Siendo honestos debemos reconocer que la mayoría de las comedias de nuestra cinematografía están escritas con trazos gruesos de brocha ancha que rozan el ridículo ajeno. En cambio, Solos en la noche (Guillermo Rojas) ha logrado ser una comedia sutil, elegante y divertida.
Si la comedia dramática nacional es mucho más elaborada (tanto La casa como Los pequeños amores son brillantes muestras de ello), las comedias ‘puras’ de este año en Málaga han sido difíciles de ver y más aún de digerir. Digamos que, al fin y al cabo, el cine es como el vino y, por lo tanto, depende de los años.
Guillermo Rojas, apoyado por la energía de Laura Hojman como productora, han luchado durante años para sacar adelante este proyecto. Su entusiasmo y entrega se trasmite en pantalla y hasta protagonizan dos pequeños papeles en la película.
Tratar la noche del golpe de estado del 23 de febrero de 1981 desde el humor era una apuesta arriesgada, pero el resultado está por encima de lo esperado. Solos en la noche tiene el ritmo de las grandes comedias americanas, los intérpretes impecables para cada rol como en las británicas (Pablo Gómez-Pando, Andrea Carballo, Alfonso Sánchez, Félix Gómez, Paula Usero y Beatriz Arjona), el disparate español, justo y necesario, y la poesía universal necesaria para afrontar cualquier imprevisto de la vida.
El cineasta, en su segundo largometraje, cumple con creces el objetivo principal de la comedia: agradar, distraer y divertir, sin sal gruesa ni aspavientos innecesarios. El tempo, elemento indispensable de la comedia, es perfecto y el director lo retiene a su voluntad, con fragmentos poéticas para dulcificar una situación límite, que para muchos hubiese sido el principio de una noche sin final.
Pero lo más resaltable e inteligente de Solos en la noche, de Guillermo Rojas, es de situar su comedia en 1981 para retratar una España de lo más contemporánea y actual.
Cada personaje protagonista es el símbolo de los grupos sociales que componen nuestra geografía de 2024: la inocencia de algunos, la cobardía de otros (es muy difícil ser cobarde en un país de valientes, una de las lúcidas frases que se escuchan en su refinado guión), el hedonismo de muchos, los que nunca pierden la ilusión o los que nunca se permiten tenerla, los que militan sin recordar el lado humano de sus ideales o los que luchan por liberar los roles sociales establecidos (por cierto, feliz 8 de marzo a todas y todos). Y por este retrato parece que hemos cambiado muy poco.
Solos en la noche es el modelo de comedia que prima la inteligencia, la elegancia, el ritmo sostenido y las buenas interpretaciones. Un cine sin fáciles caricaturas, con mensaje, diversión y elegancia. Justo todo lo que se debe pedir a una buena comedia.