El documental ha dejado de ser el hermano menor de la ficción ya hace tiempo, pero en los últimos años ha ido ganando cada vez más terreno y reconocimientos cinematográficos. Sin ir más lejos, el Oso de Oro a la mejor película, máximo galardón del festival de Berlín, fue a parar a manos de la cineasta franco-senegalesa Mati Diop en esta última edición, con su sorprendente Dahomey.
Una reivindicación anticolonialista en un ejercicio de memoria sobre la recuperación de 26 obras de arte robadas por Francia a Benín (antiguo reino de Dahomey). Una ínfima y reducida devolución, comparada con todas las obras que aún se han quedado en Francia, pero un gesto que desata la reflexión entre los jóvenes benineses y un eufórico y entusiasta recibimiento, como su fuesen verdaderos héroes nacionales, por parte de la población del país.
Lejos han quedado los documentales de bustos parlantes y exhibición de imágenes de archivo que poco añadían a la narración. Y menos mal. Hoy, el documental de creación o la no ficción más actual mezcla en las construcciones dramatúrgicas personajes ficticios que interactúan en la narración y las imágenes se añaden para enriquecer la trama y dotarla de más y más amplios significados.
Ese fue el camino elegido por Mati Diop en Dahomey, en el que la inclusión de la voz de un misterioso personaje va dotando de sentido a todo el documental. Un verdadero logro en menos de 70 minutos, que se podrá ver en la sección Zabaltegi-Tabakalera, y nos confirma que el cine alejado de la ficción es tan apasionante como cualquier película escrita por un guionista.
Otra verdadera Perla del festival, incluida a la perfección en la sección homónima del festival, es la arrolladora producción brasileña de Petra Costa, Apocalypse in the tropics. Una historia desde 1960 hasta la actualidad sobre los evangelistas brasileños, que se vive en gran pantalla como el mejor thriller político actual.
A través de los 6 capítulos que estructuran su narración (El influenciador, Dios en los tiempos del cólera, Dominio, Génesis, Guerra Santa y Revelación) asistimos a la implantación del intento de control de toda la sociedad brasileña. Todo vale para obtener este fin: programas televisivos, shows multitudinarios, negacionismos sanitarios durante la pandemia, el recurrente fantasma del comunismo, los entramados judiciales para alejar a Lula de la candidatura presidencial… Un inquietante programa que provoca más terror que cualquier escena de Psicosis.
Como en Dahomey esta película recurre a la narrativa más ficcionada, en este caso partiendo del libro del apocalipsis, para iluminar con mayor lucidez las impresionantes imágenes de archivo y las captadas en los últimos años. Un hipnótico intento para comprender la plaga de estos movimientos que buscan manipular y controlar todo el entramado social y político del país.
De los mejores momentos que se vivirán en el festival de San Sebastián protagonizados por dos directoras, Mati Diop y Petra Costa, que expanden la no ficción hasta sus máximos límites.