Entrevistamos a los padres de Rob Stewart, el director de ‘Sharkwater Extinction’. También son los productores de una película por la que su hijo dio la vida

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18 Mar 2019
Alejandro Ávila
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Brian y Sandy Stewart son los padres de Rob Stewart, el director de Sharkwater Extinction. También son los productores de una película, por la que su hijo dio la vida. Ellos continúan con su legado: mostrarle al mundo que sin tiburones no hay vida en los océanos y que sin océanos, la vida humana es imposible. Hoy lunes las 20h, el ciclo Another Day, con el que colabora FilmAnd, proyecta Sharkwater Extinction en 8 cines de la cadena MK2/Cinesur, como Sevilla (Nervión Plaza), Cádiz, Córdoba o Fuengirola.

¿Por qué podemos considerar Sharkwater Extinctión una película inspiradora?

Rob dio su vida, literalmente, por proteger los tiburones y nuestros océanos. Esa pasión, por sí sola, es inspiradora. Rob era un aventurero y un narrador nato, algo que se reflejaba en sus películas, que están llenas de acción y suspense. Sharkwater Extinction te lleva de viaje por el mundo, de manera clandestina y mostrándote lo que de verdad es el tráfico de tiburones.

 

¿De qué manera nos inspira vuestro hijo Rob Stewart?

Rob ofrece alternativas, invitando al espectador a mirar el mundo de otra manera, haciendo que la conservación sea algo guay. ¡Y es que él pensaba de verdad que la conservación podía ser algo divertido! Él quería que la gente viera lo bonito que son los tiburones y los océanos, para que ellos también los amaran y protegieran. Solía decir que si la gente supiera lo que estaba pasando, eso marcaría una gran diferencia. Nunca sermoneó ni usó el miedo para motivar a nadie.

 

La adolescente Greta Thunberg ha logrado movilizar a cientos de miles de jóvenes de todo el mundo contra el cambio climático a través del movimiento Fight for Future. ¿Creéis que los espectadores más jóvenes se van a sentir interpelados por Sharkwater Extinction?

Totalmente.  Rob siempre creyó que los más jóvenes eran los que iban a cambiar el mundo. Pasó mucho tiempo yendo a colegios y conectando con los espectadores más jóvenes, que eran sus mayores fans. No hay proyección o evento en el que alguien nos diga que Rob cambió su vida, inspirándole para ser biólogo o cineasta.

 

¿Cómo reaccionan los niños?

A menudo, son los niños los que educan a sus padres sobre lo que está ocurriendo en los océanos. Hemos hecho muchas proyecciones en colegios… ¡Y están deseando llegar a casa y asegurarse de que los productos que tienen en casa no contienen tiburón! Rob era un héroe para muchos de nosotros y la gente, al ver todo lo que arriesgó con esta película y que su trabajo no ha terminado, levantan la mano y nos preguntan qué pueden hacer para cambiar las cosas.

 

¿Cuál creéis que es la mayor lección de la película?

El tiburón está apareciendo cada vez más en productos, que van desde la cosmética a la comida para mascotas, pasando por los fertilizantes o el pescado mal etiquetado. La gente está consumiendo pescado sin saberlo. Y eso es algo que vemos que le choca mucho al espectador y quieren saber si los productos que usan a diario llevan tiburón.

 

Y para eso hay que estar bien informado…

Es fundamental estar informado y hacer preguntas. También creemos que la película le rinde homenaje a Rob de una manera muy significativa, que impacta en el espectador. Rob daba ejemplo con sus propios actos y su historia es una muestra de cómo una persona puede cambiar el mundo. ¡Así que salid ahí fuera y marcad la diferencia!

Como habitantes de este planeta, ¿por qué deberíamos seguir el ejemplo de vuestro hijo Rob y luchar por la preservación del medio ambiente?

Tenemos la suerte de vivir en un planeta lleno de belleza y recursos naturales. Estamos obligados a vivir en equilibrio con el planeta y la verdad es que no lo hemos hecho. Estamos a punto de perderlo todo. Rob siempre decía que había que “luchar por lo que es bello”. Él inspiraba a la gente para que persiguiera el mundo en el que les gustaría vivir, no para luchar contra el mundo en el que no les gustaría vivir. Rob sabía, como muchos otros científicos y activistas, que el tiempo corre en contra de los tiburones y los océanos. Si perdemos a los escualos, los océanos colapsarán. Sin océanos, no hay vida humana posible.


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