El bestseller ‘Intemperie’ llega a la gran pantalla de la mano de Benito Zambrano. Jesús Carrasco, el autor de la novela, admira que Zambrano haya elevado el paisaje desértico de su historia “a una categoría estética superior”

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8 Nov 2019
Alejandro Luque
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Jesús Carrasco (Olivenza, Badajoz, 1972) no ha podido tener mejor regreso a España, después de algunos años viviendo en el extranjero. Intemperie, la novela que lo convirtió en un inesperado best-seller, ha sido adaptada al cine por Benito Zambrano y se estrenó con éxito en la Seminci de Valladolid. Filmand habla con el autor de esta experiencia y de sus gustos cinematográficos, entre otros asuntos.

Se dice que el sueño del poeta es que hagan canciones con sus versos, y el del novelista, que hagan películas con sus obras. ¿Era su caso?

No. No tenía esa fantasía, porque la novela ha ido mucho más lejos de lo que un escritor primerizo podía esperar. El sueño ambicioso que yo tenía era escribir una novela, publicarla en un buen sello, y como mucho poder llegar a vivir de la literatura, enfocar mis energías en la literatura y no en los mil trabajos que he hecho antes, mientras escribía. Y me parecía ya muy ambicioso, y sigue siéndolo, viendo cómo la mayor parte de los escritores no tienen esa posibilidad. Me siento muy afortunado, y lo de la película me parece el no va más.

Otro lugar común dice que una adaptación al cine es una gran escuela de paciencia para los escritores, que están acostumbrados a otros tiempos y a otros procesos. ¿Ha sufrido usted mucho en este sentido?

Lo he vivido con mucha tranquilidad y mucha distancia. En primer lugar, ha sido en efecto muy lento. No es un proyecto que se haya fraguado de la noche a la mañana. La productora contactó conmigo en 2013, al poco de salir la novela. Y se va a estrenar en 2019, seis años y medios después. El proceso ha sido muy gradual, he visto mutar el proyecto durante esos años. Pero desde el principio quise separarme del proyecto. Entendía y sigo entendiendo que no es un lenguaje que yo controle. Y que lo que había era la adaptación de otro creador de un texto mío.

¿No le ofrecieron ser coguionista?

No recuerdo esa posibilidad, ni tuve nunca interés por serlo. Nunca he escrito guiones, no sé cómo se hace, ni lo he intentado. Me guié por el caso de Pérez-Reverte, que sabe mucho del asunto, creo que es el autor español con más adaptaciones de sus novelas. En algún momento le oí decir: “Yo en el momento en que cedo los derechos para una película, estoy firmando la versión de otro, sé a qué me atengo”.

Lo que en ningún caso iba a exigir que se hiciera la película que yo tengo en mi cabeza. Asumí esas condiciones y las he llevado hasta el final. Sí es cierto que he tenido una relación muy estrecha con la productora, y he conocido los avances paso a paso, me han puesto al día de todo, y sabía que el proyecto no se iba a desviar brutalmente de la novela. Tenía la tranquilidad de que iba a estar siempre cerca del libro.

La película tiene una mirada poética en el simple modo de recorrer un paisaje

Imagino que una de las incógnitas que tendría sería como traducir una novela donde el lenguaje tiene tanto peso, a un código visual. ¿Era misión imposible?

Se asume que va a haber un lenguaje distinto, pero no necesariamente un producto distinto. Yo creo que el cine tiene sus propias palabras, la realidad que nombra el lenguaje escrito puede ser la misma que la que nombra una imagen. Ahí está el punto de vista del director, que hace que la imagen tenga la potencia o resuene como resuena la palabra. Un texto en prosa con cierto hálito poético puede ser trasladado al cine, con las herramientas del cine.

Asumimos que son lenguajes distintos, con efectos diferentes, pero los elementos expresivos de la comunicación se pueden dar en los dos casos. La película tiene una mirada poética en el simple modo de recorrer un paisaje. Puedes filmar un campo de fútbol y ser algo anodino, o algo emocionante.

