Si eres de los que no soportan estar enganchados a series largas porque implica levantarse cada día con bolsas en los ojos, esta es tu serie: ocho capítulos de poco más de veinte minutos que te llevarán a un mundo adolescente y agridulce que te zamparás en un santiamén, si no se te atraganta su deliciosa oscuridad.

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18 Feb 2018
Esther Lopera
the nest

James conoce a Alyssa en la escuela, conectan y juntos deciden huir de sus vidas para embarcarse en un road trip en el que les pasará de todo. Hasta aquí una premisa que -de entrada- respiraba pereza, más teniendo en cuenta que era la producción de Netflix que abría la temporada del año. De hecho, no destacaría demasiado del resto de sus compañeras, si no fuera porque James cree a ciencia cierta que es un psicópata en potencia y que Alyssa es una hater que ha nacido para odiar al mundo y maldecir su existencia. Así, Jonathan Entwistle, creador de esta tragicomedia, junta el hambre con las ganas de comer y obtiene como resultado una alegoría del despertar adolescente, que resulta tan oscura como adictiva.

La pareja, brillantemente interpretada por Jessica Barden y Alex Lawther, tiene química desde el principio. Una química tóxica que hará las delicias de los haters del amor, pero también de los románticos escondidos. Los dos jóvenes son pura pasión: Alyssa repite “fuck” diez veces por segundo mirándole a los ojos, con estilo, y el rarito de James (quien ya nos dio mal rollete en la tercera temporada de Black Mirror) lo tiene todo para inquietarnos. De hecho, este perturbado adolescente nos crea un cierto rechazo que poco a poco se irá diluyendo para que –por supuesto- caigamos en sus redes, como la buena de Alyssa. Él vive con su padre y se levanta cada día fantaseando con clavarle un cuchillo a ella, que divaga infeliz conviviendo con su madre y su padrastro. Dos outsiders con un triste pasado y un penoso presente que encuentran en su viaje el amor verdadero, entre explosiones, noches de no-sexo en moteles de carretera y robos en gasolineras, al más puro estilo de Bonnie and Clyde.

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Reírse del drama

La serie se basa en la novela gráfica The End of the Fucking World, escrita e ilustrada por el americano Charles Forsman, un formato que Entwistle intenta mantener en su obra audiovisual, utilizando una sucesión de planos con ritmo y unos diálogos concisos, muchas veces escondidos en la mente de los protagonistas, que penetran con agilidad y en sintonía con el ritmo de la narrativa. Aunque este hecho nos hace pensar en Ghost World (Terry Zwigoff, 2001), tanto los personajes como la puesta en escena nos remite a directores, referentes en el cine de humor negro británico, como Hal Ashby y su Harold and Maude, esa rareza de los 70 con un protagonista que se suicidaba en cada escena; o Ben Wheatley, especialmente con su trabajo Sightseers (2012), donde dos turistas desatan sus perturbadoras ansias de matar mientras visitan los bellos parajes de la campiña inglesa.

También tiene tintes de Terry Gillian y su Tideland (2005), filme en el que el Monty Python dibujaba la pesadilla de su propia Alicia en el país de las maravillas. Y, como no, nos recuerda al formato y al tono que se utiliza en My Mad Fat Diary (2013), un hit del Reino Unido que hizo poco ruido en España y que es todo un himno a la cultura británica urbana de los 90. Todas ellas, joyas de la comedia trágica que te obligan a esbozar una sonrisa mientras hacen sufrir indecentemente a sus protagonistas. Se trata de hacer arte del dolor y comedia de la tristeza, de reírte del drama y sucumbir a los encantos del humor negro, tratado con inteligencia y respeto.


Fu***ing amazing music

Una serie de ritmo trepidante como lo es esta necesita a gritos una gran banda sonora y su creador lo sabía bien al poner al mando al icono del britpop Graham Coxon, la otra pata de oro de Blur (junto a Damon Albarn) y uno de los mejores guitarristas de los 90. Coxon ha compuesto la banda sonora original, creando temas inéditos que ensamblan a la perfección con la historia, como “Walking all Day”, el tema principal de la serie. Y no solo del arte de Coxon vive esta producción, sino que se nutre de un montón de temas clásicos del pop de la década de los 60 como “Voilà” de François Hardy o “Care a Little” de Bernadette Carrol; pero también de los 70, los 80 y los 90 y que acompañan a las imágenes potenciándolas.

Un buen ejemplo es la bella Hope Sandoval con su banda Mazzy Star y el tema “Five string serenade”, que el director utiliza en una de las secuencias más impresionantes de la serie. Y por si todo esto no fuera suficiente para certificar que Jonathan Entwistle es un melómano indie en toda regla, atención al capítulo de la gasolinera, pues cuenta con la actuación estelar del hijo de Nick Cave. Créme de la créme.

Con todo, no cabe duda de que estamos ante The Begining of a F**king Serie, un diamante oscuro que brilla por sí mismo y que esperemos nos deleite con un porrón de temporadas más.

Y para cerrar esta invitación, os dejamos los enlaces en Open Spotify a la banda sonora original de Graham Coxom y a la amplia selección musical que se incluye además en la serie.


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