Comentábamos en nuestro artículo de presentación de esta edición del Festival de Cannes la prometedora presencia del cine nacional, comparándola, en cierto sentido, con la de un oasis en ese desierto para nuestro séptimo arte que ha sido, en las últimas décadas, la muestra francesa. Acabado el certamen, podemos felicitarnos que ese incipiente bosque haya producido en su madurez, jugosos frutos.
La primera pieza ha sido cosechada por el catalán Albert Serra. Su propuesta, sin duda una de las más radicales de cuantas se han presentado a la vera de la Croisette, se centra en observar en primer plano una noche de lujuria y desenfreno de un grupo de libertinos en las postrimerías del Siglo XVIII en un parque cerca de Berlín.
En Liberte, Albert Serra recrea un catálogo de perversidades que deben mucho a las obras del Marqués de Sade
A la sombra de los eucaliptus, Serra habla en Liberte sobre la decadencia y la corrupción, a través unas hipnóticas imágenes que recrean un catálogo de perversidades que deben mucho a las obras del Marqués de Sade. El galardón para tan arriesgada apuesta ha sido el Premio Especial del Jurado de la sección Un Certain Regard.
En la misma sección, el gallego Oliver Laxe también ha hecho historia, demostrando que los bosques gallegos, arrasados por las llamas, también pueden ser productivos. O que arde nos lleva a los secretos de la Galicia rural, a las personas que viven unas vidas protagonizadas por el retraimiento y la falta de horizontes de futuro, a unos montes abandonados por las autoridades y por la sociedad en general.
Su historia, aunque pesimista, está llena de belleza, gracias también a la hermosísima fotografía de Mauro Herce, colaborador habitual de Laxe en poner luz a sus historias. El Premio del Jurado ratifica el espaldarazo crítico que recibió el filme y coloca a nuestro representante como especialista en obtener premios en el festival cannoise. La Sección Oficial parece el siguiente paso en su meteórica carrera.
Cannes se rinde a Antonio Banderas
El tercer fruto de la productiva floresta española vino dada por el injerto del talento del director manchego Pedro Almodóvar y la capacidad actoral del malagueño Antonio Banderas. Dolor y gloria ha supuesto para ambos un retorno al escalón más alto de la valoración, por parte de industria y crítica presente en la villa de la Costa Azul.
El galardón a Antonio Banderas como mejor actor también premia la carrera de Pedro Almodóvar
Dicho reconocimiento fue refrendado por el jurado con el premio a Banderas como mejor actor de la muestra, un premio que, en cierta manera, también sanciona la carrera de Almodóvar, en cuanto el papel de aquél es una traslación de la propia vida de éste. Si quieren conocer mucho más sobre lo que supone el galardón, tienen un artículo dedicado al mismo en la cobertura festivalera que les hemos ofrecido.
Saliendo de nuestras fronteras, y centrándonos en los otros ganadores de esta notable edición, es obligatorio tener en cuenta a la flamante Palma de Oro, Parasite del surcoreano Bong Joon-ho, un premio de consenso para una cinta notable, a medio camino entre el cine de género y el de trasfondo social.
El brillante trabajo de Celine Sciamma
Junto a ella, en la competición principal, debemos destacar el brillantísimo trabajo de la francesa Celine Sciamma, Portrait de la jeune fille en feu, sin duda una de nuestras favoritas del festival. En ella se cuenta la apasionada historia de amor entre una pintora y su modelo en el opresivo entorno de la alta burguesía de finales del Siglo XVIII, una narración emocionante hasta las lágrimas y con un perfil eminentemente feminista. El premio al mejor guion fue su recompensa aunque la misma podría haber sido mayor.
En la sección Un Certain Regard, junto a las cintas españolas antes mencionadas, la triunfadora fue la película brasileña The Invisible Life of Euridice Gusmão, un histérico melodrama que, a nuestro juicio, palidecía ante otras de las producciones más destacadas de este espacio. Su premio parece más una concesión al conservador punto de vista de la presidenta de este jurado, Nadine Labaki, que una convicción clara de la misma como obra a perdurar en la memoria.
Aquí, añadido a los de Laxe y Serra, debemos subrayar el nombre de Bruno Dumont. Su Jeanne, biopic musicalizado de la heroína francesa Juana de Arco, es una pieza que nos lleva a la emocional desde el más estricto ascetismo narrativo.