Hay tantas formas de vivir el amor como seres humanos. Por eso, proponemos para este 14 de febrero siete películas que recogen romances muy peculiares.

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14 Feb 2019
Juan Antonio Bermúdez
the nest

Los grandes almacenes continúan patrocinando el 14 de febrero sobre un patrón bastante convencional: la iconografía audiovisual dominante sigue siendo heteronormativa y wasp. Pero el cine ha ido mostrando a lo largo de su historia la diversidad de esa cosa llamada amor y de sus múltiples variantes.

Por eso no se nos ocurre mejor manera de celebrar San Valentín que reuniendo en este artículo siete de esas películas que recogen romances peculiares y en muchos casos más humanos (o casi) precisamente gracias al valor de su rareza.

Lirios rotos / Broken Blossoms (D.W. Griffith, Estados Unidos, 1919)

Rodada en el corazón de la industria, en plena primera edad dorada de los estudios y bajo la dirección del pionero más importante del cine estadounidense, D.W. Griffith, Lirios rotos ha pasado a la historia como uno de los grandes dramas románticos del cine no hablado.

Sin embargo, la incluimos en esta lista no por todo eso sino por su poco convencional pareja protagonista: Lilian Gish es Lucy, una muchacha humilde e inocente, hija de un ex boxeador alcohólico que la maltrata; y Richard Barthelmess es Cheng Huan, un noble chino que ha emigrado a Inglaterra y que incluso en los bruscos bajos fondos londinenses intenta mantener la calma y cumplir las pacíficas enseñanzas de Buda. Amor interracial en los albores de Hollywood.

 

La bella y la bestia / La Belle et la Bête (Jean Cocteau, Francia, 1946)

Después vendrían muchas otras versiones (y la animada por Disney en 1991 se quedaría con la fama) pero es la primera adaptación cinematográfica de esta famosa leyenda trasladada al papel en el siglo XVIII por Jeanne-Marie Leprince de Beaumont (1711-1780), una autora olvidada como tantas otras. Lo primero que destaca en esta película de 1946 es una exuberancia visual que aprovechó como pocas veces se había hecho la iluminación y los recursos escenográficos.

Desde ahí, la poesía surrealista de Cocteau expande los tópicos de la atracción entre contrarios para desarrollar todo el simbolismo que libera ese cruce entre la belleza canónica y la excepción monstruosa. Y además pone en juego otros conceptos humanos muy vinculados por cierto con el amor, como el altruismo, la dignidad o las heridas de la frustración. Pero este filme es mucho más, no puede resumirse en unas líneas.


El graduado / The Graduate
(Mike Nichols, 1967)

La diferencia de edad también es un clásico en los romances disfuncionales, afrontándose en muchos casos desde el morbo o incluso el abuso. En El graduado, hay mucho de lo primero pero la resolución es bastante amable.

La madura Mrs. Robinson que encarna una deslumbrante Anne Bancroft guiará al joven y pánfilo Ben (Dustin Hoffman en uno de los papeles más memorables de su carrera) en este relato iniciático que ya ha trascendido la historia del cine para integrarse como relato en la cultura popular, algo que pocas películas consiguen. Y parte de la responsabilidad de esa trascendencia es mérito claro de ese hito del folk rock que es la fantástica banda sonora de Simon and Garfunkel.

 

La posesión / Possession (Andrzej Zulawski, Francia, 1981)

Solo podemos integrar este filme de Zulawski en una lista de películas románticas (por muy peculiares que sean) si lo vemos como el reverso absoluto de un clásico del empalague amoroso como Ghost (Jerry Zucker, 1990). Si allí las relaciones amorosas entre el más allá y el más acá se resolvían en una orgía diabética arrullada por la ‘Uncheaned Melody’ de Righteous Brothers, en  La posesión no hay concesiones a la empatía sobrenatural y la orgía está teñida de sangre.

Ambientada en Berlín y con el desencadenante de una misteriosa separación conyugal entre sus protagonistas (una soberbia Isabelle Adjani y un correcto Sam Neill), Zulawski nos asomará en ella a algunos de los planos más brutales del cine de horror. Casi cuarenta años después de su estreno y con los ojos cicatrizados por el gore, sigue dando bastante susto.

 

Yo, tú, ellosEu Tu Eles (Andrucha Waddington, Brasil, 2000)

De Jules y Jim (François Truffaut, 1961) a Samy y Rose se lo montan (Stephen Frears, 1987), por citar solo un par de referencias muy distintas, el poliamor y sus múltiples combinaciones han ido teniendo también su reflejo en la gran pantalla.

Esta cinta del director y productor brasileño Andrucha Waddington (uno de los más populares en su país actualmente, aunque sus obras no hayan tenido demasiada trascendencia internacional) parte de un guion de la prometedora Elena Soárez y merece aparecer en esta lista por la valentía de situar una relación poliamorosa en un contexto y con unos protagonistas inusitados: en un pueblito del desértico Nordeste brasileño, una campesina convive con tres maridos y dos hijos de padres diferentes.

La postmodernidad romántica queda en pañales ante este baño de naturalismo rural alrededor de una empoderada protagonista femenina.

 


Her
(Spike Jonze, Estados Unidos, 2013)

No podía faltar aquí el título que muchos sociólogos han utilizado para explicar el amor en los tiempos del pixel, el amor virtual como se define en algo que no deja de ser una metáfora. La relación entre Theodore Twombly (Joaquin Phoenyx) y su sistema operativo Samantha (con la voz de Scarlett Johansson) ya no se ha concebido ni se ha visto tanto como una parodia ni como una parábola (algo que ya sí había servido para representar otros intercambios amorosos entre humanos y máquinas en el cine) sino como una constatación mínimamente anticipada y sublimada.

Para algunos, es la crónica de la ultramodernidad amorosa que nos toca vivir más allá de Tinder. Pero más allá de la reflexión a la que nos pueda llevar la virtual Samantha, también es interesante su interpretación como el reflejo de una nueva masculinidad mucho más amigable (por usar un término informático) en su reconocida vulnerabilidad emocional.

 

Los amores difíciles (Lucina Gil, España, 2011)

Y cerramos esta lista con una cierta concesión a Cupido y a Valentín, su representante católico. Los amores difíciles es seguramente la obra más amorosa, en el sentido más tradicional del término, de las que aparecen en esta recopilación, pero no por eso deja de recoger una serie de romances muy peculiares.

Varias historias convergen en este precioso documental de la actriz y directora sevillana Lucina Gil pero más que un canto al amor romántico es una reafirmación de la vida a través del amor que cada uno define e imagina a su manera. Entre todas las historias, eso sí, nosotros nos quedamos con la de la bibliotecaria que lleva varias décadas enamorada de Starsky (sí, este Starsky). No hay guion de ficción que supere algo así.

Imagen de portada: fotograma de ‘Los amores difíciles’ (Lucina Gil, 2011)


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