Mona Martínez ha tenido su gran año en 2018: está nominada a los Asecan como mejor actriz de reparto por ‘Ana de Día’, mantiene una obra de teatro “preciosa” en Madrid y hasta ha participado en ‘Terminator 6’

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14 Ene 2019
Néstor Cenizo
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Mona Martínez es una malagueña que iba para bailarina, luego quiso ser actriz de doblaje y acabó siendo actriz todoterreno. Ahora le gustan tanto las tablas como un rodaje, porque en los dos encuentra lo que busca: una pasión que, dice, le dura las 24 horas del día.

Su primer papel de peso en el cine, en Ana de Día, le ha valido una nominación como mejor actriz de reparto en los Premios Asecan del Cine Andaluz, y esto no hace sino confirmar su versatilidad: Mona Martínez ha logrado con la película de Andrea Jaurrieta un reconocimiento que en el teatro logró con la gira norteamericana de Ay Carmela, con la que fue nominada como mejor actriz en los prestigiosos premios Helen Hayes de 2012. Además, Mona Martínez acumula una larga trayectoria en televisión.

Empezó a estudiar declamación mientras estudiaba danza clásica y flamenco en la academia que la histórica Tona Radely tenía en Torremolinos. Fue así como se convenció de que tenía que estudiar teatro, de modo que, aunque encontró trabajo como bailarina en Scala Madrid, perseveró con aquello de la interpretación. Fue Benito Zambrano quien le dio la oportunidad de formar parte del elenco netamente andaluz de Padre Coraje, y desde entonces ya no paró. A su pesar, siempre en Madrid.

“Siempre me he querido volver para allá [Andalucía], creo que he sido de las pocas actrices que no ha trabajado en Arrayán…”, lamenta. Poco a poco lo va consiguiendo: el año pasado rodó en Granada Intemperie (Benito Zambrano) y espera con ganas un proyecto del que no puede desvelar nada más que se rodará en Andalucía. “Y estoy feliz como una perdiz”.

 

¿Han cambiado las posibilidades de trabajo para un andaluz en Madrid?

Ha cambiado mucho, pero Benito abrió esa puerta. Yo las pruebas siempre las hago en andaluz, con mi acento. No lo fuerzo, a no ser que pidan que el personaje tenga que hablar castellano o sea de otro sitio. El andaluz ha estado muy castigado. He tenido que ir a pruebas con gente vinculada a Andalucía que te dice: “Cariño, aquí no puedes hablar andaluz”. Y no tendría por qué, porque los andaluces estamos por todo el mundo. Es verdad que también ha habido una idealización de que el andaluz era gracioso o chabacano. Incluso te dicen: “En andaluz normal”. Claro, ¿en qué voy a hablar? Ahora eso ha cambiado muchísimo. Cada vez se escucha más gente en la tele con su acento.

A mí eso me produce mucha emoción, y veo que se empiezan a hacer muchas cosas en Andalucía. Hemos tenido que salir de allí: antes solo estaba Arrayán, ahora hay muchísimas series, que incluso se erigieron aquí y se ruedan en Andalucía, o tienen temática andaluza. Tenemos un cine por hacer enorme.

 

¿Crees que ahora hay cine andaluz con voz propia?

Creo que sí. Hay muchas cosas que están haciendo allí, y a mí me da mucha pena cuando hay una prueba en un sitio y no voy a participar en ella. Hay una cantera andaluza que es de lujo, en Padre Coraje Benito hizo casting a 1.000 actores, trabajaron 100 actores que no se les conocía, y ahí están ahora. Lo digo con mucha pasión porque hago hincapié en que tiene que producirse eso. Hay muchos directores que están viniendo de América para trabajar aquí. Los chinos, los japoneses están grabando aquí. Tenemos montaña, sol, verde… Lo tenemos todo.

 

También hay directores y guionistas que localizan sus historias aquí, porque tienen sentido si pasan en Andalucía.

Claro. Hay un cine por hacer porque tenemos muchas cosas que contar. Por ejemplo, cómo fueron los años 70, los años 80, con toda la droga que hubo. Aquella época la pillé de lleno. Son mis vivencias. Cuando me apareció el personaje yonqui de Padre Coraje estaba al alcance de mi mano, mis amigos eran el yonqui de la Plaza de la Paz.

 

Necesitaste irte a Madrid para abrirte camino en la interpretación. ¿Crees que hoy es igual de necesario?

Mi sobrina acaba de empezar en Málaga y eso me hace muy feliz y orgullosa. En aquella época yo no tenía tantos contactos, no había tantos grupos, no era tan fácil, estaba más cerrado que ahora. Ahora hay sitios que hacen teatro, compañías propias… Se produce con más facilidad y el que empieza puede empezar allí. Sí es verdad que se tienen que descentralizar los directores de casting. Para Ahí Abajo se hizo una primera producción aquí [en Madrid], con directores de casting de aquí. Tiene que empezar a hacerse allí. Que los madrileños se tengan que desplazar.

 

Estrenaste Ana de Día en el festival de Málaga

Fue muy emocionante. Yo había actuado en el Teatro Cervantes, pero que la proyección se hiciese allí… imagina las miles de cosas que se me pasaban por el corazón, de ver a mi familia sentada en el patio de butacas. Yo estaba sentada en el palco central, pero mi intención era irme a paraíso, porque todas las funciones del mundo desde que se reabrió el Cervantes yo las veía desde ahí. Había una connotación emocional más que profesional, que para mí se quedó en algo secundario.

 

¿Es cierto que entregaste un Fray Leopoldo a algunos miembros del equipo?

¡Por supuesto! Y se ríen de mí, pero lo siguieron a rajatabla. Les llevé a todos una estampita de Fray Leopoldo. Y aquí está enfrente de mí ahora mismo, porque Fray Leopoldo viene conmigo a todos lados.

