De Torremolinos al mundo: ‘A este lado de la carretera’ surge de la efervescencia de la escena artística de la Costa del Sol durante los años 80; a partir de ahí, emprende un impresionante recorrido a través de los grandes éxitos (musicales e íntimos) de Danza Invisible, legendaria banda que ahora cuenta con su propio documental

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24 Nov 2021
Víctor Esquirol
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Después de mostrar un primer corte en el Festival de Málaga, el director José Antonio Hergueta ya tiene a punto el montaje definitivo de A este lado de la carretera, largometraje documental dedicado al mítico grupo Danza Invisible, que se presenta este viernes 26 en el Festival Internacional de Cine de Almería. Hablamos con él sobre la aventura de acercarse al lado más humano de una de las discografías españolas más impresionantes de las últimas décadas.

Hasta ahora, tu filmografía estaba más marcada por documentales de temática histórica. Con A este lado de la carretera, te adentras en los territorios de la no-ficción musical. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Es un paso que no veo nada extraño, porque a fin de cuentas, la música es una excelente cápsula temporal; una muy buena manera de acercarse a la Historia. A partir de aquí, la historia de un grupo musical como Danza Invisible propone un relato muy cercano, de gente corriente que vive una aventura. Es decir, podría ser un documental biográfico, social o cultural. Ahí, en mis labores como productor, sí te diría que ha sido una experiencia novedosa para mí, y ciertamente un desafío, porque alguna vez he tenido que negociar música con discográficas, pero nunca tuve que enfrentarme a un catálogo tan grande y tan completo. Esto, por supuesto, es una tarea muy compleja.

¿Cómo arrancó la película?

El proyecto empezó con Regina Álvarez como directora, porque su mirada, como compañera de generación de los 80, me parecía incluso mejor que la mía: ella ha hecho más televisión que yo, ha jugado más con distintos formatos, con música, por supuesto, y también estaba más familiarizada con el aire pop que pedía esta historia. Los Danza Invisible son una mezcla de pop y rock, pero hablan de un entorno, de una aura, de todo lo que fue ese Torremolinos: de la Movida, que aquí fue la Nueva Ola, que venía ya de otras corrientes internacionales gestadas durante los 70. Esto era lo que más me interesaba a mí.

¿Por qué cambió la dirección?

Después de tener que sustituir a Regina por razones de salud, llevé el proyecto hacia su lado más humano. Y al final, la película es esto: una historia de una pandilla de amigos que soñaron, que salieron de su barrio, que cuajaron en Torremolinos y que acabaron grabando la música por la que sentían tanta pasión. Cuarenta años después, siguen tocando juntos, lo cual creo que nos habla de una relación de amistad muy potente.

Me encanta que hayas mencionado esto último, porque más allá de la importancia que tiene la música de Danza Invisible, me pareció que A este lado de la carretera era un historia sobre la amistad; sobre los buenos pero también los malos momentos que la cimientan.

Estoy totalmente de acuerdo. Eso es algo a lo que estuvimos dando muchas vueltas al tema. El proyecto nos vino propuesto por Manolo Bellido, periodista de Canal Sur, pero también un gran melómano. Él me llamó y me preguntó que cómo, en un momento de recuperación y reivindicación musical tan potente como el que estamos viviendo, no se había hecho aún un documental sobre Danza Invisible. Yo, que soy admirador del grupo, y que además he tenido la suerte de asistir a varios de sus conciertos (y de comprobar que siguen sonando igual de bien), tampoco daba crédito. Nos pusimos a repasar su extensa discografía, que obviamente cuenta con composiciones preciosas, pero fue rascando en las trayectorias vitales de los integrantes del grupo, cuando realmente vimos que aquí había mucho que contar.

Y esto que ellos, como “personajes”, no se adaptan a demasiados tópicos sobre los rockeros.

Como narrador, aquí había un handicap, porque su éxito también marca su condena. Este éxito ha consistido en ser ellos mismos, en cuidarse, en quedarse en su pueblo, en vez de instalarse en “la capital”. Esto no solo les salvó la vida, que ya es mucho, sino que también apuntaló su amistad y su amor por la música. No están tan quemados como otros grupos, lo cual a lo mejor les podría quitar algo de mística, pero me reafirmo en que esto también habla muy bien de los lazos que han construido entre ellos.

¿Y ahí surgió el tema de la amistad?

