La inclusión social y la masculinidad contemporánea, dos de los temas claves del festival de Berlín

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20 Feb 2023
Carlos Loureda
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Le Gang des Bois du Temple, del cineasta franco-argelino Rabah Ameur-Zaïmeche, emplea el género francés del cinéma de banlieue (el suburbio o extrarradio, del que la reciente Athena, de Romain Gavras, sería un buen ejemplo de vitalidad y pertinencia), para abordar tanto la inclusión como las relaciones entre masculinidades actuales.

Si la integración social está siendo una de las temáticas más frecuentes de la selección del festival de Berlín, la nueva masculinidad sería otro de los temas faros de esta edición.

A partir de una antigua historia del siglo XIII sobre un buen ladrón (no lejos del tradicional Robin Hood, actualizado en el suburbio parisino de Clichy-sous-Bois) y un suceso de hace una década, el cineasta une el destino de una banda delictiva, que roba a un rico príncipe saudí, al de un vecino de la barriada, que entierra a su madre en la primera escena de la película.

Mostrando los hechos, sin una justificación psicológica para apoyar las reacciones del grupo o del individuo, el director deja al espectador la posibilidad de comprender o empatizar con las protagonistas de la historia.

Presentada en la sección Forum del festival, Le Gang des Bois du Temple restituye los espacios del género, transformándolos en lugares de convivencia: el parqué de la torre de edificios, el bar de apuestas de la esquina o el garaje de reparaciones de vehículos. Lo apasionante de esta nueva incursión en el género es dilucidar qué papel se establece entre estos vecinos.

Evidentemente, la reacción al robo del príncipe saudí no se hace esperar. ¿Cómo responderá el vecino, inmerso su proceso personal de duelo por la pérdida de su madre, a la violencia generada por la violencia? ¿Se convertirá en el ángel justiciero que vengará a los miembros de la banda? ¿Dónde queda su relación, casi de hermano mayor, con estos hombres que ha visto desde niños y con los que ha convivido toda su vida?

¿Nuevas relaciones entre masculinidades o repetición de los esquemas más básicos e irracionales de la agresividad de la testosterona? El debate está abierto ante esta película sobria y brillantemente realizada, pero que es mucho más polémica de lo que puede parecer a primera vista.

Otro plato fuerte, Disco Boy, se presentaba en Competición oficial con la ópera prima del cineasta italiano, Giacomo Abbruzzese. De nuevo, dos vidas paralelas a miles de kilómetros de distancia: la de un bielorruso que se busca la vida por Europa, interpretado por el magnífico actor alemán, Franz Rogowski (también presente en Passages, de Ira Sachs), y la de un nigeriano, activista revolucionario, que intenta acabar con la masiva explotación de los recursos de su país por industrias extranjeras.

Ambos extranjeros del territorio que habitan. El bielorruso Aleksei, solo obtendrá la nacionalidad francesa si permanece cinco años en la Legión Extranjera, y el nigeriano Jomo, aunque nacional de su país, vive en la resistencia. Y ambos se encontrarán en el lugar de paso, por antonomasia, el río. Aleksei perdió a su mejor amigo en un río, cuando intentaba atravesar las fronteras europeas, y será también en un río, el lugar en donde encontrará a su alter ego nigeriano.

Giacomo Abbruzzese utiliza el sueño como un territorio de conocimiento. De hecho, la película comienza con un sueño del grupo de activistas nigerianos. Y serán también los sueños los que comuniquen a Aleksei la relación que mantiene con su alter ego. Mezclando realidades, casi documentales, con ambientes sobrenaturales (una discoteca parisina convertida en una sesión de trance), el cineasta crea una película hipnótica, ambiciosa y sorprendente. Y para ello se apoya en dos elementos claves del film. Por un lado, una excelente fotografía de la mano de Hélène Louvart, y por otro, la imprescindible música de Vitalic.

Una película de realismo mágico pop, que aboga por conciliar masculinidades y establecer nuevas relaciones entre ellas, bajo un apasionante interrogante. ¿El colonialismo puede sobrepasar el territorio y abarcar al individuo? El nexo de unión, (o mejor definido, de revelación), vendrá a través de una mujer, la hermana de Jomo, encarnada por la artista feminista de Costa de Marfil, Laetitia Ky (conocida, a nivel internacional, por crear esculturas con su cabello, y una cautivadora activista que interpreta su segunda película, tras La nuit des rois, de Philippe Lacôte).


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