La Semana Santa vista con humor, irreverencia y pasión a través del Séptimo Arte. De El mundo es nuestro (Alfonso Sánchez) a Semana Santa (Manuel Gutiérrez Aragón), pasando por Caníbal (Manuel Martín Cuenca), el cine andaluz ha reivindicado la cultura propia con un punto de vista genuino y original

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16 Abr 2025
Alejandro Ávila
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Si uno es negro y el otro es blanco, no es que haya dos nazarenos de Los Estudiantes y La Paz atracando un banco. Es que estamos viendo El mundo es nuestro, la película que revolucionó hace ya casi 15 años nuestra Semana Santa.

Escucha el podcast en La SER:

 

La obra de Alfonso Sánchez, apoyado siempre en su fiel Alberto López, le daba estopa, pero también amor, a muchas cosas: al mundo cofrade más rancio, a la crisis económica y a una suerte de pillos de barrio modernos, que terminaban bordando una historia con más corazón que mala leche.

Para los fans, no lo olviden, hay un libro repleto de anécdotas sobre el rodaje.

Pero la Semana Santa da para mucho. Si queremos un retrato fidedigno e histórico tenemos que irnos a Semana Santa, la obra magna de Gutiérrez Aragón, dirigida por Juan Lebrón. 30 minutos que capturan la esencia de la Semana de Pasión sevillana.

Más lúdica, y polémica, fue Nadie conoce a nadie de Mateo Gil, la película a la que se le sigue echando la culpa de las famosas carreritas que casi acaban en tragedia hace 25 años. Ahí estaban unos jovencísimos Eduardo Noriega, Jordi Mollá o Paz Vega. La película explotaba toda la liturgia cofrade en este thriller en el asesino se ocultaba entre capirotes, referencias bíblicas e iglesias sevillanas.

Vamos a pasar de lo que Tom Cruise y John Woo consideraron la Semana Santa en Misión Imposible 2, un espinoso tema que sigue levantando ampollas.

Y nos vamos a ir a un director andaluz, Manuel Martín Cuenca, que con Caníbal retrató de una bellísima forma la Semana Santa de Granada, mientras un excelso Antonio de la Torre hacía de las suyas como sastre de día y asesino caníbal de noche. Inolvidable.

Empezamos con comedia y terminamos con ella. En Mi querida cofradía Marta Díaz de Lope Díaz demostró que se pueden criticar los entresijos de las hermandades, con humor y respeto a las tradiciones de nuestros mayores. Una excusa perfecta para contar cómo Carmen, la vicepresidenta de una cofradía rondeña, recibe un pucherazo machista para hacerse con la vicepresidencia. Y ella, por supuesto, no se da por vencida.

La película, por cierto, está disponible en RTVE Play y es una alternativa perfecta para los que se saben de memoria Ben Hur y Los diez mandamientos.


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