“El look del personaje tiene que ir en consonancia con el escenario”. Los Oficios del Cine reflexiona sobre el vestuario con tres profesionales andaluces de amplia trayectoria: María José Iglesias, Lourdes Fuentes y Consuelo Bahamonde

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21 May 2019
Ignacio Gutiérrez Torrejón
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Se trata de uno de los oficios más tradicionales del cine y el teatro. Un departamento sobre el que recae la responsabilidad de la veracidad visual de los personajes. El ciclo Los Oficios del Cine, organizado por Filmand y la Fundación Cajasol, reunió a María José Iglesias, Lourdes Fuentes y Consuelo Bahamonde el pasado 20 de mayo. Tres profesionales del vestuario que han participado en algunas de las películas andaluzas más importantes de las últimas décadas así como en clásicos del cine español.

Como ocurre con algunas carreras vinculadas al cine, la casualidad está en el origen de la trayectoria de María José Iglesias. “Por una serie de circunstancias una persona cercana iba a rodar una película, pero se puso enferma y habló de mí, dijo que me gustaba la moda y que sabía dibujar”, recuerda. Como ella misma explica, entró por la puerta grande: era una película de Pedro Marsó del año 1980 y comenzó directamente como jefa de vestuario. “Por la puerta grande, no sabía dónde me metía”.

Lourdes Fuentes, Consuelo Bahamonde, Juan Antonio Bermúdez y María José Iglesias.

Lourdes Fuentes, Consuelo Bahamonde, Juan Antonio Bermúdez y María José Iglesias.

El primer trabajo salió bien y sirvió para que esta profesional zaragozana con estudios de económicas decidiera dedicarse al cine y descubriese que el trabajo de vestuario es una labor difícil. “A partir de ahí empecé a prepararme”, recuerda. “Con Mariano Ozores aprendí muchísimo sobre cine, era un director que conocía muy bien su oficio”.

Posteriormente, Iglesias, con un premio Goya en 2006 por Camarón de Jaime Chávarri y dos nominaciones fue la encargada de vestuario del clásico Amanece que no es poco de José Luis Cuerda y también ha participado en producciones andaluzas como Belmonte de Juan Sebastián Bollaín o La voz dormida de Benito Zambrano.

Por su parte, Consuelo Bahamonde llegó al cine a través de su afición a la danza. “Empecé a hacer los vestuarios de mi grupo de baile y a partir de ahí empezaron a llamarme”. Los cortometrajes fueron su iniciación en el cine. Su primer largo fue El mundo es nuestro de Alfonso Sánchez tras el que llegarían películas como Maldita venganza de David Chamizo o Sin fin de César y José Esteban Alenda.

Consuelo Bahamonde

Consuelo Bahamonde

De estas tres profesionales, Lourdes Fuentes sí tiene formación específica en diseño de moda. El cine tampoco fue su primera opción, aunque, bromea, también entró por la puerta grande: “Yo tenía una línea de ropa y me llamó Fernando García, que fue mi compañero de clase, para trabajar en 7 Vírgenes de Alberto Rodríguez. No sabíamos que tendría tanta repercusión ni que sería el camino hasta rodar La peste”. Con más de quince años de experiencia ha firmado películas como La trinchera infinita de Jon Garaño, Aitor Arregi y José María Goenaga o Adiós de Paco Cabezas, que se estrenarán en los próximos meses.

 

Un oficio cordinado con los demás departamentos

El vestuario es un oficio relacionado con otras disciplinas como la fotografía o la dirección de arte que comienza con la lectura de guion y las conversaciones con la dirección para “marcar la impronta de la imagen de los personajes”, según explica Iglesias. “Dependiendo de la época, haces diseños o fotografías”. Además, la plantilla del departamento de vestuario puede oscilar según el proyecto entre dos o tres personas o incluso treinta. “Depende de la gente que necesites en el equipo, del reparto, de la época o de la figuración… porque a los figurantes hay que vestirlos enteros”.

Para Lourdes, cada producción es un mundo, y todos los departamentos deben estar coordinados, por ejemplo, “el look del personaje tiene que ir en consonancia con el escenario, pero desafortunadamente no da tiempo”. En la serie La peste, comenta, con ciento y pico decorados, es imposible verlos todo.

Maria José Iglesias

Maria José Iglesias

En el vestuario entran factores como la época, la fotografía, la dirección de arte. Su dificultad reside en debe definir al personaje y dar una sensación de realidad. Para ello, se utiliza la ambientación que es “lo que hace creíble un vestuario, lo que te lleva a la realidad”, según explica Consuelo Bahamonde. Se trata de “coger la prenda y darle un tratamiento, envejecerla, darle la experiencia que realmente tendría la ropa”.

En este sentido, Iglesias recuerda que Benito Zambrano durante el rodaje de La voz dormida, le pedía que la ropa oliese por lo viejo y ajado. “Fue difícil conseguir ropa de presa”, comenta. “Pero quedó muy bien, vinieron dos mujeres presas y nos contaron las experiencias que tuvieron en esa cárcel en el año 41. Nos estremecimos durante la preparación de la película”.

No obstante, para Fuentes las épocas más complicadas de vestir son los setenta, los ochenta y los noventa, porque “todo el mundo tiene referencias”. Además, añade Iglesias, “para algunos actores su imagen es muy importante y quieren salir siempre bien”. Una idea que matiza Bahamonde, “yo suelo hablar con los actores, porque deben estar cómodos y cosas que se pueden consensuar. En este sentido, Bahamonde recuerda el duro rodaje por el calor de la película Sin fin, en al que la dificultad radicaba en la elección del vestuario de dos personas en dos tiempos diferentes, durante la juventud y la madurez. “Había que pensárselo bien”.

Maria José Iglesias recuerda un cambio de última hora propuesto por Victoria Abril durante el rodaje del Séptimo día de Carlos Saura. “En una escena, Victoria Abril, que interpretaba a una novia abandonada en el altar, aparecía junto a su ajuar y le propuso a Saura salir con un traje de boda de los años sesenta cantando una canción andaluza”, recuerda. “Estábamos en un pueblo de Segovia y me dijeron que teníamos que conseguir un traje de esas características para el día siguiente, utilizamos el mío, aunque al final salía ardiendo”.

Lourdes Fuentes

Lourdes Fuentes

Influencia de las nuevas tecnologías

Aunque el vestuario sea uno de los oficios más tradicionales, ha evolucionado, en parte, gracias a las nuevas tecnologías. Si, por ejemplo, según recuerda Iglesias, en el año 1995 para recrear el público de las plazas de toros de México, Francia y España, con sus particularidades de ambientación, se rodaba solo una parte y se multiplicaban digitalmente, Lourdes comenta que en 2019, con la calidad de 4k con la que se rueda La peste, “tienes que ambientar el doble”, ya que “se ven hasta los poros de la piel”.

“Antes había menos dinero”, comenta Iglesias. “Cuando empecé se hacían películas baratitas, todavía estaba el destape y se rodaban en dos semanas, pero tengo un recuerdo maravilloso de aquel cine”, comenta. “Sabía que no era arte y ensayo y que no íbamos a ir a Cannes, pero conocí a muchísimos actores de esa gran generación”.


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