La Primavera Rosa en España

Nominado a los Goya en dos ocasiones, el director onubense Mario de la Torre retrata la represión homófoba en Rusia, Túnez, México, Brasil y también España

26 May 2018
Ignacio Gutiérrez
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La primavera rosa mide la represión y violencia que sufren las personas LGTBI en diferentes países del mundo. El proyecto, dirigido por el onubense Mario de la Torre, nació con un afán divulgativo. Con un formato transmedia persigue la sensibilización de la juventud. Completan el proyecto cinco documentales, tres documentales ebook, un documental de realidad virtual, un libro y una obra de teatro.

Por el camino, quedan casi cuatrocientos festivales y una nominación a los Goya.  En esta entrevista Mario de la Torre, nominado también al Goya por su documental Harraga (2008), nos habla sobre La Primavera Rosa, su evolución en los últimos seis años y su visión sobre el sector audiovisual andaluz.

 

Ignacio Gutiérrez: ¿Cómo surgió el proyecto?

Mario de la Torre: La primavera rosa nació en el 2013 para contar la situación después de las revueltas de la Primavera Árabe que se iniciaron en Túnez en el 2010. Aunque parecía que desembocarían en estados más democráticos, no lograron consolidar unos gobiernos con más participación del pueblo. Concretamente la comunidad LGTBI no consiguió ni si quiera derogar la prohibición de las prácticas homosexuales. Decidí indagar un poco y en el 2012 nos fuimos a Túnez. Lógicamente, dos años después para la comunidad LGTBI no había cambiado nada.

Mario de la Torre director de 'La primavera rosa'.

Mario de la Torre director de ‘La primavera rosa’.

Desde un punto de vista formal no es un documental ni una serie. ¿En qué formatos se estructura La primavera rosa?

Con el primer documental en Túnez iniciamos una estrategia de narración transmedia y desarrollamos el primer documental ebook, un formato más interactivo. Túnez no era suficiente para contar lo que estaba pasando en el mundo y nos pareció más interesante expandir nuestra investigación. En total, hemos realizado cinco documentales de veinte minutos (Rusia, Túnez, México, Brasil y España), tres documentales ebook (Túnez, Rusia y México), un documental de realidad virtual (Brasil), una obra de teatro y un libro. En la web www.laprimaverarosa.com se puede descargar mucho material adicional.

 

¿A qué responde este deseo de encontrar nuevos formatos?

Siempre hemos querido llegar a la población más joven. Creemos que son quienes van a cambiar la sociedad a mejor.

¿Qué particularidades tiene el documental de realidad virtual?

Supone un mayor grado de inmersión. El espectador no solo escucha la violencia que sufre la comunidad LGTBI, sino que lo sumerge, lo mete dentro de las escenas. La reconstrucción de esa violencia cala en el espectador con mucha más fuerza.

 

Cómo director, ¿te sientes cómodo en este tipo de formatos innovadores?

Para mí es un reto. La función del director de cine es enmarcar la realidad, pero con la realidad virtual permites que el espectador elija el encuadre que le dé la gana. Te preguntas hasta qué punto puedes dirigir la narración. ¿Cómo consigues que tu mensaje llegue como tú quieres? Estos interrogantes te ayudan a tratar más democráticamente al espectador, ya que no se le impone un punto de vista único. También te obliga a explorar otras posibilidades para generar emociones, como por ejemplo el sonido envolvente.

Escena de 'La Primavera Rosa en España'.

Escena de ‘La Primavera Rosa en España’.

¿Cómo se enfoca la situación en los diferentes países?

La estructura de los cinco documentales es muy similar. Primero se muestra la visión de los medios de comunicación sobre lo que está pasando con la comunidad LGTBI. A partir de ahí contamos otra realidad más cercana a lo real: los relatos en primera persona de los afectados. Siempre con una mirada muy crítica. Empezamos con el mundo árabe y de ahí pasamos a Rusia porque se acababa de aprobar la ley contra la propaganda homosexual. Después, a México, que ocupa el segundo lugar en el ranking de personas asesinadas por su orientación sexual y de ahí, Brasil, que ocupa el primer lugar. En España lo hemos centrado en el ámbito rural y el acoso escolar, donde creo la homofobia y la transfobia son más graves.

 

En conjunto, ¿qué reflexión que se concluye de La Primavera Rosa?

Que hay que estar muy alerta con las políticas de todos los gobiernos. Parece que si hay una mayor visibilización de la diversidad sexual, esta no repercute en garantías para la comunidad LGTBI. La primavera rosa es un mensaje de alerta sobre los peligros que existen y seguirán existiendo contra la población LGTBI.

Mario de la Torre durante la grabación de 'La Primavera Rosa' en Rusia.

¿Qué dificultades habéis encontrado en este proyecto? Imagino que no siempre sería fácil rodar…

En Túnez y Rusia grabamos con equipo camuflado como si fuéramos turistas. En Túnez la comunidad LGBTI no puede vivir públicamente su sexualidad porque está prohibido. Todos los testimonios están sombreados para evitar represalias. Antes de ir a Rusia hice una entrevista para la página de referencia de la comunidad LGTBI en el país y me avisaron de que mi foto estaba en foros neonazis. No es que mi vida estuviera en peligro, pero es una muestra de los peligros que viven la gente allí.

 

¿En qué fase se encuentra La Primavera Rosa en estos momentos?

En abril estrenamos el quinto documental en Madrid, La Primavera Rosa en España. Se proyectará en festivales en los próximos meses. También lanzamos un nuevo producto transmedia, el libro La Primavera Rosa. Identidad y Derechos Humanos LGTBI en el mundo. Ahora estamos repensando por dónde debe ir el proyecto después de tantos años, pero en principio puede que el documental en España sea el punto final de la Primavera Rosa.

Escena de 'La primavera rosa en España'.

Escena de ‘La primavera rosa en España’.

¿Qué importancia le das al enfoque social en el cine? ¿Consideras que es una responsabilidad?

El cine es un medio de expresión que admite cualquier tipo de fin. Los documentales sociales y las películas de entretenimiento deben coexistir. La riqueza de este tipo de arte es que nos permite vivir todo tipo de experiencias. Yo he apostado por lo social porque son las historias que me apetece contar. Mi último corto de ficción, que estuvo compitiendo en Sitges, es de corte fantástico, pero  tiene una lectura social. Empatizo mucho con un tipo de personajes que vive situaciones muy penosas por la influencia sociopolítica.

 

Para terminar, ¿cómo ves la industria audiovisual en Andalucía?

La veo en claro auge. Los grandes nombres siguen consolidándose y los directores que surgen son un gran aliciente. Pero incluso es más importantes la cantidad de productoras que existen, lo que significa que hay profesionales andaluces trabajando. Los apoyos no son suficientes, por supuesto, pero cada vez hay más posibilidades de desarrollo.


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