Miguel Gila, que fue llamado por muchos el maestro de los humoristas, todavía no había tenido su espacio en el cine español. Actor en una veintena de películas, dibujante de historietas y humorista recordado por estar pegado a su teléfono, era un bocado sabroso para la gran pantalla. Al mismo tiempo, un gran desafío ante una extensa y agitada biografía: una infancia humilde, el trauma de la guerra, un exilio latinoamericano y un regreso a España.
El primer acierto de la película ha sido concentrar la trama en la experiencia que más contó, pero que nadie había visto, sus años batallando en la guerra civil española. Una juventud que se ve truncada por la explosión del conflicto y que el guión narra con brillante sutileza, humor distanciado y un toque de humanidad ‘a lo Nanni Moretti’ que hará las delicias del público.
La segunda baza con la que cuenta el film es la elección de un sólido elenco que encarna a la perfección a los personajes. Óscar Lasarte salta de las series a la gran pantalla con la elegancia de los grandes cómicos tristes (de hecho, la película rinde homenaje a Charles Chaplin en una de sus escenas). Natalia de Molina, impecable como siempre, y los impagables Adelfa Calvo y Salva Reina robando planos en cada escena que salen.
La película, como el personaje que la inspira, es un compendio antibelicista. Una denuncia de la inutilidad de los conflictos armados y la incongruencia de las guerras. Pese a su emplazamiento histórico, los años 30 de un país en franca ruptura social, ¿Es el enemigo? resuena con fuerza en los tiempos actuales.
Desconozco si habrá sido la intención última de su director, Alexis Morante, pero según avanza la historia, la película adquiere un tono muy contemporáneo al resaltar la incapacidad de comunicación entre las partes en conflicto. Y la propuesta del diálogo como solución de compromiso y entendimiento resulta sorprendentemente lúcida.
En una de las escenas más bellas de la película el solo hecho de hablar, aunque sea con un palo en la mano simulando un teléfono, sirve para curar heridas, encontrar nuevos ánimos y poder seguir avanzando.
Quizás sería recomendable que muchos, en especial, todos nuestros políticos con independencia de sus ideales ideológicos, viesen ¿Es el enemigo? La película de Gila para que comiencen a escucharse y hablar entre ellos. Como se afirma en ella, lo malo de las guerras (léase, debates, conflictos, discusiones…) es que nadie sabe si el enemigo eres tú o soy yo. Y qué razón tenía Gila.