La cineasta talentosa Mabel Lozano ya había destapado y expuesto en la gran pantalla la cruda realidad de la trata de mujeres y los circuitos de prostitución, en condiciones infrahumanas y esclavistas, pero cuando esta historia, una entre millones de ellas, se muestra en ficción, duele aún más.
Lino Escalera, tras su ópera prima No sé decir adiós que se llevó 4 Biznagas en 2017, estrena hoy viernes en salas de cine su segundo largometraje, después de su premiere en el festival malagueño. Una trama diseccionada con bisturí y sin ningún temor a sobrepasar la realidad.
Hamburgo, con producción de la compañía malagueña Pecado Films, es el road-movie imposible de tantas y tantas mujeres, muchas casi niñas o recién salidas de la adolescencia, deseosas por escapar del complejo entramado que las mantiene inmovilizadas en club de alternes, locales de prostitución y casas clandestinas.
La actriz rumana Ioana Bugarin encarna a la perfección a una de estas víctimas convertida en una muñeca rota, un objeto prácticamente sin aliento y autómata sin deseos que difícilmente sobrevivirá al expolio, secuestro y pago de sus deudas. Sistema creado por los proxenetas con sus viajes de extracción de sus países, alquileres y manutenciones que les imponen mientras siguen prostituyéndolas sin piedad.
Para equilibrar esta triste realidad el cineasta añade un ángel caído en busca de redención, Jaime Lorente, convertido en taxistas de las ‘chicas’ y también guardián de su libertad.
Y para completar este diabólico triángulo el magnífico Roger Casamajor, que ya brilló en el estreno La buena letra con un personaje radicalmente diferente, compone un miserable proxeneta que se las da de gran mafioso de la carne humana, voz y tono incluido.
No todos son luces en la Costa del Sol y la película alumbra los recovecos y sombras de una Marbella de la que nadie habla, pero que todo el mundo conoce su existencia.