La nueva directora de la Berlinale, Tricia Tuttle, mostró desde el primer momento su intención de que el certamen alemán se mostrase más centrado en el cine que en la política. Objetivo deseable, pero en la práctica inalcanzable.
Las producciones presentadas en el festival tienen un marcado fondo y, en muchas ocasiones, una forma de posicionamientos y reivindicaciones políticas en un mundo cada vez más inquietante.
El eco que permite estar en un espacio con tanta visibilidad y mediatización hace imposible que los cineastas no aprovechen el momento para expresar sus opiniones. Al fin y al cabo, todo cine que pretende agitar conciencias y mostrar una radiografía del mundo es político o, sencillamente, no es cine.
Incluso el cine social, por categorizarlo de alguna manera, es más político de lo que transmite a primera vista. Al que se le añade una característica no menos relevante: un séptimo arte mucho más democrático que el cine de denuncia porque permite al espectador sacar sus propias conclusiones. Las cuatro siguientes películas son ejemplos perfectos de un cine humano, empático y apegado a la realidad.
Comienza la directora francesa Valentine Cadic presentándonos a una joven, casi recién salida de la adolescencia, que se enfrenta a un agitado París, en plena celebración de los Juegos Olímpicos del año pasado.
Le rendez-vous de l’été traza el deambular de esta chica de provincia intentando encontrar un (su) espacio en el territorio inhóspito y desconocido de la gran ciudad. Un cine sutil en forma, casi, de metáfora, del paso de la adolescencia a la edad adulta de la mujer. De la provincia a la capital, en la que a la protagonista le cuesta encontrar su lugar y sus referencias como mujer, al verse expulsada de todo evento que el resto del mundo está celebrando (aunque ya haya comprado su entrada). Delicadeza, sobrio e inteligente retrato de los inicios de la condición femenina en sociedad.
La producción turca de Cagla Zencirci y Guillaume Giovanetti, Confidente, se encarga de avanzar en el tiempo y nos sitúa a la mujer ya en su edad adulta. Además del acierto absoluto de elegir como protagonista a la hipnótica actriz Saadet Aksoy, la película es un huit clos absolutamente fascinante.
Una mujer trabaja como locutora de un servicio erótico telefónico turco en 1999. Un devastador terremoto sacude Estambul mientras que los políticos responsables de la situación se encuentran ilocalizables, dado que celebran una fiesta ‘bunga bunga al puro estilo Berlusconi’.
Para un espectador español la película cobra una dimensión absolutamente dantesca y actual, dada la similitud de los acontecimientos narrados con la desgracia ocurrida hace tan solo unos meses en la Comunidad Valenciana. La historia, aunque venga de la ficción, se repite.
Pero volviendo a las edades de la mujer del siglo XXI, Condifente se convierte en una lectura de las dificultades de la mujer para afrontar los retos que presenta una sociedad dirigida por hombres, en la que solo puede contar con la empatía de sus compañeras y su propia voluntad. Tarea ardua plagada de tensiones, amenazas, manipulaciones y violencia.
Sébastien Betbeder se encarga de avanzar en el tiempo y sitúa a la mujer en su condición de edad madura. Ya desde su título, L’Incroyable femme des neiges, el cineasta desvela sus cartas. En ese momento de su existencia, la mujer empieza a desaparecer de la sociedad. Como el famoso Yeti, muchos lo/la buscan y nadie lo ha encontrado todavía.
El tono, más amable que en Confidente, combina ligeros toques dramáticos con una fuerte dosis de humor e irreverencia. La película es un tierno retrato de una exploradora profesional en su pasado que no sabe dónde estará su futuro.
Una mujer capaz de atravesar Groenlandia y enfrentarse a todos sus peligros, que se encuentra mucho más indefensa en una apacible estación balnearia de esquí fuera de temporada. Una trama atravesada por la lúcida constatación del fenómeno de invisibilización social sufrido por las mujeres con la edad de su protagonista, a la que todos los personajes que la rodean no quieren ver o desean ignorar.
Para cerrar el ciclo y poner la guinda en este sabroso pastel, Gabriel Mascaro desvela la joya deslumbrante de la Berlinale, O último Azul. Mucha atención al palmarés de este sábado porque el cineasta brasileño firma con su cuarta ficción, tras los sublimes Vento de Agosto, Boi neon y Divino Amor, la mejor de sus películas y de lo mejor de la sección en competición oficial.
Hablaremos de ella con todo el espacio que se merece. Con esta acidísima fotografía de una anciana de 77 años, obligada por el gobierno a retirarse de la circulación para ingresarla en una colonia de personas mayores, Gabriel Mascaro podría cerrar el último ciclo de un panorama de las edades de la mujer de este siglo, que provoca escalofríos.
Gran parte de la magia de los grandes festivales internacionales es poder disfrutar del diálogo transversal que se establece entre sus diversas películas. A través de diferentes secciones de la Berlinale han ido apareciendo estas producciones, de diferentes autores y países, que permiten una sólida lectura de la evolución de la mujer en nuestra sociedad, a través del tiempo. Una fascinante radiografía con cuatro magníficas películas (¿y el 75º Oso de Oro en su interior?). Ya solo quedan unas horas para conocer el Palmarés.