Estefanía de los Santos

La actriz sevillana Estefanía de los Santos no para. Tras ganar el Premio Asecan por ‘Jaulas’, la veremos en ‘La peste’ como jefa de la mafia y en varios largometrajes. En esta entrevista nos habla de su vocación y sus próximos proyectos

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28 Mar 2019
Ignacio Gutiérrez Torrejón
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Es la actriz protagonista de la película Jaulas (Nicolás Pacheco, 2018), por cuya actuación recibió el Premio ASECAN a la mejor interpretación femenina. Además de su carrera reconocida en teatro, ha interpretado importantes papeles secundarios con Grupo 7 (Alberto Rodríguez, 2012), por el que estuvo nominada al Goya como actriz revelación, o Carmina y Amén (Paco León, 2014).

La intérprete sevillana Estefania de los Santos ha rodado en el 2018 papeles principales de otros dos largos como Ay, mi madre (Frank Ariza) y El resto de mi vida (Martín Acosta). Además, tiene un papel importante en la segunda temporada de la serie La peste y acaba de rodar la última película de Alfonso Sánchez, Para toda la muerte. En esta entrevista, de los Santos nos habla sobre su vocación, sus proyectos y su amor por el teatro.

 

¿Cómo fueron tus inicios en la interpretación? ¿De dónde viene tu vocación?

Mi vocación nació de chica, cuando montábamos shows con mis primos en las fiestas navideñas. Siempre he querido ser actriz. Después, me vine para Madrid a estudiar Arte Dramático en la escuela de Cristina Rota. Soy actriz por vocación y por necesidad desde pequeña.

 

¿En qué momento decidiste dedicarte profesionalmente a la actuación?

Hace nueve años.  Antes vivía en Cádiz. Tenía un par de bares en la playa y me iban saliendo cosillas en Madrid. Hice unos cuantos cortos y me apuntaba a cursos… pero más bien dejé de interpretar hasta que empecé a hacer monólogos y me vio el actor Alberto San Juan. Hice el taller de Animalario y entré directamente en la compañía. Desde hace tres años solo trabajo como actriz.

La actriz Estefanía de los Santos durante el rodaje de 'Jaulas'.

La actriz Estefanía de los Santos durante el rodaje de ‘Jaulas’.

¿Cuáles eran tus expectativas en aquella época y cuáles son ahora?

Desde que empecé a estudiar con veinte años hasta ahora no han cambiado mucho mis expectativas. Quiero divertirme y habitar la felicidad. Mi objetivo con este trabajo es que me haga feliz. También está claro que te gustaría trabajar con tal persona o en tal país, pero eso es anecdótico. Mi expectativa sigue siendo interpretar y la interpretación me lleva directamente a la felicidad.

 

Te hacía la pregunta anterior en parte por la relación que esta profesión tiene con la popularidad y la fama… A veces parece que sea necesaria para trabajar, ¿cómo lo ves y cómo lo has gestionado?

A mí me interesa más el prestigio que la fama. Lo veo más sólido. Ser famoso es muy fácil, pero tiene las patitas cortas. El prestigio es más fiable. Es mejor que la gente valore tu trabajo, que lo respeten y que quieran volver a trabajar contigo. Eso me permite conseguir lo que quiero, que es trabajar siempre. De todas formas, yo no manejo redes ni tampoco me reconocen mucho por la calle, más bien por la voz.

Respecto a tu trabajo en Jaulas, ¿qué te sedujo del personaje?

Nunca había interpretado a una persona que muriera. Desde mi punto de vista Nicolás Pacheco quería contar la historia de una persona que moría en batalla, alguien que muere luchando por la vida y eso fue lo que más me interesó. Además, tenía un texto muy poético. Finalmente me decidí del todo cuando vi el elenco de actores y actrices. También quería rodar en Sevilla, ya que no voy a mi ciudad todo lo que me gustaría.

 

¿Cómo afrontaste la construcción del personaje?

Fue totalmente intuitivo. Hay veces que entiendes a los personajes de base. Cuando me peinaron y me pusieron el vestuario, lo terminé de cerrar. Antes de empezar una película, los equipos de vestuario o peluquería saben más del personaje que yo. Necesito que me vistan y que me peinen para conectar con el personaje.

Creo que ha sido un personaje importante para ti a muchos niveles, ¿qué te ha aportado este papel?

Con esta película me pasó una cosa muy bonita, que yo también me encontré con el personaje de Concha como público. No fui plenamente consciente de lo que le había ocurrido hasta que vi la película. Era la primera vez que me pasaba, que descubría más cosas del personaje viendo la película que interpretándola. Me gustó mucho verla.

 

El cine es una industria muy masculinizada que prima unos estereotipos femeninos negativos y que, además, dificulta que las mujeres cuenten sus propias historias. ¿Qué se puede hacer para disminuir la brecha de género? ¿Y desde el punto de vista de la interpretación?

Tenemos que hacer lo que nos toca, seguir trabajando, insistiendo y atrevernos a escribir y a dirigir y no poner toda la responsabilidad en que el sistema es así. Me gusta el punto de vista de la acción, de la posibilidad de hacer y de ejecutar. No hay ninguna ley que prohíba a la mujer escribir o dirigir, estamos hablando de otras cosas. Cuando el motor somos nosotras mismas, lo único que hay que hacer es engrasarlo, confiar y tirar. Yo como actriz tengo mis responsabilidades como por ejemplo elegir ciertos papeles cuando mi economía me lo permite. El discurso debe ser de empuje, de arrojo, venga chicas que no pasa nada.

Desde el punto de vista de la interpretación, ¿qué diferencias hay entre el cine y el teatro? ¿En qué terrero te sientes más cómoda?

En teatro no hay tanta carencia de grandes personajes femeninos como en la tele o en el cine. Hay más mujeres dirigiendo porque los recursos que necesitas para hacer montajes teatrales no son tan excesivos y no dependen de terceros. Yo misma me monté mi espectáculo de monólogos con una amiga y cogíamos nosotros la ropa y nos montábamos la coreografía. A mí me gusta mucho más la energía que se crea en el  teatro, es una meditación activa. La adrenalina que se te mete en el cuerpo. Llegas al teatro con dolor de cabeza, pisas la escena y se te quita todo. En el cine y la tele hay un ‘coitus interruptus’ todo el rato. Actuar en teatro es algo muy placentero.

 

¿Y en televisión?, tienes un papel importante en La peste.

La peste tuvo la producción cinematográfica de una película que acogió su tiempo. Otras películas se ruedan en once días. Tuvimos tres meses para rodarla. Es una maravilla trabajar así, porque lo disfrutas muchísimo. Hay ensayos, charlas, conectas de otra manera.

¿Qué puedes contarnos de tu personaje en La peste?

Está basado en un personaje real, María de la O. Es el mismo personaje que hice en la primera parte, pero que después de cinco años ha prosperado y trabaja con los nobles y la alta burguesía. Es una de las jefas de la mafia sevillana. Además, yo tengo su mismo apellido también, así que fue como un homenaje a mi estirpe. Rodar en Sevilla es volver a estar en casa.

 

¿Qué proyectos tienes actualmente?

Acabo de terminar el rodaje una película con Alfonso Sánchez y ahora me voy a México a rodar una serie, una coproducción que todavía no tiene nombre. Me apetece mucho la vivencia, nunca he trabajado fuera de España. Además, estoy también con la gira de la obra de teatro La valentía de Alfredo Sanfol.


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