Antes de la película había tenido una primera experiencia de adaptación de Intemperie a las imágenes, con el cómic de Javi Rey. ¿Ahí sí intervino?

En el guion no, pero ahí sí que trabajé con Javi más, aportándole sobre todo imágenes, suministrándole escenarios reales en los que estaba basado el libro. Algunos los tomó y otros no, pero la novela gráfica se parece más a lo que tenía en mi cabeza, porque esos lugares, aunque no se digan dónde están ni como son, existen en la realidad.

¿Fue el cómic para usted, en cierto sentido, un escalón previo a la adaptación cinematográfica?

Ambas adaptaciones han producido impactos independientes en mí: creo que las dos mejoran el libro en varios aspectos. Por ejemplo, en la novela hay una pesadilla que tiene el niño de la novela, y yo tenía de pequeño. Cuando la vi en la novela gráfica, sentí que me daba más miedo que mi propia pesadilla. No solo ha iluminado una parte de mi escritura, sino de mi vida. Y en la película me sucede algo parecido con el paisaje: yo había imaginado un paisaje arquetípico, que funcionaba como escenario para el devenir de los personajes, pero en cierto modo era un elemento auxiliar.

Benito Zambrano ha llevado ese paisaje a una categoría estética superior. El desierto que han encontrado es más desolador, árido e infinito

Y es el escenario del pueblo en que crecí, Torrijos, en la provincia de Toledo. En cambio, Benito Zambrano ha llevado ese paisaje a una categoría estética superior. El desierto que han encontrado es más desolador, árido e infinito que aquel en que yo me basé. En Torrijos, la planicie acaba a unos 90 kilómetros con el Sistema central, hay un final. Si ves la de la película, es un lugar en el que parece imposible esconderse. El tipo de vegetación, el polvo lunar que hay allí, abunda todavía más en la sensación de sequedad, de desolación, de intemperie. Es todavía más dramático.

Muchos escritores, cuando escriben, se inspiran en actores para “dibujar” sus personajes. ¿Usted pensó en alguno en concreto mientras escribía Intemperie?

Tuve sobre todo en la cabeza a personas de la vida real para dibujar esos personajes. Una parte importante del viejo de la novela es mi padre, pero también tiene algo de un tío mío, y de alguien a quien conocí en el pueblo, de pequeño. Sin embargo, cuando supe que se podía hacer la película, tuve en la cabeza que el personaje del viejo habría sido un gran papel para Paco Rabal. No solo en Los santos inocentes, también en Juncal.

Las arrugas del rostro, el aplomo que exudaba ese hombre encajaba con este personaje muy vivido, con muchos tiros dados y muy atemperado por el tiempo, como un cuero viejo. Eso sin demérito, por supuesto, del brillante trabajo que ha hecho Luis Tosar.

Hitchcock decía que no rodaba ni con niños ni con animales. ¿Nos alegramos de que Benito Zambrano no se avenga a esa máxima?

El trabajo de Jaime, el actor que hace de niño, ha sorprendido a todo el mundo. Es un mérito de los directores de casting, pero es que era una de las claves. Un niño que no parezca un niño actuando, es complicado, ¿eh? Se le ve muy bien en los ojos, hay planos en los que inspira que ese niño ha vivido lo que no está escrito, es algo muy notable. También había especialistas en el trato con animales. Recuerdo una escena durante el rodaje en la que el perro recibía un disparo tenía que permanecer en el suelo un rato. Ahí estaba el cuidador a quince metros, manteniendo al perro quieto, ¿cómo es posible? Todo está medido.

Saura o Buñuel son elementos tan fuertes de la cultura española que están, como columnas de un templo, aunque no te apoyes en ellas ni las percibas

La novela se comparó con Delibes, con Cormac McCarthy… ¿Cree que la película puede ser comparada con las adaptaciones de las novelas de Delibes, de McCarthy…?

