Evidentemente el silencio en la sala es abrumador. Uno de los medidores más significativos para evaluar el impacto de una película en el público es la inmovilidad de los espectadores durante la proyección. En La furia no se oía absolutamente nada ni a nadie. Ni el más leve crujido de silla, ni una tos de final de invierno, ni el envoltorio de un caramelo. Silencio absoluto y miradas fijas en una pantalla que suelta escenas como puñetazos.
No es para menos. Gemma Blasco, desde la consciencia de la delicadeza que implica el tema, no se anda con medias tintas. El cine tiene que mostrar lo que la realidad se empaña en ocultarnos.
La furia es una gran película, un enorme momento de tensión, un conglomerado de sentimientos que desbordan sobre el patio de butacas y claman una verdad, poco abordada desde esta perspectiva. Directa, sin facilidades ni concesiones.
Un film sobre la violación que sufre una joven actriz y ese lapso de tiempo, los 12 meses siguientes, tras la agresión. Un periodo que la ha transformado, mientras intentaba gestionar su dolor, y que coincide con la oferta que recibe para interpretar el papel de Medea en una obra de teatro.
Con una brillante estructura narrativa que establece un paralelismo entre su vivencia personal y la de su hermano, interpretado con firmeza por Àlex Monner, la película ofrece uno de sus mejores papeles a Ángela Cervantes, que despliega una variedad de registros, contenciones y explosiones dignas de muchas recompensas y premios.
Una actriz que lo da todo en la película y que ha sido una de las protagonistas del festival. Impecable en La furia, soberbia en Lo que queda de ti, de Gala Gracia, y arrebatadora en el Una cabeza en la pared, de Manuel Manrique que concursa en la sección oficial de cortometrajes.
Su inclusión en el palmarés estaría más que justificada para recompensar la elección, continua e impecable, de los papeles más difíciles de encarnar que ofrece la ficción nacional y llevarlos al lugar que le corresponden: el de ternura, la comprensión y la dignidad.
El cine de Gemma Blasco ha llegado para quedarse en la retina del espectador. Real que no cruda, sin manierismo ni falsas modestias, directo y sin filtros. La realidad siempre sobrepasa la ficción, el cine de la cineasta sobrepasa la gran pantalla.
28ª Edición Festival Málaga – Largometrajes Sección Oficial