La película que le hubiese gustado rodar a Luis Buñuel y que debería haber sido incluida en la Sección Oficial del festival

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22 Sep 2024
Carlos Loureda
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La unión hace la fuerza y más si se unen dos talentos de la talla de Mariana Rondón y Marité Ugás. Desde su compañía de producción, Sudaca Films, ambas cineastas, guionistas y productoras llevan más de 35 años presentando atrevidas, arriesgadas y alucinantes películas. El resultado es espectacular: 7 largometrajes, otros tantos cortos y una serie de telefilmes que acumularán cerca del centenar de reconocimientos en premios internacionales.

Cuánto cine y cuántas ideas en cada una de sus producciones. Cuánta reflexión, planificación y riesgo, sin olvidar el necesario sentido del humor para sobrellevar situaciones que parecen sacadas de libros de terror. Su última obra, Zafari, posiblemente su película más lograda, comienza con una imagen desenfocada.

En este inicio se percibe, sin poder distinguir claramente, un conjunto de lujuriosas palmeras bañadas por una potente luz. La directora impone desde el principio un tono que acompañará toda la historia. En el siglo XXI el paraíso ya no existe; en todo caso, solo cabe el paraíso desenfocado.

Quizás, el medio que mejor nos permita aclarar su sentido sea el cine. Un cine que centra la imagen en lo que realmente deberíamos vernos y que la enfoca en todo su detalle, para que podamos ver realmente lo que contiene. El cine es selección y el encuadre es recortar la realidad. Toda elección puede ser esclarecedora, con el fin de iluminar, o diabólica, con el objeto de distraer u ocultar.

Se centra la imagen y comienza esta distopía bizarra, casi alucinógena, que contiene tres elementos esenciales, alrededor de los cuales gira toda la acción. Un edificio que va vaciándose de sus habitantes, una piscina como objeto simbólico de una clase pudiente que se ve obligada a compartirla con otros individuos, ajenos a su estatus social, y un hipopótamo, Zafari, la última y flamante adquisición del zoológico de la ciudad.

Zafari te lleva de sorpresa en sorpresa. Es una película que intriga y que se va degustando a trocitos. Como ocurre con las capas de una cebolla, una a una se van desgajando las intenciones de cada uno de los personajes, mientras se desmoronan las estructuras sociales y familiares, hasta llegar al corazón mismo del problema.

Mientras disfrutaba de Zafari con un culpable sentimiento de deleite ante el rápido deslizamiento en tan pocos meses del metafórico “eat the film, the rich and the video games” al “cómetelo todo-eat il all” del cine de hoy (fenómeno al que aludimos en diciembre con la selección de lo mejor de 2023), me maravillaba de qué manera más elegante e imaginativa Mariana Rondón llega a concentrar todos los elementos del cine más actual y autoral del momento. Al mismo tiempo que saboreaba el gusto buñueliano que desprende la película y cómo la hubiese apreciado el maestro del surrealismo cinematográfico.

Zafari, una obra que sin lugar a duda debería haber estado en la Sección Oficial del festival, es el cine que enfoca lo que hay que enfocar. En ti está el querer verlo e, incluso, ampliarlo. El último plano, en forma de dedicatoria (posiblemente la más original de la historia del cine) te puede llevar más lejos de lo que imaginas. Bravas, Mariana y Marité.


2 comentarios sobre “Zafari, de Mariana Rondón, o el cine para los espectadores que realmente quieren ver

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