Entrevistamos a Alejandro Marín, el cineasta andaluz que ha dirigido la serie de TNT que está en boca de todos. Un biopic con toques de ficción que relata sin tapujos y con mucha valentía algunos capítulos de la vida del escritor y crítico televisivo Bob Pop, conocido por sus apariciones en el programa Leitmotiv de Movistar+

https://filmand.es/wp-content/uploads/2019/12/lopera.jpg
8 Feb 2022
Esther Lopera
the nest

Las producciones con sello andaluz llevan años cosechando éxitos, dentro y fuera de España. En medio de esta vorágine, algunos directores noveles -especialmente de series- pasan desapercibidos, escondidos tras la alargada sombra de los creadores o showrunners, dígase de esos roles que parecen gozar de máximo protagonismo en este producto audiovisual. Pero hay series y series, y algunas, además de ser maravillosas por sus ideas creativas y sus guiones, también suman entre sus valores una dirección exquisita, firmadas con un nombre que se repite capítulo a capítulo.

Es el caso de Alejandro Marín, director de una de las mejores series españolas que se han estrenado en 2021: Maricón perdido (TNT). Es la serie que está en boca de todo el mundo, junto a Venga Juan (HBO), y es la ganadora del Premio Ondas 2021 a la Mejor Serie Comedia, además de haber sido nominada en tres categorías en los recientes Premios Feroz. Seis capítulos de 30 minutos necesita esta producción para explicar la vida de Roberto Enríquez Higueras, más conocido como Bob Pop, escritor y crítico televisivo que alcanzó la fama gracias a su colaboración con el programa Leitmotiv (Movistar+).

Recoge la vida y la obra de un Bob preadolescente que a los 12 años se da cuenta de que es homosexual y empieza a buscar su identidad, una búsqueda que se alargará hasta diez años más tarde, cuando en Chueca y con vocación de ser escritor, intentará reformular su vida intentando responderse a la pregunta de quién es y cómo ser feliz en un mundo tan hostil. De hecho, Bob Pop ya hizo escarceos entre realidad y ficción con Mansos (Hispánica), el libro que publicó en 2010 y en el que se basa uno de los capítulos más interesantes de esta serie.

©Andrea Calbet Bellman

Bob Pop firma como creador y guionista de esta serie, pero Alejandro Marín es el joven realizador que se ha atrevido a llevarla a la pantalla. Marín es un malagueño que iba para arquitecto pero que cambió su rumbo, instalándose en Barcelona para cursar el grado superior de cine y especializarse en Dirección. Maricón Perdido es -para su suerte- su primer trabajo, porque con tan solo 24 años, este realizador ya ha compartido set de rodaje con Pedro Almodóvar y ha dirigido a Candela Peña, por citar un par de logros por los que cualquier director novel mataría. Con Alejandro no nos vale la expresión “el chiquillo apunta maneras”, pues ya ha demostrado con creces que es un gran realizador al que no hay que perder de vista.

©Warner Media – David Ruano

¿Cómo cae un proyecto de esta envergadura en un director novel?

Cuando terminé el grado superior en la ESCAC, se abrió una convocatoria del programa Ópera Prima que lanzaba la escuela para ayudar a desarrollar primeros largometrajes de antiguos alumnos. Entré junto a seis directores, productores y guionistas y empezamos a desarrollar lo que será mi primer largometraje. Para ello, rodamos un teaser que vio Toni Carrizosa, uno de los productores de Maricón Perdido. En ese momento me plantean dirigir la serie; me presentan al equipo de TNT, de El Terrat y a Bob Pop, quien iba a estar presente en todo el rodaje y no querían un director muy experimentado, por miedo a que pudiera chocar con la figura de Bob.

¿Cómo fue el proceso de trabajo junto a Bob Pop?

Ha sido un proceso conjunto. En cuanto me llegó el proyecto me fui a Madrid y me senté con Bob durante dos semanas. Era febrero de 2020, cuando empezaba a asomar el coronavirus. Hicimos una reescritura en base a las ideas que yo había tenido leyendo una primera versión, y teníamos también notas de TNT. En el casting y en el set de rodaje también estuvimos presentes los dos. Mantuvimos una relación de diálogo desde el inicio, también con los diferentes miembros del equipo. Para mí era muy importante tener en cuenta las notas de Bob; al final estamos hablando de su vida y me convenía.

¿Has podido dejar tu huella en esta serie como director? 

Los temas de realización los he trabajado con el director de fotografía y la directora de arte. Por ejemplo, las transiciones que hacemos para hacer los saltos en el tiempo ya estaban planteadas en guion pero estaba en nuestra mano darle más riqueza y generar un lenguaje propio. Al final, se trataba de traducir lo que estaba en guion de una forma realizable y siempre teniendo en cuenta las aportaciones de Bob. Sabía desde el primer momento que tenía al creador de la serie en el rodaje y que era parte de mi trabajo. Tenía una sensación de primerizo y para Bob también era la primera vez que se rodaba algo que él había escrito. Había una sensación compartida de ir encontrando nuestras fórmulas. Así que ha sido un aprendizaje muy loco. No voy a aprender tanto en tan poco tiempo probablemente nunca.

Pues para estar todos en proceso de aprendizaje os ha quedado un producto cojonudo…

Nos pasó lo mismo cuando encontramos a los dos actores que interpretan a Bob: Gabriel Sánchez no era actor y Carlos González había hecho cosas pero no como protagonista. Así que estábamos los cuatro novatos cagados… Teníamos miedo, pero supimos gestionarlo bien.