Habría que preguntarle a Benito Zambrano, cuál es su referente cinematográfico para hacer su adaptación. Cuando escribe, lo hace dentro de su tradición, aunque no lo haya leído. Aunque yo no hubiera leído a Delibes, que no es el caso, Delibes está en mi imaginario literario, porque me llega por otros lados. En el cine debe de ser lo mismo. Saura o Buñuel son elementos tan fuertes de la cultura española que están, como columnas de un templo, aunque no te apoyes en ellas ni las percibas.

Se dice que el escritor que cede sus derechos, tarde o temprano pide la hoja de reclamaciones. ¿Usted está contento?

Lo estoy. Si hay alguna queja, no la diría en público. Claro que hay cosas que me gustan más y que me gustan menos, otra cosa es que yo decida llevar esas impugnaciones hasta el final. No es el caso. Creo que la actitud de decepción solo puede responder al ego del autor, o de las expectativas que se haya hecho sobre la película.

A mí se me ha dado la oportunidad de estar todo lo cerca que quisiera de la producción, y lo he hecho dentro del respeto al trabajo de otros profesionales. Yo firmé esas condiciones, tengo mi derecho de veto, tengo un contrato que me protege pero también me compromete. Que un autor se encuentre el día del estreno con algo que no tiene nada que ver con su libro, pues o ha estado en el Caribe, o se ha desentendido de sus responsabilidades, o no sabe lo que ha firmado.

¿Cómo es el espectador Jesús Carrasco, cuáles son sus gustos?

Pues voy al cine menos de lo que me gustaría, porque soy padre de familia. Y lo que hemos hecho mucho es comprar los dvds, tenemos a Miyazaki, las de Pixar, Lasseter … Me encanta Up, por ejemplo. O la primera parte de Los increíbles, que no solo es una gran película de animación, es una gran película.

Por otro lado, mis gustos cinematográficos se corresponden con mi etapa de formación. Sobre todo el tiempo que viví en Madrid. Billy Wilder, el western clásico de John Ford, Pekinpah, El tren de John Frankenheimer… Contemporáneos me fascina Terrence Malick. La delgada línea roja me parece una obra maestra. Y Ken Loach…

¿Y el cine de Benito, lo conocía, estaba familiarizado con él?

Sí, tengo un extraordinario recuerdo de Solas, me impactó mucho cuando la vi en su día. También me gustó Habana Blues, pero Solas marcó un año entero del cine, recuerdo haberla vivido con mucha intensidad.

Ya han empezado a salir críticas de la película. ¿Un escritor es sensible a la crítica cinematográfica como es a la literaria?

Yo me siento concernido. Pero tengo tan claro que la película no es mía, que tanto la responsabilidad como los méritos son del equipo que la ha hecho. Evidentemente, quiero que le vaya lo mejor posible, pero no lo vivo igual. Y en mi corto experiencia de escritor, cada vez lo vives con más distancia, eso de las críticas.

28 traducciones, 22 ediciones, cómic, la película… ¿Ha dado Intemperie todo lo que tenía que dar?

Faltan los mecheros y las camisetas, tenemos que trabajar la línea de gasolineras todavía [risas].

Bueno, Benito señaló que ahí había una obra de teatro, también…

También, que la haga quien quiera, pero creo que ya está bien de Intemperie. Estoy más que satisfecho con la leche que ha dado la vaca.

Está usted acabando su nueva obra. ¿Qué podemos adelantarle a su público?

Pues que va a ser una novela, es lo más que puedo decir. Ni siquiera puedo decir si va a ser niño o niña. Está en un proceso final, tiene que cobrar forma definitiva y prefiero no pillarme los dedos. Es una novela, la mejor que he podido escribir. Me he dejado los cuernos en ello.


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