Benito Olmo (Cádiz, 1980), está viviendo el sueño de muchos escritores: saber que su obra será llevada al cine, en concreto su novela La maniobra de la tortuga, primera entrega de la saga del descomunal e irreverente inspector Manuel Bianquetti. Su satisfacción es aún mayor al conocer que el director que hará la adaptación es nada menos Juan Miguel del Castillo. FilmAnd conversó con el autor sobre el inminente rodaje y la buena salud del género negrocriminal, entre otros asuntos.
¿Cuándo empieza La maniobra de la tortuga a ser un proyecto cinematográfico?
Al poco de salir la novela se puso en contacto conmigo Juan Miguel del Castillo, director de la premiada Techo y comida. Me contó que había leído la novela y le había fascinado. Que al tiempo que iba leyendo, iba recreando la película en su cabeza. Me pidió permiso para hablar con algunos productores, a ver si alguno estaba interesado. Él le propuso el proyecto a Áralan Films, a los que también les interesó. La financiación era lo que nos faltaba para darle el impulso final a la película, y la semana pasada me llamaron de la productora para decirme que ¡por fin! la película iba a ser una realidad.
¿Se ha hecho larga la espera de la financiación?
Uf, pues es lo más complicado de todo, ya lo sabes. Casi cinco años hasta tenerlo todo bien atado. Ha habido muchos interesados en la producción, pero la participación de TVE es lo que ha dado el impulso definitivo para poder hacer la película que queremos hacer, ni más ni menos.
Pero ya es un hecho, ¿no? No hay vuelta atrás.
No, no, esto ya es imparable. Vamos a rodar en verano. Como muy tarde en septiembre.
¿Usa el “vamos” como plural mayestático, o va a implicarse en el proyecto?
Bueno, estoy implicado desde las primeras fases, ayudando con el guion y asesorando en todo lo que puedo, pero tengo claro cuál es mi lugar. El equipo que está detrás del proyecto es formidable, capitaneados nada menos que por Juan Miguel del Castillo. Sería un loco si pretendiera decirles como tienen que hacer su trabajo. Tengo plena confianza en lo que hacen.
Además de Cádiz, ¿cuáles serán las localizaciones?
Cádiz y alrededores. También el Puerto de Santa María y Puerto Real, en concreto en la barriada del Rio San Pedro. Se van a respetar los lugares que salen en la novela, a excepción del barrio de Jose Antonio, del Puerto de Santa María. ¡Que lo han derribado! No obstante, Juan Miguel ya ha encontrado un barrio de similares características para sustituirlo.
¿Será el escenario, como suele decirse, un personaje más?
Sin duda. Cádiz va a estar muy presente en la película. Va a ser un lujazo convertirlo en un plató de cine y, posteriormente, llevarlo por toda España en forma de película. Además de lugares tan reconocibles como el muelle, la Zona Franca, Puertas de Tierra… Incluso hay una persecución en coche que tenemos muchas ganas de rodar.
¿Tenemos ya rostro para Bianquetti? ¿Se lo había imaginado mientras escribía, como hacen algunos autores?
Mientras escribía, tenía una idea muy clara de cómo era el personaje, aunque no le puse cara. Tomé como referencia al personaje de Marvin, de Sin City, que físicamente es muy similar a Bianquetti. Ha sido complicado, porque Bianquetti mide casi dos metros y, como sabes, casi no hay actores tan altos en España. Finalmente está casi cerrado quién hará ese papel, pero todavía no podemos decir nada.
Tras la ilusión de saber que se adaptarán sus novelas, hay quien se lleva una decepción al ver el resultado: ¿Qué sería para usted un desencanto? La traición al argumento, que algo sea como no te lo imaginaba…?
Respecto a la fidelidad o no a la novela, no es algo que me preocupe. Tengo muy claro que se trata de una adaptación, así que para hacerla bien habrá que cambiar alguna cosa. Son lenguajes diferentes, el narrativo y el cinematográfico. Que algo funcione en la novela no quiere decir que vaya a funcionar en el cine, igual que sucede al contrario. No obstante, el guion está listo y es muy fiel a lo que escribí, ya que Juan Miguel está enamorado de la novela y pretende respetarla al máximo. Más que el hecho de que sea fiel o no, lo que me preocupa es que sea una buena producción. Que la gente la disfrute y lo pase bien cuando vaya a verla.