Los documentales siempre son un misterio, ya que pueden tomar cualquier camino, pero en la primera escritura de la sinopsis, en el primer acercamiento, ya salió el tema de la amistad. Al fin y al cabo, ellos siempre han dado un valor primordial a esto. En el proceso de grabación y de relacionarnos con ellos, cuando íbamos preguntándonos sobre dónde estaría el meollo, acabamos rápidamente en este punto: una historia de gente corriente, que se quiere.

Foto: Lorenzo Carnero

Después de 40 años de trayectoria, de casi 20 álbumes grabados y de 2000 actuaciones en directo, es evidente que cada integrante de Danza Invisible tiene mucho que contar. Da la sensación, por ello, que para llegar al montaje final de ‘A este lado de la carretera’, ha debido haber un trabajo tremendo de edición.

La verdad es que sí. Además, tuvimos un arranque “en falso” antes del covid, que por circunstancias obvias, tuvo que pararse. Hemos grabado muchísimo, ya antes de la pandemia covid filmamos una actuación de Danza Invisible, y queríamos seguirles en una gira que evidentemente se canceló. Al pararse el presente, tuvimos que tirar más de material de archivo; recurrir al pasado, vaya. Hemos hecho varias películas en el proceso, y al final ha sido una la que ha acabado imponiéndose. Se ha quedado mucho material por el camino, pero en el proceso, que ha sido maravilloso, te das cuenta (como sucede con otros muchos documentales) que el objeto de estudio es el que manda, y no tú. A veces, a ti como director te gustaría ir hacia una determinada dirección, pero siempre acaban sucediendo imprevistos. Hay que adaptarse a ellos.

¿Cómo ha cambiado tu relación con Danza Invisible, desde tu posición primero de fan y después de cineasta?

Bastante, porque les conocía como grupo, pero no como personas. La relación que estableces con el objeto filmado haciendo un documental también es complicada, ya que al ponerte detrás de la cámara, te conviertes en una especie de “mosca cojonera”, o incluso en esa figura paternal que anima a los “niños” a rebuscar en el armario, para que surjan esas fotos que ellos creían que ya no tenían, pero que en realidad sí… Se trata de que tomen conciencia de que esto al final es también un ejercicio de terapia. Hay a quien no le apetece que le graben, o a quien no le gusta hablar de los malos momentos.

¿Cómo se vencen esos temores?

Cuando tú les explicas que un documental no va al morbo, sino que va a trabajar estas relaciones íntimas, entonces lo entienden y se prestan a ello. En lo que a mí respecta, tengo claro que tienes que estar enamorado de los personajes, porque si no, es imposible aguantar un trabajo tan intenso: Danza Invisible claramente pasó a ocupar buena parte de mi vida. Ellos fueron el eje de los dilemas cuando estábamos en el montaje, me iba a casa con ellos. Luego, además, tenía que llegar el punto doloroso de soltarlos, algo a lo que me estoy enfrentando ahora.

También supongo que ha llegado el momento de despedirse de aquel Torremolinos.

Cuando arrancamos el proyecto, quisimos que hablara mucho del ambiente efervescente de aquella costa malagueña. No solo queríamos hablar de música, sino también de pintura, escultura y arquitectura, pero al poco tiempo nos dimos cuenta de que la historia de Danza Invisible era tan grande, que íbamos a necesitar una película entera solo para ellos. El Torremolinos de aquella época tuvo el brillo de los 60, después, a finales de los 70, se convierte a la música disco, con una escena de DJ’s internacionales impresionante. Cuando esto último decae, ya en la década de los 80, es cuando entra el new age, y de repente, estas discotecas ya se abren a grupos locales, y ahí es donde pasan cosas. Hubo una transición magnífica, entre la escena internacional y el underground local. De ahí surge la historia que plasma la película.

Esta entrevista se produce momentos antes de la puesta de largo oficial de la película en el Festival Internacional de Cine de Almería. ¿Qué implica esto para el proyecto, y que recorrido esperas que tenga la película?

Evidentemente nos sentimos muy contentos, primero porque Danza Invisible actúa todos los años varias veces en la provincia de Almería, y con mucho público: es de los sitios donde mejor acogida tiene. Además, el festival inmediatamente nos propuso que hubiera un concierto de la banda. Para mí esto era un regalo perfecto, dado que quería que ellos participaran aún más en el proyecto. Justo después vamos a tener estreno en Málaga, y a partir de allí, esperamos llegar a otras grandes ciudades. Para bien o para mal, como la producción se ha retrasado, y como vamos a coincidir con el 40º aniversario del grupo, espero que la televisión se nos va a “echar encima” ipso facto. Canal Sur debería poder emitirla este invierno y en principio Televisión Española la emitirá en primavera, en Imprescindibles.


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