué puedes contarnos sobre Luminiscencia, el corto con el has ganado el Premio Sin Fin del Festival Internacional de Jóvenes Realizadores (FIJR)? ¿Cómo surgió la idea y qué quieras expresar?

Luminiscencia nace como una forma de experimentación de ciertas técnicas. En su momento quise experimentar sobre ‘la pulsación’ de la que Val del Omar hablaba tanto y sobre el concepto de ‘palpicolor’, que no sé si he conseguido alcanzarlo. Con este audiovisual intenté acercarme libremente a ciertos conceptos que planteaba Val del Omar. Después de tantos años tratando su obra, salió de forma natural.

 

¿Qué ha significado para ti este premio del FIJR??

Para empezar, es una alegría enorme que te reconozcan en tu propia tierra, especialmente cuando uno tiene una trayectoria fuera. Granada, a nivel creativo, somos un pozo ‘sin fondos’ porque nunca hay dinero. El premio es un aliciente para seguir abriendo este camino de proyectos personales.

Una escena de 'Zohra: A Moroccan Fairytale'.

Una escena de ‘Zohra: A Moroccan Fairytale’.

¿Cómo ves el momento que vive el cine andaluz? ¿Se puede vivir del audiovisual desde Andalucía?

Yo no lo veo fácil. Cuando hablamos del cine andaluz, que efectivamente cada vez tiene más fuerza, hablamos del cine de ciertos sectores y geografías. Yo no conozco a ningún director de largometrajes granadino y eso es muy triste. En cambio, parece que todo cae para el mismo lugar. No sé a quién corresponde, pero creo que Andalucía debería luchar por descentralizar la apuesta por la cultura y que exista en todas las provincias. No recuerdo cuál fue la última película verdaderamente granadina que tuvo apoyo de La Junta o de RTVA. Seguramente mucha gente sepa decir un montón de músicos granadinos y de escritores, pero cuando llegamos al cine, donde hace falta que ciertos organismos nos apoyen desde el principio, nos quedamos en blanco porque no existen.

 


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