©David Ruano – Warner Media

El casting es maravilloso, en especial el papel de Carlos González, quien –creo- tiene las escenas más complejas.

Carlos es increíble. Además de ser un actor muy bueno aporta un montón y hace cosas de una verdad increíble. Tiene 24 años, así que casábamos mucho y hemos aprendido juntos. Carlos es muy visceral y conseguir el punto medio de la serie era complicado.

¿Cómo llegáis a ese equilibrio entre comedia y drama que conseguís desde el primer capítulo?

El reto era conseguir El Tono Bob. Todo esto nace por las intervenciones de Bob en el Leitmotiv, en el que igual te contaba una anécdota divertida y acababa haciéndote una crítica muy heavy o bien contándote un drama. El personaje tenía que conseguir ese tono ecléctico de Bob que tanto había gustado a TNT y que teníamos en guion. Había que traducirlo en la interpretación y en todos los departamentos (música, dirección). No queríamos hacer una comedia al uso ni tampoco llevarlo al drama más profundo. Bob se refugiaba en la ficción y eso nos ha funcionado muy bien a nivel de realización: irnos a la fantasía, explotar aquí toda la artillería para dar un respiro a ese personaje que no suele mirar las cosas de frente.

¿Qué referentes barajasteis para trabajar  El Tono Bob?

Sonaba mucho la serie Please like me (Netflix). Josh Thomas, creador y actor principal, es un cómico conocido que también está hablando de su propia vida y que tiene una madre deprimida. Habla de cosas heavies pero con una ligereza y un humor especial y sin ir a lo fácil. Además, me gustaba la idea de filmar con cámara en mano y con ópticas de 35 mm, que son las que más se acercan a lo humano, para conectar con algo muy realista. Mantuvimos esta forma de grabar en las escenas más cercanas, como el momento de la violación o cuando Bob está con El Rata y la cámara está en medio ellos como un personaje más. Aparte, cogimos todos los instrumentos cinematográficos en el momento No llores por mí, Argentina e hicimos mil planos con una realización súper detallada, buscando un tono ecléctico y cuidado, en coherencia con el guion.

©Mauricio-Retiz

El departamento de arte ha hecho un trabajo brutal y también el de sonido. Recuerdo una escena en la que podemos escuchar de fondo al afilador con su chiflo.

Que guay que haya gente que se dé cuenta porque son esas cosas que están colocadísimas y que pasan desapercibidas. Es muy importante porque la época se traduce con 80.000 cosas más. El proceso con la música también fue muy interesante. Nico Casal, responsable de la música de la serie, entendió perfectamente que no estábamos ante un melodrama. A veces llegábamos a la composición ideal tan solo quitando un violín.

¿Cuáles son tus referentes cinematográficos?

He bebido mucho del cine español. Hay gente que dice esto con la boca chica. Es obvio que me gusta Almodóvar, pero también Richard Linklater, un director capaz de hacer la trilogía de Antes de y a su vez Escuela de Rock; ir desde lo más indie a lo más comercial. Linklater sería el tipo de director al que aspiro a ser: versatilidad, pero desde una sensibilidad propia. También me encantan Lucrecia Martel, Pablo Larraín, los hermanos Dardenne y, si hablamos de pelis típicas, me quedo con clásicos absolutos como Billy Elliot.

La serie tiene recursos muy de autor. ¿Hasta qué punto define tu estilo cinematográfico la forma de rodar una escena como la violación en el parque?

Al recurso de esa escena llegamos conjuntamente Bob, la directora de arte, Marta Bazaco y yo. Queríamos un recurso que respirara un poco de autoría. Empezamos a hablar de un todo negro y a Bob paseándose solo por allí, con un foco que iba mostrando a los hombres del cruising como figuras pesadillescas. Entonces Marta propuso la idea de las arenas movedizas, que integramos en esta idea de “bosque de hombres”, y fue en una conversación con Andreu, el director de fotografía, donde surgió la idea de hacerlo en negativo. Se lo propuse a Bob y le encantó porque se relacionaba con las resonancias magnéticas que se realizan para el diagnóstico de la esclerosis múltiple.

Warner Media

Continuando con esas decisiones artísticas, ¿por qué no vemos nunca la cara del padre de Bob?

Era una decisión que ya venía planteada por Bob en guion. El reto fue aplicarla a la realización de las secuencias y que no mostrar su cara no quitara peso al personaje, sino todo lo contrario, que reforzara su dureza y un lado casi terrorífico. Queríamos convertirlo en un recurso interesante, no simplemente no hacer planos del padre. Planificamos momentos como cuando se le tapa la cara con la tapa de una olla, o cuando aparece el cartel de “Cerrado” del supermercado. El otro reto fue encontrar un gran actor que aceptara hacerlo, aportando únicamente presencia y voz, y Carlos Bardem fue muy generoso al aceptar la propuesta.

Y después de Maricón Perdido

Pues viene Te estoy amando locamente, mi primer largometraje de Escándalo Films junto a la también malagueña Carmen Garrido, guionista y productora ejecutiva. Tenemos el apoyo de TVE y el ICAA y vamos a presentarnos a una convocatoria de Canal Sur. Si todo va bien, rodamos este año. Sería ideal tener apoyo andaluz porque vamos a rodar en Sevilla. La película se ambienta en Sevilla en 1977 y cuenta la historia de Reme, una mujer viuda de 50 años, cuyo único hijo Miguel le confiesa que quiere presentarse a un concurso de jóvenes cantantes. En un momento en el que la homosexualidad es delito, Reme terminará involucrándose en el movimiento LGTBI que en Andalucía, paradójicamente, se gestó en el seno de la Iglesia.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.