El cineasta Alexis Morante sigue con su cámara a Bisbal mientras prepara el concierto más importante de su vida en Almería, su tierra natal. Morante busca la persona que hay tras el personaje que todos conocemos, construyendo un relato personal, íntimo y honesto. Una joya del cinema de verité sureño.

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26 Oct 2023
Esther Lopera
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El documental musical es un género que gana adeptos cada día. Desde que se incrementó su consumo gracias al streaming, melómanos ávidos por conocer los secretos (y miserias) de sus artistas preferidos esperan agazapados a que alguien se atreva a retratar el recorrido de sus ídolos.

Cuanto más ves, más exigente te vuelves. En este sentido, la cosecha nacional no es precisamente pobre y no hay que escarbar mucho para encontrar directores que poco a poco han conseguido hacerse un hueco en el mundo del documental y que han conseguido dejar una huella autoral reconocible, a pesar de la juventud del género.

Este es justamente el caso de Alexis Morante, un habitual del género que acaba de estrenar Bisbal (Movistar+). El documental sigue de manera íntima y personal a David Bisbal en su entorno más cercano, mientras prepara el concierto que conmemora el 20 aniversario de su carrera, en Almería, su tierra natal. Un retrato honesto y cercano de la persona que, gracias al reality Operación Triunfo, hemos visto convertirse en todo un artista.

Cinema de Verité, cinema de Morante

El responsable de este retrato es Alexis Morante, un director de 45 añitos que viajó a Los Ángeles becado para cursar un master sobre cine. Más allá de lo pedante que pueda sonar este dato, lo cierto es que es muy significativo, porque es en Estados Unidos (EEUU) donde se han cocido algunos de los grandes nombres del género documental.

No todo el mundo tiene la oportunidad de aprender cinematografía en la tierra de los grandes directores que han flirteado con el género, como Jonathan Demme y Martin Scorsese, y de las primeras espadas, como D.A. Pennebaker. Y es que Pennebaker es uno de los abanderados del denominado “Cinema de Verité, dígase de esa corriente de origen francés que toma prestada la técnica del documental clásico (pero evitando el uso de un narrador) y apunta a un extremo naturalismo con técnicas de filmación no invasiva.

Tras dirigir cinco documentales, entre ellos Camarón, flamenco y revolución (2019, nominado a los Goya), Sanz: Lo que fui es lo que soy (2020, codirigido con Gervasio Iglesias) y Héroes, silencio y Rock & Roll y (2022, nominado a los Goya); este andaluz ya ha demostrado con creces que tiene mucho que decir en este mundo. A continuación, Alexis nos descubre el secreto de su éxito, o lo que es lo mismo: el proceso de trabajo que ha hecho en este documental para mostrar el alma de David Bisbal.

Alexis Morante

¿Cómo surge este proyecto? Mahoma vino a la montaña o la montaña se fue a Mahoma…

Conocí a David en 2019 cuando vivía en Los Ángeles. Su manager Alejandro Asensi también vivía ahí y me propuso hacerle un videoclip, aprovechando que iba a hacer una colaboración con Kerry Underwood. Como pertenecemos a la misma generación y somos andaluces congeniamos muy bien. Me contó que estaba pensando en hacer un concierto para el 20 aniversario de su carrera y que estaría bien hacer un documental. Se lo propuso a Universal Music y Movistar + mostró interés en el proyecto. Al principio Bisbal prefería hacer un making of del concierto. Con Asensi y David, comenzamos a hablar de cómo sería ese documental, de la confianza que haría falta y al final Bisbal lo aprobó. Movistar+ me puso en contacto con Dadá Films & Entertainment y se convirtieron en los productores.

“Solo entiendo estos documentales con una implicación plena del artista y una confianza muy grande”

¿Cuál ha sido la implicación de Bisbal en el documental? ¿Ha habido algún tipo de censura?

La implicación de David es total desde el principio. Solo entiendo estos documentales con una implicación plena del artista y una confianza muy grande con el director. Yo le pedí que confiara en el equipo y que nos dejara grabar todo hasta ver un primer montaje. Que nos dejara entrar en su vida en los meses previos al concierto en Almería porque esa iba a ser la trama. La relación era muy directa con él y con el manager.

¿Había alguna línea roja marcada previamente que no podías cruzar?

David nunca me puso ninguna línea roja. Sí que había un sentido común de respeto hacia la intimidad de las personas, una máxima que siempre he respetado en los documentales de los artistas que hemos hecho. En un documental de estas características no hay líneas rojas. En un documental donde se trata una historia con un guion previo donde vamos a la emoción, a un retrato introspectivo del personaje, lo que hay es el sentido común de respetarlo y contar la historia de la manera más honesta posible. Y eso es lo que hicimos.

Has rodado con su propio relato, el de su familia y el de los profesionales de la industria y has evitado entrevistar a artistas como Raphael o Rosario ¿Por qué?

Es una de las premisas de los documentales que he hecho. Incluso con el de Camarón la decisión fue no hacer ninguna entrevista a ningún otro artista. Podríamos haber entrevistado a miles de personas famosas, pero intentamos hacer un relato más íntimo. Prefiero que sea un relato desde dentro y que lo cuente el artista el máximo de tiempo posible. Y lo que no pueda hacerlo él que lo haga la gente muy allegada o que ha sido muy importante en su vida o su carrera: su familia o gente que lo ha ayudado a llegar donde está. Si hubiera entrevistado a otros artistas o famosos lo que hubiéramos tenido son las típicas adoraciones que haces a un amigo. No sería igual. En este tipo de documental hay que buscar la historia de su vida, la que marca el tema de la película.

¿Qué herramientas has utilizado como documentalista para penetrar en la persona y evitar al personaje?