¿Hay algún detalle que consideres imprescindible? ¿Algo sin lo cual la novela o la película no funcionarían?
Cadiz. Creo que una trama como esta sólo podría funcionar allí. Me encanta la idea de mostrar un Cádiz oscuro, con muchas sombras y convertido en escenario noir, como ya hice en La maniobra de la tortuga y La tragedia del girasol.
Claro, el contrapunto a la ciudad luminosa y alegre de las postales, no?
Exacto. Contrapunto a esa idea de ciudad divertida y alegre que tanto daño hace, ya que esconde la brutalidad de una realidad bien distinta. Droga, desempleo, cada vez menos habitantes jóvenes…
Novela negra, o cine negro, ¿equivalen a novela social o cine social?
Mi intención es hacer novela negra. Entretenimiento sin más. No obstante, es evidente que al hablar sobre la vida real y cotidiana, se reflejen muchas cosas que podrían catalogarse como sociales: corrupción, drogadicción, esa impunidad de la que sólo disfrutan los poderosos… Sin embargo, la combinación de la novela negra con el talento de Juan Miguel va a ser muy interesante. Él sí que está implicado en la denuncia social, como pudimos ver en Techo y comida.
Los andaluces, ¿nos hemos quitado ya todos los complejos? ¿Se hace novela negra y cine lejos de Madrid y Barcelona sin parecer que estamos pidiendo perdón?
Por supuesto. En Andalucía se está haciendo cine negro de una calidad altísima. La isla mínima, Toro, Adiós… En novela negra pasa otro tanto. Hay autores andaluces de un talento extraordinario que hacen una novela negra muy potente que los sitúa en la órbita de los grandes festivales literarios. Félix J. Palma, Oscar Lobato, Juan Ramón Biedma…
Ahora hay un boom absoluto del género negrocriminal/thriller, en el cine como en la literatura. ¿A qué lo atribuye?
No hace tanto hemos pasado una crisis terrible, de la que todavía no hemos terminado de recuperarnos. En un clima de descontento, de asfixia social, de desigualdades, de corrupción y nuevos escándalos a diario, de desconfianza en el sistema…. Obviamente, se trata de un caldo de cultivo formidable para que emerja un tipo de novela negra y social. Los escritores somos permeables con la realidad, así que es imposible que ese clima de descontento y desesperación no cale en lo que escribimos. Va en el oficio. Al mismo tiempo, muchos lectores demandan historias que traten a la realidad de frente. Leer sobre la realidad es una manera de darle sentido.
¿Cree que trascenderá la moda?
La calidad, indudablemente. Se está publicando mucha novela negra. La cantidad prima sobre la calidad. Por eso se ha bajado el listón y en muchas ocasiones nos encontramos con novelas que, en otras circunstancias, jamás habrían sido publicadas. Esas quedarán en el olvido, mientras que prevalecerán las más honestas y de mayor calidad.
¿Nombres, títulos?
Prevalecerá El último barco, de Domingo Villar, que es estupenda. También las de Alexis Ravelo y Jordi Ledesma. Las de César Pérez Gellida, Dolores Redondo y Susana Martín Gijón. Y algunas joyas de Paco Gómez Escribano, Jose Ramón Gómez Cabezas y Lorena Franco.
Una última curiosidad: Cádiz y Andalucía están viviendo un auge como escenarios de novela negra… con protas con nombres italianos, como Bianquetti o el Bechiarelli de David Monthiel… ¿es casualidad?
Supongo que será casualidad. En Cádiz abundan los apellidos italianos, debido a nuestro pasado como puerto base de muchos comerciantes genoveses. Todos conocemos a algún Rossi, Grimaldi, Scapachini, Parodi, Grosso… De hecho, el protagonista de la última novela de Oscar Lobato, La fuerza y el viento, se apellida Lanteri.
Con un autor que no desmerezca la peculiar personalidad de Bianquetti puede ser una bomba (la novela ya da el guión casi hecho). Ganas de ver el resultado.