Entrevistamos al cineasta sevillano Paco R. Baños, que está ya en fase de postproducción de su segundo largo, ‘522. Un gato, un chino y mi padre’, y que participa en la séptima jornada de ‘Los Oficios del Cine’, dedicada a la dirección.

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6 Nov 2018
Juan Antonio Bermúdez
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El director sevillano Paco R. Baños participa en Los Oficios del Cine VII, la jornada de este martes 6 de noviembre, a las 18:30, que estará dedicada a la dirección. Se celebrará, como las anteriores de este ciclo, en la sede en Sevilla de la Fundación Cajasol y su asistencia es gratuita previa inscripción en este formulario. Baños ganó con su primer corto, Necesidades, la primera edición del Concurso de Cortometrajes Versión Española/SGAE en 2004. Luego debutó con Ali (2011) en el largometraje. Y actualmente está en la fase de postproducción de su segundo largo, 522, un gato, un chino y mi padre. De todo ello hablamos con él en esta entrevista.

 

¿De dónde viene tu interés por trabajar en el cine y cómo fueron tus comienzos?

Ya me gustaría, pero no obedece a  ningún sueño romántico de la niñez sino más bien a los azares de la vida que hacen que tengas un amigo en esa niñez cuyo padre tiene una cámara de Super8, que a su vez después tendrá una cámara de tubo, que a su vez  se enchufa a un vídeo Betamax… Y a que grabas idioteces con ese y otros amigos … Y después resulta que esa cámara la sustituye el padre por una mejor y también se pueden hacer animaciones… Y sigues grabando idioteces más elaboradas y más largas, etc.  Así, sin quererlo, te encuentras tras la selectividad solicitando plaza en Audiovisuales junto a ese amigo de la niñez.

 

Dentro del cine, has tocado muchas tareas: desde el montaje o el guion a trabajar como script o como ayudante de dirección. ¿Las has visto siempre como un paso para llegar a dirigir o en algunas te sientes igual de realizado que en la dirección?

Esas tareas siempre las he visto como un paso más para aprender. Y lo sigo viendo así… No sé con qué destino u horizonte pero sí siempre para aprender. Y tienes que ser muy negado para no aprender si estás ahí con un mínimo de interés. Si estás en el meollo de todo ese mundo en el que se cuentan las historias, y le sumas los proyectos, la edad…, algo se te acaba pegando y sientes cada vez más el pellizquito de por qué no contar historias… Pero lo de dirigir no, no me lo había planteado; sí a lo mejor había fantaseado alguna vez con contar alguna historia pequeña en algún corto… Pero me imaginaba que tenía que tener algo especial… Y lo único que tengo es que soy bastante currante, eso sí.

También he tenido la suerte desde mi primera película como script de sentirme con un cierto peso dentro del equipo y eso te hace estar a gustito ayudando en lo que se puede. Sí, me he realizado y me sigo realizando en el cargo que me toque siempre que sienta que sigo aprendiendo… Es mi clave, la que me ayuda a decidir qué hacer ante un proyecto que me plantean.

Una vez que afrontaste tu primer corto como director, ¿esa experiencia en otros campos te había enseñado mucho?

Cuando dirigí mi primer corto en vídeo no tenía ninguna experiencia, más bien todas las papeletas para equivocarme. La idea era aprender en el proceso mientras nos equivocábamos. Digo “nos” porque éramos un grupo de amigos. Cuando hice mi primer corto en formato cinematográfico todavía no imaginaba que iba a acabar haciendo veinte largometrajes de script, aparte de otras cosas.

 

¿Recomendarías que alguien que quiera dirigir pruebe primero a desempeñar otras tareas en una película?

Me parece que formar parte de un equipo que aborda un largometraje es una experiencia muy interesante para muchas cosas en la vida, y también para dirigir claro.

Paco R. Baños (a la derecha), junto a Julián Villagrán y Nadia de Santiago, protagonistas de 'Ali'

Paco R. Baños (a la derecha), junto a Julián Villagrán y Nadia de Santiago, protagonistas de ‘Ali’

¿Y cómo te llegó la oportunidad de dirigir Ali, tu primer largo?

No sé si es “oportunidad”. Para mí es un privilegio poder contar una historia y que haya un equipo que te ayude a conseguirlo, me siento realmente privilegiado.

La oportunidad llega después de unos cuantos años de trabajo y trabajo. Y  un día… llegó.

 

Siempre han emparentado a Ali con el cine independiente estadounidense. Incluso Javier Ocaña, el crítico de El País, lo llegó a definir como “un imposible Hart Hartley a la sevillana”. ¿Te gusta esa comparación? ¿Tus referentes están ahí?

No sé muy bien… Yo también lo llamo indie, aunque en realidad no sé muy bien si lo que yo llamo indie es lo que otros llaman indie… En fin, es un lío todo esto de las denominaciones de origen… Digamos que está dentro del tipo de historias, producciones, personajes, etc., que me tocan algo en la tripa cuando las veo, que tienen chicha para mí… Otras cosas me aburren. Me imagino que cuando digo indie me refiero a un tipo de películas, a ese tipo de películas… Aunque también me gustan otras aunque no sean indie… Digamos que lo que me atrapa es sobre todo un tipo de historias, con unos ingredientes… Y eso no es un género por decirlo de algún modo. Uno se va alimentando de muchos referentes que algunas veces incluso pueden llegar a ser contradictorios.

