Solo de trompeta es la última propuesta del director y guionista Bernabé Bulnes. Un cortometraje rodado en agosto del 2017 que supone un avance en la narrativa del realizador sevillano. Bulnes ha dirigido documentales como Fútbol Andaluz. Más de 100 años de pasión, Directo de José Valencia y las series documentales Deseos con historia, Re-Evolución y Andalucía con otra mirada y es uno de los realizadores de la serie para Amazon Prime Six Dreams, que se estrenará este verano. Con diez cortometrajes a su espalda, Bulnes nos habla en esta entrevista sobre su última propuesta, el trabajo con los intérpretes y sobre cómo ve el futuro del cine hecho en Andalucía.
¿Qué puedes contarnos del argumento de tu último cortometraje?
Solo de trompeta trata sobre un hombre de cuarenta tantos años que acaba de separarse de su mujer, se instala en un apartamento para emprender una nueva etapa y tiene un vecino que toca insistentemente una trompeta. Ese es el planteamiento. Básicamente es un hombre asediado o molestado por un vecino que toca la trompeta.
Al comienzo hay una tensión creciente y algunos guiños a Hitchcock, una situación que recuerda al cuento La puerta condenada de Cortázar, pero repentinamente aparece una calma que se mantiene durante la segunda mitad, ¿habías planteado así la estructura desde el principio?
El tono y la estructura casi estaban, pero lo encontramos en el montaje. La historia tiene dos partes y a la mitad cambia el tono completamente. Teníamos prevista una escena al final en la que retomábamos personajes y volvía al tono más ligero con algún guiño de humor, pero decidimos eliminar esa escena en el montaje. El tema que me sirvió para hilar la parte final, Peace Piece de Bill Evans, me pedía no cambiar de tono. El planteamiento inicial del final era más emotivo y ahora es más ambiguo, más reflexivo.
La música tiene un papel protagonista en el corto, ¿hasta qué punto el relato surgió de esos dos temas del trompetista Freddie Hubbard y el pianista Bill Evans?
Esta pregunta me sirve para explicar de dónde viene el corto. Hace bastantes años yo trabajaba en una oficina en Nervión. Había un músico de la calle que tocaba el acordeón para pedir dinero. A la gente que pasaba a lo mejor le resultaba gracioso, pero quienes trabajábamos justo en la planta de arriba escuchábamos durante cuatro horas, todos los días el tema de El padrino.
¿Cuestión de puntos de vista?
Sí, me hizo pensar que cada uno vive determinados conflictos de una manera. Lo que para nosotros puede ser una molestia para otra persona es su forma de sobrevivir y salir adelante. Esa fue la raíz de una historia que quedó parada sobre un trompetista extranjero. Luego la pude encajar de otro modo. Cuando descubrí al trompetista Freddie Hubart, me encantó y vi claramente que era el inició de la historia, esa energía, ese sonido: tenía claro que la música, y más concretamente el jazz, tenía que ser una parte importante de la historia.
Para producir tu anterior corto, Problemas de guion, realizasteis una campaña de ‘crowdfunding’, ¿cómo ha sido la financiación de Solo de trompeta?
Ha sido un trabajo en equipo, hemos asumido los gastos. Un poco de financiación que he puesto yo para el alquiler, el trabajo del equipo de forma gratuita… hemos conseguido ahorrar todos los costes posibles y financiar el resto por nuestra parte. Fueron tres días de rodaje a finales de agosto del verano pasado. Preferí rodarlo de un modo más inmediato, de manera un poco más austera. Consideraba que no hacía falta gastarse más.
¿Cuáles son tus objetivos con este cortometraje?
Mi primer objetivo sigue siendo probar cosas nuevas, buscar y encontrar un lenguaje que me interese. El segundo objetivo era trabajar con el actor Gregor Acuña (protagonista del corto). Yo le había visto en teatro y desde el principio fue la persona en la que pensé para interpretar el papel. El siguiente objetivo una vez terminado es intentar que lo vea el mayor número de personas posible, primero para que la gente que ha participado se lleve la satisfacción de que el corto se mueva, y después, desde un punto de vista personal, por establecer ese diálogo un poco virtual o etéreo que se produce entre el cineasta y el público cuando una obra se ve.
Ahora que lo nombras, ¿cómo ha sido el trabajo con el actor Gregor Acuña?
El trabajo con Gregor ha sido interesante y comodísimo desde el principio. No teníamos ninguna relación personal previa, pero a partir del corto ha surgido, porque es una persona cercana que se implica emocionalmente en los proyectos como intérprete y como persona que participa en una obra colectiva. Era un papel complicado, no porque el personaje fuera más o menos dramático, sino porque exigía mucho control del racord, de la continuidad. Siempre está cogiendo y soltando cosas, es un lío muy grande para cualquier actor. Si tienes que rodar varios planos dentro de la misma escena, te exige que lo hagas de una determinada manera lo más parecido posible.
¿Qué es Rakia Films? ¿Qué proyectos tenéis?
Rakia coge el testigo de una productora con la que estuve varios años haciendo cortos y otras producciones. Es un proyecto nuevo y una nueva etapa profesional con mi pareja. Para mí, la vida personal y la profesional están muy unidas. Tenemos las mismas ganas de seguir haciendo producciones que nos gustan. Ahora mismo estamos en preparación de dos documentales en los que colaboramos con otras productoras. Van a ser nuestras primeras experiencias de formatos en los que yo no sea el director.
¿Es complicado prosperar en el mundo audiovisual?
Yo he conseguido vivir del audiovisual en general, no del cine. Tengo una faceta de realizador y guionista que por suerte me da para vivir. Del cine es más complicado, de los cortos lo veo casi imposible. Los cortos son formas de expresión, de ensayo, de práctica, pero tienen un fin artístico, no económico ni comercial. Yo estoy en una fase de replanteamiento.
¿A qué te refieres?
Me encanta la ficción, pero como los formatos se han diversificado tanto con internet, las plataformas tipo Netflix, webseries, miniseries, otros tipos de largometrajes, no tengo la necesidad de rodar una película. Mi objetivo es la ficción y hay una gran variedad de formatos que me parecen interesantes narrativamente. Estoy desarrollando varios proyectos al mismo tiempo, tanto de largometrajes como de series. A veces ves cosas tan interesantes en esas nuevas plataformas que te resultan inspiradoras.
¿Cómo ves el futuro del cine hecho en Andalucía?
Creo que el futuro será bueno, al menos desde el punto de vista de la industria. Se están haciendo más cosas, pero hay que ver si “hacer” es “buen hacer” o simplemente “hacer”. Es decir, la cantidad está llegando, pero la calidad está por verse. Este año hay muchos estrenos de gente nueva y tengo muchas ganas de ver sus trabajos, a ver qué proponen. Hay una gran diversidad de plataformas, aunque todavía nadie ha hecho una serie para Netflix desde Andalucía, lo más parecido ha sido La peste, pero no nos engañemos, es una producción que viene de Madrid y eso por desgracia no es lo común.
¿Como cuáles?
Sería interesante que tuviéramos esos lugares de distribución para producir y que los vea la gente. Que Canal Sur dé la posibilidad a directores de aquí de seguir haciendo cosas diferentes. Ya se verá si la industria está bien desarrollada, si las políticas que se emprenden están bien… Andalucía es un sitio magnifico para hacerlo, pero el nivel de calidad depende de los propios autores y productores. Los productores andaluces necesitan ese atrevimiento, que además cuente con un apoyo institucional para hacer otras cosas distintas a las que se están haciendo hoy en día.