Belén Cuesta encarna a Rosa, la mujer de un topo de la guerra, en ‘La trinchera infinita’. La actriz andaluza reconoce que ha preparado su papel leyendo a Chaves Nogales, recuperando expresiones de su tierra y trabajando codo con codo con Antonio de la Torre y los directores

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31 Oct 2019
Alejandro Ávila
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Los espectadores de las 206 salas en las que se proyectará a partir de hoy La trinchera infinita podrán disfrutar de una de las mejores interpretaciones de Belén Cuesta en la gran pantalla. La actriz andaluza, a la que conocemos por sus papeles cómicos en La llamada, Kiki y, sobre todo la serie Paquita Salas, cambia de registro, interpretando a Rosa, la mujer de Higinio (Antonio de la Torre), un topo de la guerra que se entierra en vida en su propia casa durante décadas.

Uno de los momentos más celebrados por los espectadores es, cuando con grandes dosis de humor, Rosa le comenta a Higinio que ha visto a Franco en el informativo del cine (nodo): “Parece una señora mayor disfrazada… no tiene cuerpo de jefe (de Estado)”.

A lo largo de la película vemos envejecer a una Belén Cuesta que mantiene el pulso dramático de una mujer que envejece y se ve sepultada por el peso de los años, los remordimientos y las mentiras. Muchos ven en este papel la tercera nominación al Goya de la actriz. De momento, la película ha triunfado en el Festival de San Sebastián, donde se llevó dos premios de la crítica y los galardones a mejor guion y dirección, entre otros.

¿Cómo has preparado un personaje tan potente como Rosa?

Hemos tenido margen de tiempo para preparalo. Los directores nos dieron material para documentarnos. Hubo un trabajo previo antes de mirar el guion pasito a pasito. En este paso previo, tuvimos opción de documentarnos, conociendo la historia de los topos, el momento en el que se sitúa, conociendo a las mujeres de la época. Incluso aprendí a coser un poco. Con los directores fue un trabajo muy minucioso de guion y de ir con las escenas muy miradas. Tener tiempo es una suerte. En mi caso, particularmente era una gran desconocedora de los topos, pero leí la biografía de Manuel Cortés o A sangre y fuego de Chaves Nogales. Yo soy fan de Chaves Nogales.

En ese proceso, ¿cómo fue el trabajo con Antonio de la Torre?

Con los directores fuimos analizando cada secuencia para tener un dibujo de un recorrido de tantos años de los personajes. Hemos sido muy leales al guion de base, pero el lenguaje tan bello de ese guion había que trasladarlo a un pueblo de la sierra de Andalucía. Ir frase por frase, cambiar alguna expresión que no se correspondía con un pueblo de la sierra de Andalucía. El trabajo con Antonio en ese sentido fue muy codo con codo. Ambos somos andaluces y hemos cogido referencias de nuestra familia, nuestra tierra y gente que conocíamos. Hemos buscado que ese lenguaje fuera lo más fiel posible a la realidad.

Una de las marcas más potentes de la película es precisamente el uso del acento andaluz. ¿Qué indicaciones os dieron para trabajarlo?

Intentar tirar de los archivos personales. Antonio (de la Torre) contactó con un matrimonio de un pueblo de Andalucía. El pueblo no existe, es un pueblo inventado. No se cuenta si es Málaga, Córdoba o Sevilla. No queríamos hacer un acento de un lugar muy concreto, sino que se mezclaran. Hay personajes que hablan como si fueran de Málaga, otros de Córdoba, pero lo importante era buscar esas expresiones que ya no se usan, pero que para todos siguen rondando. En eso, los directores han estado muy favor, querían que eso estuviera en la película y han confiado en nosotros.

Groucho Marx comentaba lo mucho que se celebra cuando un intérprete de comedia se pasa al drama, a pesar de que lo complicado es la comedia. Siendo una actriz a la que solemos ver en papeles cómicos, ¿resulta sencillo hacer papeles tan dramáticos como el de Rosa?

No ha sido sencillo. Es una película compleja, en la que los personajes tienen mucho recorrido. Había que mostrar cómo la vida va cambiando fuera y dar testimonio de esa evolución del tiempo. Ha habido secuencias más duras, que me han costado más y que me han puesto en un terreno más emocional. Ha sido complejo.

¿Qué escenas han sido más complejas?

Durante esos 33 años pasa de todo. Cuando Rosa vuelve de ser detenida, el proceso de maquillaje me impactó mucho. Ver en tu cuerpo esa huella de lo que le hacían a las mujeres represaliadas, me removió. Fue duro de ver y de hacer. Verte de repente así es… fuerte. Más que complejo diría que ha sido muy interesante.

Uno de los grandes momentos de la película es cuando Rosa afirma que Franco parece una señora mayor disfrazada. ¿Cómo surgió?

Los directores han querido que se cuele el humor como en la vida real. Es necesario y además ves ese humor en los testimonios de los topos y sus mujeres. En esos testimonios se cuela el humor. Momentos tan dolorosos, el humor no deja de ser doloroso. Seguramente había mucha gente que pensaba igual, lo había oído por la radio, pero no lo habían visto y queríamos plasmar ese shock. Fue una vía de escape que pusieron los directores en un momento de tensión, que permite que la película respire un poco por esa rendija.

Precisamente uno de los grandes aciertos de la película es la dirección, el pulso con el que está rodada y montada.

Yo creo que ruedan de manera excelente. Para contar esta historia desde dentro, hay que hacerlo muy bien. La película no te hace desconectar, avanzas con ellos en el tiempo, acompañado por la fotografía y la música.

A ver una película que está contada desde dentro, cómo esta contado. La vida hace pausas, y tiene que coger ritmo, como la vida misma. Contar eso desdentro hay que hacerlo muy bien, y lo han hecho muy bien. La película no te hace desconcetadr, avanzas en su vida, el paso del tiempo. La foto, la música. Yo creo que son muy buenos

¿Qué has disfrutado más de esta película?

Yo creo que todo, pero, sobre todo, poder tener un personaje tanto tiempo y no contar solo un momento de su vida, sino muchos momentos y crear recuerdos de tu propio personaje. Al final, tienes un recuerdo de esa primera casa. Me ha parecido fascinante. Es como ir llenando una mochila real con recuerdos reales. Trataron de hacerlo cronológicamente, en la medida de lo posible, para ir contando la historia paulatinamente.

 


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