“Aprendimos que un director novel podía tener una repercusión enorme”. El cineasta Paco Cabezas participa en ‘Sus terrores favoritos’, una exposición de la SGAE con los Festivales de Sitges y Murcia, que recuerda una tradición que va de ‘La residencia’ a ‘El orfanato’

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22 Sep 2022
Alejandro Luque
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La fábrica de escalofríos del cine patrio, tantas veces ninguneada, vilipendiada y hasta parodiada, posee una historia lo bastante rica como para ser motivo de orgullo. Con presupuestos más generosos o más modestos, tirando de estrellas internacionales o de currantes del plató, sufriendo en taquilla o conquistando premios, lo cierto es que hay una tradición de películas fantásticas y de terror made in Spain que merece la pena ser recordada.

La Sociedad General de Autores (SGAE) ha querido hacerlo con Sus terrores favoritos, un recorrido por algunos de los principales hitos del género que quedan representados en la sede del madrileño Palacio Longoria a través de todo tipo de fetiches y piezas de coleccionista.

Paco Cabezas, en el terrorífico equipo

La muestra, realizada con la colaboración de Festival de Sitges y del Festival Sombra de Murcia, permanecerá abierta al público con entrada libre hasta el próximo 30 de septiembre (de 16.00 a 21.00, de lunes a domingo), y ha contado con el criterio de selección de directores y guionistas afines como el cineasta andaluz Paco Cabezas, Raúl Cerezo, Paul Urkijo, Denise Castro, Jaume Balagueró, Jorge Guerricaechevarría, Pablo Berger, Mar Targarona, y David y Álex Pastor, por citar algunos.

Tras la bienvenida del presidente de la Sgae, Antonio Onetti, en la inauguración de la muestra el director del Festival Sombra de Murcia, Javier García, comentó que desde esta cita se ha intentado “reconocer la importancia del fanta-terror hispano” con homenajes a Paul Naschy, Chicho Ibáñez Serrador o Jesús Franco, y elogió el papel de los pioneros de los años 60 y 70, “porque sin ellos no existiría la salud del fantástico actual”. Por su parte, Mónica García, directora de la Fundación Sitges, invitó a recorrer la muestra “celebrando el proceso creativo que hay detrás de cada objeto”.

Una referencia clásica

El título Sus terrores favoritos, por si hubiera algún despistado, remite a la célebre serie de televisión Mis terrores favoritos que dirigiera Francisco Ibáñez Serrador en los primeros años 80. Precisamente Chicho, como se le conocía familiarmente, el mismo que revolucionó el concepto de concursos en la pequeña pantalla con su irresistible Un, dos, tres, goza de un lugar de honor en este recorrido merced a dos títulos fundamentales: La residencia (1969) y Quién puede matar a un niño (1976).

Guiones originales y figurines dibujados por Vitín Cortezo, así como el piano eléctrico de Waldo de los Ríos, hablan de la génesis de aquellos proyectos concebidos en un momento en que el país se asomaba a un horizonte nuevo, en un mundo que hervía de inconformismo. En ese contexto, fue un visionario nacido en Montevideo el que sentó las bases del género. Y lo hizo desde ese mobiliario que puede contemplarse al fondo de la galería del palacio Longoria: escritorio, silla, máquina de escribir, lámpara. Solo falta el humo de los puros que Chicho amaba paladear, quizá buscando inspiración en sus volutas.

No estuvo solo, claro. Las vampiras (1971), de Jesús Franco, vienen recordadas, entre otras piezas, por varios objetos personales del legendario director, que contó con devotos en todo el mundo: su petaca, su reloj y un tomavistas dan cuenta del tipo de carácter que siempre fue. La silla del director Eugenio Martín nos invita a rememorar la ambiciosa Pánico en el Transiberiano (1972), con todo un Christopher Lee en los créditos.   

Rodeando la soberbia escalera modernista encontramos recuerdos de La noche del terror ciego (1972), de Amando de Ossorio, como la garra original expuesta en una vitrina como el brazo incorrupto de las santas, y el imponente maniquí cubierto por esa túnica raída que todavía le quitará el sueño a algún espectador veterano.  

Y no puede pasarse la página de los años 70 sin contar con Jordi Grau, de cuyo No profanar el sueño de los muertos (1974) se muestran curiosidades como un diagrama con los efectos de sonido y música y una máquina de escribir del añorado director. Arrebato (1979) de Iván Zulueta, cierra la década con objetos como un proyector de Super 8 del donostiarra, hoy venerado como figura de culto. 

“Acción mutante rompió un tabú”

Cuando pidieron al guionista sevillano Paco Cabezas que compartiera sus devociones fanta-terroríficas para la exposición, aceptó de inmediato apostando por el producto contemporáneo: “Pensé en Acción mutante (1993) y El día de la bestia (1995). Creo que Acción mutante fue la primera que rompió un tabú, la idea de que este campo era exclusivo de los Estados Unidos. Álex de la Iglesia demostró que aquí también se podía hacer este cine y hacerlo bien. Es más, lo hizo con sentido del humor y sin vergüenza ninguna. Fue un elemento rompedor a nivel estético y de historia, pero también personal, porque nos dijo a todos: puedes hacerlo, está permitido soñar”.

De ambos filmes de Alex de la Iglesia encontramos un festín de coleccionista: story-boards, viñetas, programas de mano, y en el caso de El día, rarezas tan cotizadas como los tampones para los tatuajes del personaje José Mari (Santiago Segura) o el colgante del profesor Cravan.   

Por el mundo con la cabeza alta

Según Paco Cabezas, tras estos hitos vinieron dos filmes fundamentales para acabar de despejar dudas. Una fue Rec, la otra El Orfanato. “Después de esos estrenos exitosos, y también gracias a Sitges, a nadie le cupo ninguna duda de que podíamos ir por el mundo con la cabeza alta. Una de las cosas más bonitas que aprendimos fue que un director novel podía hacer una película que tuviera una repercusión enorme. De hecho, he ido por Los Ángeles hablando con taxistas y lo que conocían del cine español ere el género fantástico”.  

El Orfanato (2007) de Juan Antonio Bayona es la última parada del viaje. Entre dibujos y material promocional, la escalofriante máscara de Tomás nos mira desde su vitrina. Paco Cabezas, muy fan del filme, cree que Andalucía también está en condiciones de hacer grandes cosas en este campo. “En los últimos años nos hemos quitado muchos complejos, hemos hecho thrillers potentes donde los personajes hablan con acento andaluz y no pasa nada. No sé si el techo de cristal ya se ha roto, lo seguro es que tiene filtraciones y por ella nos vamos colando”.    


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