 

Ana de Día te ha dado tu primera nominación en cine, pero ya has sido nominada en teatro y en televisión. ¿Qué suponen estos reconocimientos?

Imagina la ilusión que me hace. Para mí estar reconocida en Andalucía es una ilusión tremenda, pero cuando ves con quién estás nominada, dices “madre mía”. Todos los que están nominados… No sé, a mí me produce mucha emoción. Que sea Andalucía la que te da esa nominación, que haya esa cantera de actores tan buenos… Es algo que me encoge el corazón.

 

Y esto de que aparezcas en Terminator 6, ¿es cierto?

Sí, sí, sí.

 

¿Cómo llegas a una superproducción así?

La agencia de representantes, Mesala, nos pidió a varios actores que hiciésemos pruebas. Tú te grabas en un vídeo, que grabé con el productor de Ana de Día, Iván, y la tenía que grabar en mexicano. Hice la prueba pensando que para nada iba a entrar en Terminator. Pero un viernes me dicen que el lunes tengo la prueba con el director, Tim Miller. Me dije “la madre que me parió”. Y tenía la prueba en inglés y en mejicano. Y yo inglés… desgraciadamente no sé. Pero dije que sí, por supuesto que me aprendo mi separata en inglés, sin problema, y así se la hago. Hice la separata en inglés, y luego me preparé mi separata en mexicano. Al día siguiente me dijeron que tenía que me supervisar James Cameron (ríe), dijo que ok, y p’alante.

 

¿Qué puedes contar de la película?

Poquito, porque no te puedes imaginar lo estrictamente secreto que lo llevan todo. Pero todo, todo, todo. No puedes imaginar hasta qué extremo. Te dan una separata que te avisan de que se va a modificar durante la película, y luego incluso cuando te la dan en la película, cuando termina te la retiran. No puedes tenerla en tu poder. Es algo impresionante, tienen mucho celo para que no se filtre nada.

 

¿Y el rodaje?

Impresionante. Muchos días de preparación para el tema de la ropa. Son muy exhaustivos. Tampoco tenemos mucha diferencia en las cosas que hacemos aquí, pero ellos son muy llamativos, y todo es a lo grande y todo es mucho, y la producción es mucha, y todo mucho. El día de la secuencia fue con 500 figurantes. Al final ni siquiera llega a ser la que haces en la prueba, pero la experiencia de estar ahí y ver cuando dicen: “Action”, que parece que se va a caer el mundo… Se produce un terremoto de todos los equipos, y cuando dicen acción, parece que todos se han tomado un redbull en ese momento, y empiezan con esa energía. Pero son amables, atentos…

 

¿En qué notaste que estabas en una superproducción?

Es mucho dinero. Un despliegue por todos sitios, desde que te llevan y te traen, las plataformas de montaje, de creación, te ponen unas naves impresionantes con miles de personas trabajando… En ese sentido, te quedas admirada.

Me llamó mucho la atención la diseñadora de vestuario, que tiene no sé cuántos Oscar. Me reía mucho, porque entraba y parecía que había entrado la Reina de Inglaterra, y todo el mundo la trataba como lo que es. Yo siempre llevo una medallita de la Virgen del Carmen, y a ella le encantó. Y para el personaje, una vendedora de tamales de la calle, el día de rodaje yo tenía una réplica hecha de la medallita. Para que no utilizase la mía. Ellos habían hecho una réplica exacta para usarla en el rodaje.

 

¿No podías utilizar la tuya?

No, no, no. Nada tuyo, no te tocan, no puedes sonreír en una foto. No te tocan ni para vestirte. Es todo con un protocolo que ni te imaginas.

 

Ahora estás con una función teatral. ¿Me hablas un poco de Óscar y Mami Rosa?

Es una función preciosa de un dramaturgo francés, que tiene una trilogía sobre las tres grandes religiones del mundo: el budismo, el cristianismo y el Islam sufí. En realidad, [Óscar y Mami Rosa] habla de la base que es el amor, de la unión de las soledades, de la necesidad de las personas de encontrarse en un punto común y que ese punto sea el amor. Y es preciosa. Las damas de rosa son unas voluntarias en los hospitales de oncología en Francia, que hacen de voluntarias de los niños que no tienen familiares.

 

Es un monólogo a varias voces, y todas las haces tú. ¿No es extenuante?

Bueno, cada día se produce con más serenidad, y es un viaje maravilloso, porque das vida a todo lo que hay en ti. En realidad, cuando hablas de alguien lo imitas y al final te estás poniendo en todos los personajes. Y aquí son el universo del hospital en el que está el niño, enfermo de cáncer, y tiene una relación con la voluntaria que es la única que le hace visitas. La cuidadora le ofrece hacer un juego: que convierta cada día como si tuviera diez años más, y le hace pasar por todas las etapas. Hay niños que pasan gran parte de su vida allí, y su casa en realidad termina siendo el hospital.

 

Has hecho teatro, cine y televisión, prácticamente todo a la vez. ¿Te cuesta cambiar el registro?

Ahora estoy haciendo teatro cuatro días a la semana y soy feliz. Pero cuando al rodaje también le coges el gusto. El cine no lo he probado tanto. Ahora con Ana de Día con un personaje más complejo, me pareció más complejo. Cada medio te exige algo diferente, pero todos exigen una dedicación de tu tiempo externo, que estés volcada a ello, observando y viviendo la vida de forma diferente, percibiendo cosas diferentes… Sea teatro o cine, y eso requiere que tu pasión dure 24 horas. Y eso es lo que me gusta. Cuando hago cine digo: “A mí me gusta más esto”, y cuando estoy haciendo teatro… también.


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