Motos, pájaros y trampantojos en Vibraciones, la sección más experimental del 30º Festival de Jóvenes Realizadores de Granada

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22 Oct 2024
Rosendo M. Diezma
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La trigésima edición del Festival de Jóvenes Realizadores programa un año más la sección Vibraciones, que destaca las visiones más radicales del cortometraje andaluz. Esta vez son diez las piezas seleccionadas por su búsqueda de nuevas formas y perspectivas, algunas siguiendo y otras luchando con las tendencias que venimos viendo en la era digital. Nuestros móviles y ordenadores han permeado en todas nuestras formas de comunicación, de forma tan innegable como irreversible, y por supuesto el cine no es excepción. Las nuevas formas reflejan una manera de percibir y transmitir la información única a nuestro tiempo, y en la sección Vibraciones encontramos tanto voces que la abrazan como otras que buscan regresar a algo más tangible.

Analog Z Love, rodada en película Super 8, profesa este deseo, pero, como en la vida, la presencia digital no desaparece. El cortometraje de Alicia Arwgar es un breve romance de los que ya no pasan, narrado a través de un mensaje de audio. Forma y contenido vienen de la mano, situando en primer término las imperfecciones del analógico más casero, que se convierten en añoranzas de algo verdadero.

Algo parecido sucede en la evocadora Ojitos mentirosos de Elena Duque, también en Super 8, que encuentra en los trampantojos madrileños, edificios con fachadas engañosas, un reflejo de las mentiras que fabrica la imagen cinematográfica. Sus intervenciones sobre la propia película recuerdan al cine vanguardista más temprano, haciendo del grano y los arañazos señas de la captura de estas imágenes y contribuyendo a las mentiras de los espejismos que retrata.

Sin embargo, esta voluntad de acusar el artefacto no se limita a la película analógica. El píxel, que las cámaras modernas multiplican hasta 4, 6 y 8 Ks hasta hacerlo desaparecer, no se esconde en la sección Vibraciones. La malagueña Mar Martín firma (muy literalmente, con anotaciones a pie de pantalla) Las motos y el campo, en la que fotografías pixeladas y ruidosas de los años 2000 se convierten en una puerta al pasado, y el cine en el medio por el que atreverse a hacer las preguntas que antes no pudo.

La visita de un pájaro nos pide la paciencia que requiere la observación de aves, intercalando imágenes digitales con fragmentos de Super 8 y resaltando lo diferentes que son las sensaciones de estos formatos. Cuento de mediodía de Julia Martos pone la cámara en manos de los residentes del Centro Ocupacional para Personas con Discapacidad de La Puebla de Cazalla y les da rienda suelta para buscar imágenes e inventar historias. El acto inocente de grabar por curiosidad se desvela poco a poco como el deseo de retratarse a uno mismo.

Pero ¿qué pasa cuando nos encontramos y no nos gusta lo que vemos? Esa es la pregunta que se hace JL Maldonado en Relax. Parece el remontaje fragmentado de un proyecto anterior, después de que el cineasta se desenamore de lo rodado y se cuestione el valor no sólo de su obra, sino del cine social y nuestra manera de verlo. Es una pieza que se interroga duramente tanto a sí misma como a su creador, e interesantísima por ello.

También en primerísima primera persona, Geranio de Daniel Parra es un acto de terapia a través de la creación audiovisual. Aquello que queda grabado en nuestros teléfonos y aplicaciones se convierte en una cápsula de un momento concreto, tal vez incluso de una persona diferente. Mismamente, a través de aplicaciones y páginas web, Daniel Natoli nos lleva en un Viaje alrededor de mi ordenador, un collage digital de metraje encontrado e interfaces familiares. Haciendo un virus informático de la problemática del turismo masivo, construye ventana a ventana un sueño febril tan abrumador como cercano.

La propuesta formal más clásica nos la traen Cristina y María José Martín, directoras de La fuerza, que ponen en escena un debate ambientado en el aula de un centro de reinserción social. Lejos de ser experimental, es su voluntad ensayística lo que llama la atención, dando una lección moral a través de La guerra de las galaxias, que desde su estreno en 1977 ya se ha ganado el estatus de fábula moderna con la fuerza, el lado luminoso y el lado oscuro (al fin y al cabo, hay una religión basada en esto).

Las pardas de Simone Sojo es una escapada queer a una piscina municipal, donde la noche es un refugio de cuerpos diferentes en busca de un foco, de un sol por el que echarse crema, o simplemente un abrazo. Entre su onirismo y ambiente despreocupado destacan composiciones corales de influencia pictórica.

Estos diez cortometrajes, tan atrevidos y diferentes entre sí, comparten el espíritu de la sección Vibraciones, poniendo en duda a sus propias imágenes, y a aquellos que las han creado (o encontrado). Son piezas profundamente personales, que en lo ajeno encuentran un reflejo. Cuestionan el medio, el formato, la narración y el soporte, los deconstruyen y reivindican, mientras emprenden una búsqueda de identidad en un mundo saturado de imágenes, ya sean pixeladas o analógicas.


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