La comparación no sé si es buena o mala,  si me gusta o no me gusta… Solemos comparar, lo concibo como una manera de intentar hacerse entender, explicarse mejor… Yo también lo hago… Mi madre también lo hace mucho.

 

Compartiste una etapa de formación con lo que luego se ha llamado la ‘Generación CinExín’. Y luego has seguido trabajando con muchos de estos directores. ¿Qué piensas de esa etiqueta? ¿Te sientes parte de una generación?

Volvemos a las denominaciones de origen… Si hay que definirla de algún modo quizás ese calificativo tiene algo de imagen entrañable, de un sonido similar al de las antiguas salas de cine…el tac, tac, tac de la película… Sí, no me disgusta.

Más que de una generación me considero parte de un grupo, siempre he visto todo esto del cine como muy grupal, muy de equipo… Y en este sentido ese nombre “CinExín” obedece a un proyecto grupal que hicimos en su día con la intención de reivindicar apoyo para un cine hecho desde aquí, que el sistema de ayudas cambiara, etc… En ese sentido, por lo que significó de arranque a todo esto que después se ha ido generando en nuestra ciudad sí que me siento identificado, como grupo CinExín. Esperemos que siga siendo “Cine sin fin”.

 

En cualquier caso, formaste parte de la primera promoción de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Sevilla. ¿Consideras que el paso por la Facultad fue decisivo en tu profesión? ¿Crees que estudiar Comunicación Audiovisual es una buena vía para dedicarse al cine?

Como ya he contado, lo considero un elemento más dentro de los ingredientes que vas macerando en la mochila. En mi caso había ya una semilla antes… Pero claro, pasas 5 años de tu vida ahí, empiezas a conocer más gente, compartes inquietudes, te alimentas de otras cabezas, conoces más bares…  Y estar ahí te va formando, te va esculpiendo.

Pero no creo que sea la única vía… En mi caso andaba un poco perdido al principio, sobre todo siendo de Letras puras. Pero si no tienes una Escuela de Cine cercana y pública al lado, o muy barata, imagino que es una buena vía para abrir la caja de Pandora.

 

En concreto con Alberto Rodríguez, ese amigo de la infancia al que antes aludías, has estado en muchas películas e incluso has dirigido varios episodios de la primera temporada de La peste. ¿Cómo ha sido esa experiencia en una serie de época y con más presupuesto del que tú has estado acostumbrado a manejar en otros proyectos? ¿Te ves dirigiendo ficción para televisión?

Pues no te voy a decir que no ha sido duro. Una experiencia muy enriquecedora a la vez que dura, en todos los sentidos, porque no se había hecho nunca nada así, por lo menos en Sevilla, y eso aumenta la presión por el resultado, porque era la serie más cara, etc. Pero sobre todo lo más difícil y enriquecedor, aunque no lo parezca, es la experiencia de tener que contar y hacer tuya de alguna manera un proyecto que no parte de ti y que al mismo tiempo tiene que mantener la línea marcada por los autores, pero con tu parte de personalidad…  No es una historia que tú hayas escrito y eso de pronto te coloca en un sitio diferente, menos seguro, del que tienes cuando diriges una película que viene de ti.

La verdad es que la ficción no la considero mejor o peor si viene del cine o de tele… Y más ahora que el consumo se hace desde cualquier tipo de pantalla. Más bien hay ficción de diferente calidad, con diferentes criterios e intereses. Me gusta la ficción, esto de contar las historias y siempre se acaba aprendiendo. Al final depende del proyecto, el lugar da igual.

¿Qué nos puedes contar de tu próximo largo para cine: 522. Un gato, un chino y mi padre?

Daría para muchas páginas solo hablar de cómo conseguir levantar el proyecto (eso que ocurre durante años antes de empezar a rodar).

¿Qué decir?, pues que es  mi segunda película. ¿Una película “indie”?  Natalia de Molina es la protagonista absoluta, un gran trabajo encarnando a George.

George es una chica con una particular agorafobia, con un límite de 522, que se ve obligada a hacer un viaje al “Fin del mundo”. Una road movie por el Algarve, desde Sevilla al Cabo de San Vicente. Su compañero de viaje, el Chino de la tienda de chinos de su barrio, Hao… Además de ellos, peculiares situaciones salpicadas de personajes portugueses. La búsqueda de la memoria, recuperar lo que querías dejar se ser.  Abrir tu pasado de nuevo para así ampliar tu espacio, tu mundo, más allá de 522 pasos.

 

¿Qué le recomendarías a la gente que quiere trabajar en el cine, dirigiendo sus propios proyectos?

No soy muy de esas cosas de consejos o recomendaciones, pero si tengo que hablar por mi experiencia me asaltan estas palabras: carrera de fondo, trabajo… Y trabajo.

 

 


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