El cine español despliega en Berlín sus opciones para ganar el Oso de Oro. Comenzamos la cobertura de la Berlinale 2023 repasando los títulos españoles y analizando las películas que optan a la deseada estatuilla dorada

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18 Feb 2023
Alejandro Ávila
the nest

Alejandro Ávila. Berlín

Fue el año más raro. El de la gran distopía. El de un Berlín y una Berlinale inmersos en uno de sus momentos más bajos desde la guerra, con la pandemia campando a sus anchas y unas autoridades desbordadas, tratando de ponerle puertas al campo con medidas sanitarias extremas. Solo un grupo reducido de la prensa tuvo la oportunidad en 2022 de ver cómo Carla Simón se alzaba con el Oso de Oro con su extraordinaria Alcarràs.

Este año, regresa la normalidad con hordas de periodistas, profesionales y espectadores deseosos de una Berlinale clásica: con grandes películas en programación, muchos encuentros profesionales y, por supuesto, celebraciones por todo lo alto para culminar las largas jornadas de proyecciones en el festival y negocios en el European Film Market.

España llega bien preparada: con la propia Carla Simón como miembro del jurado de Sección Oficial, 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola) compitiendo por el Oso de Oro, Matria (Álvaro Gago) en Panorama, que da opciones a ganar el Premio del Público, Samsara (Lois Patiño) en Fórum y Sica (Carla Subirana) en Sección Generation14plus.

Durante los próximos días, Alejandro Ávila y Carlos Loureda cubrirán uno de los festivales más importantes del mundo para las lectoras y los lectores de FilmAnd.

La primera película española que hemos tenido oportunidad de ver ha sido Matria, cuya premiere mundial tuvo lugar el viernes por la noche en una de las zonas nobles de la ciudad y con un público entregado a su deslumbrante protagonista, María Vázquez, que se postula ya como uno de los grandes nombres para los próximos Premios Goya.

Matria se inscribe dentro del género de mujeres que ya no pueden más: que ya no pueden más con su marido, su familia, su trabajo, la sociedad y, en fin, esa sociedad patriarcal que les ha exprimido hasta la última gota y no ha dejado ni los huesos, y que han quedado bien representadas por la filmografía de Sebastián Leilo -un habitual de la Berlinale, con títulos como Gloria o la oscarizada Una mujer fantástica– o Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa), que arrancó su trayectoria también en la pasada edición de la Berlinale, hasta alzarse la semana pasada con tres Premios Goya.

Con cámara al hombro, visión subjetiva y un frenético ritmo, que a ratos recuerda a El Reino (Rodrigo Sorogoyen), Matria nos introduce en la vida de Ramona, una mujer que hace equilibrios para pagar la matrícula universitaria de una hija emancipada, una pareja indigna y dos (o tres trabajos) por tierra, mar y aire. Su ritmo nos deja sin aliento, jugando entre la angustia y el humor, para retratar a esas trabajadoras gallegas, que viven sus días pegadas a la tierra y sacrificadas -sin correspondencia- a sus familias.

La reivindicación feminista de Matria cobra el mayor sentido del mundo frente a obras como Manodrome (John Trengove) o Algún día nos lo contaremos todo (Emily Atef): una por reflejar el terror del machismo de extrema derecha y la otra por anclararse a una narrativa y una perspectiva de épocas pretéritas.

Protagonizada por el hermético Jesse Eisenberg, Manodrome retrata el descenso a los infiernos de esas masculinidades frágiles que encuentran hermandad en los peligrosos (y organizados) círculos incel, grupos de hombres de extrema derecha, que se apoyan mutuamente frente al mundo, a base de proclamas homófobas, sexistas y, en fin, discriminatorias de todo tipo. Ralphie es un conductor de Uber (o similar), que vive angustiado por sus propios complejos, la llegada de un bebé, la falta de recursos económicos y una sociedad frenética, que observa con furia y temor, parapetado tras su parabrisas y su espejo retrovisor.

Algo oxidada en su ritmo, Manodrome resulta interesante como Taxi Driver moderno, que disecciona el cerebro trumpista de esos hombres furiosos que creen que todos sus problemas proceden de la ginoesfera: una (ficticia) sociedad feminista que les ha robado su grandeza como machos alfa.

Algún día nos lo contaremos todo forma parte de la habitual cuota germana en Sección Oficial. En este caso, una película de época, ambientada en la Alemania Oriental, que vive con euforia la Caída del Muro. El cine europeo regresa de nuevo a lo rural, para contarnos, en este caso un drama romántico, que no solo parece ambientado a finales de los 80, sino hecho en esa época, con un estilo desfasado y una (otra…) historia sobre una joven adolescente que cae rendida a los pies de un señor que le dobla la edad.

The Shadowless Tower (Lu Zhang) es una historia amable, cercana, sobre un periodista divorciado, que mantiene una compleja relación con su hija pequeña, su familia y el alcohol. Lu Zhang nos plantea así una historia que, por momentos, nos recuerda a Woody Allen (por los personajes estrafalarios y las situaciones peculiares), Wong Kar Wai (por esas relaciones amorosas que no parecen cuajar nunca) o Hong Sang Soo (por esos largos diálogos, con su punto irónico).

La película apela al humor y a la poesía (la intimidad vista a través de los espejos, el viejo que vuela una cometa que, como él, apenas está anclado a la tierra por un fino hilo…) para mirar con cierta nostalgia a ese pasado personal que nunca regresará y al futuro con cierta aprensión. Como proclama la canción de la película: Pekín te da la bienvenida y te abraza… como un padre a un hijo. La cuestión, claro está, es qué tipo de abrazo te da.

En The Survival of Kindness, Rolf de Heer plantea una extraña distopía en la que el director australiano, de origen holandés, parece exorcizar los demonios históricos del hombre blanco. Una casta caucásica, ataviada con máscaras de gas, impone su cruel régimen de terror a la población negra. Su método de exterminio es sencillo: abandonar a los reos enjaulados en mitad del desierto.

Su protagonista, a lo Prison Break, logra escapar de su jaula y embarcarse en una agotadora aventura en busca de agua, seguridad y aliados. Planteada como una película muda, el valor cinematográfico de The Survival of Kindness termina siendo más interesante en su planteamiento que en su resultado final.

Como descanso lúdico, el inefable Alex Gibney nos ofrece, en la sección Berlinale Special, un entretenido documental de corte industrial sobre la figura de unos de los mejores tenistas de la historia en Boom! Boom! The World vs. Boris Becker. 

El oscarizado director norteamericano (Taxi to the Dark Side) apuesta por filmar al histórico tenista alemán, Boris Becker, en dos momentos muy  diferentes: a punto de ser juzgado y encarcelado (2022) y cuando es acusado de ocultar patrimonio por valor de tres millones de euros. Gibney se adentra en la figura de un tenista comparado, en su talla de rockstar, con Madonna o Michael Jackson. La clásica (y entretenida) historia de auge y caída del ídolo, aderezada a ritmo de Ennio Morricone, saques endiablados y duelos históricos. ¡Boom, boom, Becker!


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