No tengo ningún truco. Lo importante es la confianza y la honestidad a la hora de abordar su historia. Cuanta más confianza previa haya y cuanto más claro se tenga el tema de la película y los puntos de giro, más directos iremos a lo que queremos contar. Primero hacemos una preparación previa muy grande, en la que se graba todo lo posible y de una forma muy verité. Como dicen en EEUU, grabamos siguiendo la técnica “fly on the wall” (la mosca en el muro): observando pero no interactuando. Esa fue una de las grandes batallas al principio con David, nos dejaba grabar en todos lados pero está tan acostumbrado a tener cámaras alrededor que al principio hablaba mucho a cámara. Yo le decía que se olvidara de que había cámaras y que hiciera su vida normal. Eso es clave para ver a la persona y alejarnos del personaje.

Tras estar todo este tiempo tras el personaje y la persona, ¿ha cambiado tu opinión sobre Bisbal?

Por supuesto que ha cambiado mi percepción del artista, después de estar año y medio, no solo grabándolo y estando con él, si no investigándolo, viendo el archivo…etc. Al final acabas conociéndolos. Siempre acabo empatizando mucho, queriéndolos y respetándolos. Esa es la clave para que luego salga un buen documental.

“Bisbal es alguien muy trabajador y nadie le maneja su carrera”

¿Qué has descubierto de Bisbal que desconocías?

Bisbal es alguien muy trabajador y nadie le maneja su carrera. Alguien que sabe lo que quiere y que se toma la música y su carrera casi como un deportista de élite: se prepara muchísimo y tiene claro que es un objetivo grandísimo en su vida. No puede caer y ha de mantenerse arriba. Sin embargo, también he visto a alguien muy familiar y que valora mucho sus raíces. Esto de hacer el 20º aniversario en Almería y no en Madrid me sirvió para explicar por qué  tiene ese arraigo a la tierra y su familia. Es algo que me gusta mucho, como andaluz y como algecireño: los dos venimos de dos ciudades apartadas.

Cuéntanos, tú que lo has conocido tan bien… ¿Qué tiene Bisbal que cae bien a todo el mundo?

Cae bien a todos por su naturalidad, porque lo hemos visto nacer como artista, porque tiene un desparpajo ante la cámara mu grande y porque forma parte de nuestra vida. Es alguien muy cercano; no es una estrella al uso y es muy humilde. Todo eso hace que a la gente le caiga bien. También te digo que es la imagen que da hacia fuera, hacia dentro es más introspectivo. Es muy simpático y tiene un gran corazón, pero es más tímido de lo que parece.

¿Te ha quedado algo en el tintero?

Me ha costado acceder a su familia más cercana. Los medios quizás han hecho más daño a su familia y se ha hecho una coraza hacia las cámaras. Aún así, creo que es el mejor documental que se podía hacer, dentro de que es no deja de ser el 20º aniversario y de que le queda mucha carrera por delante.

Este documental tiene un punto autoral, en la construcción de los planos y en cómo sigues al artista con la cámara.

Intento tener un denominador común a la hora de abordar a los personajes. Plasmar mi granito de arena a cada artista. Lo primero es rodar con cámaras de cine, estando muy al margen del artista y dejándole su espacio, sin perder calidad técnica. Grabamos de una forma fresca y rápida ya pensando en el montaje. Rodando planos muy estéticos a la vez que captamos en directo lo que está ocurriendo. Intentamos hacer cine de lo que va surgiendo.

¿Cómo se rodó la escena en que David le canta una canción a su padre, la más emotiva de todo el documental?

Es el ejemplo más claro de lo que te comentaba. Es una escena que está teniendo mucho impacto en el espectador. Fue casualidad, estábamos allí alrededor y vimos lo que estaba ocurriendo: cómo David interactuaba con su padre. Rápidamente pusimos la cámara, buscamos el trípode y no se movió el plano. El resultado final es una secuencia muy cinematográfica. Son esos momentos mágicos que vives cuando haces películas.

“Me interesaban ese tipo de documentales que buscan la autenticidad del artista musical”

¿Cuáles serían tus referentes en el mundo documental?

Cuando estaba estudiando en EEUU en 2010 empecé a ver documentales y vi Some Kind of Monster (Joe Berlinger y Bruce Sinofsky, 2004), Searching for Sugarman (Malik Bendjelloul, 2013), y luego fui hacia atrás, investigando a Pennebaker que era el director de los primeros documentales, siguiendo a Bob Dylan o a los Rolling Stone. Me interesaban ese tipo de documentales que buscan la autenticidad del artista musical. A partir de ahí, empecé a trabajar mi primer documental con Bunbury, dándole una estética muy americana, muy Johnny Cash, en el desierto y rodando caminos. Con Bisbal he cerrado ese círculo.

De Bunbury a Camarón, pasando por Alejandro Sanz y volviendo de nuevo a Héroes del Silencio ¿Escoges los proyectos porque amas su música o priman las historias?

Hay algunos proyectos que vienen a mi y otros los escojo yo. Pero siempre tiene que haber una buena historia detrás. Si no, es muy difícil hacer un buen documental, sobre todo con esa premisa de tener tres actos como si estuviéramos hablando de una ficción. Así que cada proyecto lo abordamos de una forma distinta.

¿Qué otros proyectos tienes en curso?

Voy a dirigir mi segunda ficción que se llamará Los orígenes de Gila, es una historia ambientada en la guerra civil, con Pecado Films y Arcadia Motion Pictures. Se trata de la historia que el humorista Gila explicaba sobre cómo se libró de una muerte segura, haciéndose el muerto en un fusilamiento durante la Guerra Civil y de cómo este episodio condicionó su arte.


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