Alejandro Marín firma el Pride español: una mirada llena de ternura, compromiso y humor a los orígenes del movimiento LGTB en España, centrándose en Sevilla y vehiculándolo a través de un hijo (Omar Banana) y una madre (Ana Wagener). Una historia colectiva en la que el director de la serie Maricón perdido firma su primer largometraje de ficción: Te estoy amando locamente.
La película, rodada en Sevilla y Utrera en agosto del año pasado, ha llegado este fin de semana a la cartelera con un reparto coral con Ana Wagener y Omar Banana junto a Alba Flores, Carmen Orellana, La Dani, Lola Buzón, Alex De la Croix, Jesús Carroza, Mari Paz Sayago, Manuel Morón y Pepa Gracia.
Al frente de la producción andaluza se encuentra Álvaro Alonso (La Pepa Films), productor de clásicos recientes del cine andaluz como Entre dos aguas (Isaki Lacuesta), Operación Camarón (Carlos Therón), El mundo es nuestro (Alfonso Sánchez) o Ali (Paco R. Baños), entre otras.
¿Cómo surgió la idea de Te estoy amando locamente?
Surgió en 2017, la guionista, Carmen Garrido, y yo nos enteramos de que era el el 40º aniversario de la primera manifestación en Barcelona. Poco después entramos en Ópera prima, el máster de la ESCAC (Escuela de Cine de Cataluña). Decidimos tirar del hilo y llegamos a la historia de Mar Cambrollé, que fundó en Sevilla el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR), quien aprovechando que tenía las llaves del palacio arzobispal, organizó allí la movida. El siguiente paso fue dibujar la historia ficcionada de Reme (Ana Wagener) y Miguel (Omar Banana), introduciendo testimonios de Mar y de otros activistas.
Qué te llamó más la atención durante el proceso de investigación?
No conocía hasta dónde había llegado la represión institucional. Consultamos expedientes reales en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla. Me chocó la manera de hablar de los jueces. Eran maneras muy humillantes y se referían a ellos como “invertidos”. También me chocaron las terapias de electroshock de médicos reputados. L la represión social entre vecinos y familias la daba por supuesta, lo que no me esperaba era una represión tan institucional y clasista. La ley de peligrosidad social perseguía a las clases más bajas, dando por hecho que se prostituirían o serían gentes de malvivir, sobre todo las mujeres trans.
¿Qué conexión existe entre la película y la serie Maricón perdido?
Yo creo que, al final, ha sido un ciclo. Dirigí la serie a raíz de mostrar el teaser para la peli. A los productores les interesó el tono. Mientras rodaba la serie, estaba trabajando en paralelo con la película, así que ha sido una especie de camino común. A nivel formal, tienen en común, que es un género híbrido entre la comedia y el drama. En cuanto a sus protagonistas, el de Maricón perdido tiene más iniciativa, su búsqueda es más consciente. Miguel lo tiene todo muy claro, pero está perdidísimo. Ambos tienen esa necesidad de estar acompañados. Se diferencian mucho en la relación con sus madres.
¿Cómo definirías tu estilo? ¿Has tratado de diferenciarte de algunos de los posibles cánones del cine LGTBI?
El objetivo era hacer que la película llegara a todo el mundo. Nos parecía moderno hablar de sexualidad sin mostrarla. Queríamos hablar de la lucha de estas personas y de la identidad homosexual y transexual colectiva… pero no nos importaba tanto indagar en la individualidad, sino en su manera de luchar juntas. Era importante que no hubiera una trama amorosa, no introducir el relato desde la sexualidad o la trama romántica, sino juntar a estas personas que les une una disidencia sexual. Unirlas en la colectividad: no tienen que pelear por acostarse con alguien, sino por que no sea un delito.
¿Tienes algún personaje favorito?
Estoy muy contento de que la película sea tan coral. Creo que están todas estupendas, desde Ana hasta todos los secundarios, que es algo en lo que me fijo mucho cuando veo una película. Al haberse generado un ambiente de rodaje tan bonito, se pudo hacer mucho trabajo con los actores, que están geniales: Desde Ana Wagener hasta el médico, pasando por Jesús Carroza.
¿Esperabas que el estreno de una película LGTB, en 2023, se pudiera convertir en un acto casi político… como el de tus propios personajes?
Realmente no lo esperábamos. Por un lado, esto no tendría que estar pasando. No es algo a celebrar. Si podemos remover conciencias, estaremos dolorosamente contentos, pero esta película debería ser un homenaje a estas personas. Lo hemos hecho con la intención de hablar del presente. El pasado está desgraciadamente más cerca de lo que pensamos, ya que hay gente que nos quiere devolver a esos años.
¿Cómo fue rodar en Sevilla en agosto… aparte de muy caluroso?
Aparte de muy caluroso, más caluroso aún. Fue muy guay. Sevilla me encanta. Fue muy loco y muy impactante rodar en los sitos reales de las fotografías históricas del movimiento, como la calle calle Sierpes, el Palacio de Justicia o la Avenida de la Constitución, junto a la Catedral. Pudimos recrear la época y trasladarnos a esos años. Fue muy guay cortar el Puente de Triana, porque requería mucha concentración, con el equipo de producción y de localizaciones con todo muy medido: había coches de época y hasta un piragüista recogiendo los papeles que tirábamos en el río.
Entre la copla y Rigoberta Bandini, pasando por la célebre canción de Las Grecas, que da nombre a la película: ¿Cómo ha sido la selección musical?
Ha sido muy divertido. Carmen y yo nos metíamos en Spotify y tirábamos de canciones que conocíamos. Hemos preguntado a nuestras familias, hemos buceado entre canciones. Hemos sido rigurosos eligiendo temas, para que fueran de la época. Con la canción final, que canta Miguel, hemos querido romper el código y que fuera original. Soñamos con que la hiciera Rigoberta Bandini y el sueño, de pronto, se convirtió en real cuando ella dijo que sí. Fue superguay que nos cantara en un bar la melodía sin letra. Que luego nos mandara un audio tocando la letra. y que, en definitiva, nos hiciera partícipe de el proceso.
Y para terminar: ¿Es importante recordar el blanco y negro del pasado, para poder tener un futuro más brillante?
Realmente esa ha sido la intención. No queríamos blanquear la España oscura, pero sí destacar la faceta de estas personas como héroes y heroínas, no como víctimas. Queríamos crear un relato colectivo, que las pusiera en valor y arrojara luz sobre el presente, mirando al pasado. Fueron personas que lucharon de manera transversal, que supieron encontrarse en la lucha común, a pesar de sus posibles diferencias.