La cantante cubana La Lupe nos cantaba en 1977 que la vida es puro teatro. Casi cincuenta años después, uno de los nuestros cineastas más singulares y creativos, Carlos Marqués-Marcet, nos muestra que hoy la vida también es pura danza contemporánea.
Con sus movimientos bruscos que nos alejan de quienes nos atrapan, sus roces con los que queremos enamorar o sus giros para quedarnos atrapados en los abrazos más deseamos. Por el aire, contra por el suelo, en el techo, desde las paredes, levantándonos, cayendo de rodillas y volviendo a recuperar la posición. La vida es danza contemporánea que nos deja heridas y moratones, pero también nos hace volar.
Polvo serán es una de las nueve elegidas para la nueva sección del Festival de Huelva, Acento, que reúne la crème de la crème del más audaz, original y creativo cine de autor.
Seleccionadas no solo por mostrar la riqueza de nuestros acentos y diversidad que aportan nuestras distintas voces (acentos del norte, del sur, españolas que tienen que hablar en inglés o escritores que se vieron obligados a aprender francés…) sino también para poner acento en ellas: las mejores del año. Junto a ella están Rita, Por donde pasa el silencio, Mi hermano Ali, Un hombre libre, Marco, La guitarra flamenca de Yerai Cortés y Tardes de soledad.
Polvo serán se divide en tres partes como gran tragedia clásica que se precie, pero sabe transitar por la comedia de situación para acabar en un thriller existencial sobre la muerte, que es uno de los mejores cantos a la vida que se hayan visto en la gran pantalla.
Solo el talento sin límite de Clara Roquet, Coral Cruz y Carlos Marqués-Marcet, la triada de escritores guionistas con la mirada más cinematográfica de todo nuestro cine, podía abordar un tema como la muerte con tantas ganas de vida y, además, cantando. Llevamos 60 años superando el tabú social del sexo, ya era hora de abordar el último tabú occidental que nos queda: la muerte.
Como decíamos Polvo serán empieza como las grandes tragedias con rojo telón y grito desgarrador, intento de escapatoria de la que nadie puede huir (con coreografía de La Veronal), miradas a cámara rompiendo la cuarta pared (porque en el cine de Carlos Marqués-Marcet el espectador es tan protagonista como los propios actores), números al estilo de los años dorados del cine musical y canciones de Maria Arnal.
Por supuesto, en esta película española que no se parece a ninguna y que, evidentemente, en su estreno mundial en el Festival de Toronto fue premiada por el público como mejor película Platform, no podían faltar dos grandes estrellas: Angela Molina y Alfredo Castro. Protagonistas que lograron una mención especial del jurado de la Seminci, junto a la Espiga de Plata al Mejor Largometraje.
Supongo que muchos escribirán sobre la película que trata el suicidio asistido por enfermedad terminal de la esposa. Quizás sea la trama, pero no es su esencia ni su banda sonora. Polvo serán (mas polvo muy enamorado de la existencia más vital) es un enorme canto a la vida, al amor, a la empatía y su banda sonora es Muero cantando. ¿O era Vivo cantado? El público decidirá porque, como comentábamos, es el verdadero protagonista de todas las películas de Carlos Marques-Marcet.
